Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

sábado, julio 24, 2021

Urgencia

 La mujer esperaba ansiosa en la sala de espera del servicio de urgencias. Llevaba media hora y ya había visto pasar dos camillas rodeadas de personal de salud y carabineros, y con una persona montada sobre el paciente masajeándole con violencia el tórax. La mujer dudaba que debiera estar en ese lugar, pero un médico en una consulta particular la había enviado con un papel con palabras raras y un “urgente” escrito con mayúsculas y subrayado en el encabezado.

Dos horas más tarde el flujo de pacientes había bajado un poco. De pronto una mujer con cara de cansada la llamó desde la puerta de entrada, la hizo pasar, le tomó los signos vitales, la miró con cara de extrañeza y la hizo pasar a un box de atención. Algunos minutos más tarde un médico joven entró, miró los signos vitales subrayando uno con su lápiz y le preguntó a la mujer por qué había consultado. La mujer el entregó el papel del médico particular y le explicó que había consultado por cansancio sin causa aparente de dos semanas de evolución y el médico luego de examinarla la había derivado. El médico miró el papel con cara de curiosidad, miró nuevamente los signos vitales, tomó la muñeca de la mujer y luego de apretarla varias veces le pidió que se acostara y descubriera su tórax. El médico puso su estetoscopio en el pecho de la mujer y luego de varios minutos de escucha llamó a una joven vestida de celeste para que llamara a otro colega. Minutos más tarde apareció un médico añoso: el joven le explicó la historia con palabras raras, el médico mayor la examinó y ordenó que la llevaran urgente a un lugar llamado reanimador.

La mujer fue llevada por la joven de celeste a una sala muy iluminada en una silla de ruedas, la hizo acostarse en la camilla, le ordenó desnudarse de la cintura para arriba y le colocó tres adhesivos en el pecho que conectó a una máquina, la que de inmediato empezó a sonar un pito continuo bastante molesto. Al llegar los médicos a la sala apagaron el pito y miraron desconcertados la pantalla, donde se veía una línea verde que no parecía moverse. La joven estaba cada vez más nerviosa; el médico mayor, luego de volver a examinarla, pensó un par de minutos y ordenó una radiografía de tórax. La mujer fue cubierta con una bata y llevada a una fría sala donde una mujer mayor la puso de pie y le hizo unos rayos en el pecho. Al salir de la sala de revelado la mujer añosa la miraba con cara de miedo, y le pasó a la mujer de celeste un sobre grande con la radiografía en su interior.

Dos minutos más tarde la mujer estaba de vuelta en la sala iluminada, donde ahora había cerca de quince médicos. Al acostarse la sacaron la bata y de inmediato le volvieron a colocar los cables a los adhesivos que llevaba en su tórax, debiendo detener el pito de inmediato uno de los médicos. La joven de celeste el entregó el sobre al médico mayor quien sacó la radiografía y la colocó en una pantalla blanca iluminada, siendo escudriñada con curiosidad por los quince médicos que estaban en el lugar. Ahora las disyuntivas de los profesionales eran dos: cómo explicarle a la paciente que debían internarla para hacer decenas de estudios, y cómo colocar en la ficha que la paciente vivía sin corazón evidenciable.