Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

sábado, julio 03, 2021

Celular

 El celular de la secretaria no dejaba de sonar. Desde las seis de la mañana de ese lunes el teléfono había estado sonando una tras otra vez, pues su jefe venía aterrizando de un vuelo del extranjero, y desde esa hora había empezado a dar instrucciones, sin preocuparse que su secretaria recién entraría al trabajo tres horas después. La mujer se duchó rápido para no dejar a su jefe sin respuesta, se vistió y desayunó como pudo con el teléfono en altavoz, y se puso audífonos para poder seguir hablando en la calle mientras se desplazaba a la oficina. Definitivamente ese día ya pintaba como olvidable.

A las nueve de la mañana en punto la secretaria estaba sentada en su escritorio con el computador encendido y leyendo los quince correos electrónicos que hasta esa hora le había enviado su jefe. La mujer anotaba en una libreta todas las cosas que su jefe le pedía en cada correo para, una vez terminada la lectura, dedicarse a finiquitar todas las instrucciones. A la mujer le parecían extrañas algunas instrucciones: buscar pólizas de seguro de vida, la escritura de su casa en la capital y la de la casa de la playa, la resolución judicial de divorcio y los certificados de nacimiento de sus hijos. Sin embargo, como no era su trabajo cuestionar sino obedecer órdenes, la mujer anotó todo lo que su jefe le pedía y una vez terminado el listado, empezó a rescatar documentos.

El teléfono de la mujer seguía vibrando incesantemente. La secretaria creía que su jefe se tranquilizaría en el camino entre el aeropuerto y su casa, pero al parecer eso no sería así. De todos modos, como no era una llamada telefónica sino el aviso de la llegada de correos electrónicos, podía dejarlos en espera hasta tener en su poder todo lo que hasta ese instante le había solicitado su jefe. Sin embargo fue tanta la cantidad de avisos que la mujer dejó las carpetas sobre el escritorio, sacó su celular y abrió la cuenta del correo.

La secretaria no entendía nada. Al abrir su correo tenía cerca de treinta mensajes titulados con la palabra adiós. En todos ellos su jefe se despedía, le decía que la respetaba y la admiraba por su abnegación, y que tuviera a mano los documentos para cuando loa abogados fueran a buscarlos. De pronto un murmullo empezó a invadir el piso completo del edificio, y la secretaria vio como varias de sus colegas empezaban a llorar. La mujer guardó su teléfono y le preguntó a una de sus compañeras qué le pasaba; en ese instante su compañera le mostró una aplicación de noticias donde aparecía la caída de un avión y el deceso de todos sus ocupantes. En el listado de pasajeros aparecía el nombre de su jefe. Al ver la hora del accidente la mujer quedó desconcertada: el avión había capotado a las cinco cincuenta y nueve de la mañana.