Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

sábado, agosto 21, 2021

Oscuridad

La niebla cubría el ambiente esa noche de invierno. La gente caminaba temerosa viendo sombras aparecer por todos lados, generando estrés en los transeúntes quienes pensaban que en cualquier momento y de la nada algo o alguien aparecería para causarles daño. A medida que pasaban las horas eran menos las personas que circulaban por la calle, haciendo que quienes quedaban en ella tuvieran más miedo de los fantasmas que sus mentes creaban para dicha situación.

El nochero del edificio caminaba raudo desde el paradero de buses al lugar donde trabajaba, distante seis cuadras, cosa que no le tomaba más de diez minutos por lo general. Sin embargo el ambiente de esa noche le impedía caminar a la velocidad de siempre, pues a cada paso alguna sombra a su alrededor lo obligaba a detenerse. Ya había sido amenazado por la rama de un árbol, un auto viejo, el reflejo de la luna en una posa de agua y por un gatito que había pasado delante de un foco de luz haciéndolo ver como un monstruo enorme y de afiladas garras. En ese instante el nochero se detuvo, se dio un par de minutos para pensar, se dio cuenta de lo imbécil de sus reacciones, y empezó a caminar a su velocidad normal.

Una cuadra más allá el foco de alumbrado público estaba quemado, por lo que la mitad de la cuadra estaba en penumbras. El hombre sin pensar simplemente apuró el paso para encontrarse luego con el siguiente foco de luz funcional; curiosamente al continuar la marcha el siguiente foco de la misma cuadra también se apagó, dejando la calle completamente a oscuras. El cerebro del nochero intentó pensar en alguna causa extraña, hasta que decidió que las coincidencias existían, y que no era extraño un corte de luz en una noche como esa.

El nochero siguió caminando; cuando estaba por llegar a la esquina para cruzar la calle el siguiente foco también se quemó, haciendo que el nochero no fuera capaz de ver un agujero en la calle, haciéndolo tropezar y caer en él. La ausencia de luz le impidió reaccionar a la caída, haciendo que su cabeza se azotara en el borde del agujero dejándolo inconsciente. En el fondo del agujero había cerca de cinco centímetros de agua acumulada sobre la cual cayó la cara del hombre, quien por su inconciencia no fue capaz de reaccionar: cinco minutos más tarde el nochero había muerto ahogado. Su cadáver fue descubierto a la mañana siguiente con una mueca de espanto. Desde ese día esa esquina pasó a llamarse la esquina maldita, siendo evitada por la mayoría de los transeúntes para evitar a la entidad que había acabado con la vida del pobre nochero.