Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

sábado, diciembre 04, 2021

Abeja

 El sol pegaba fuerte esa mañana de primavera. El jardinero ya llevaba cerca de dos horas cortando el césped, y pese a la ropa y al bloqueador solar sentía la piel algo ardiente. Es por ello que a esa hora del día ya llevaba más de un litro de agua bebido, debiendo rellenar su botella con la misma manguera que utilizaba para regar el sector del parque que estaba a su cargo. El hombre llevaba más de treinta años en el oficio que consideraba su forma de vida, y pese a las falencias económicas se sentía conforme con lo que él consideraba su vocación.

Una hora más tarde, y una vez que había empezado a emparejar el césped con una orilladora, una abeja apareció cerca de su rostro y empezó a revolotear frente a sus ojos. A su edad había sido picado por abejas más de treinta veces, por lo que sabía que no era alérgico y que no dolía demasiado; sin embargo, el hecho que estuviera tan cerca de su cara era algo más peligroso, pensando en el riesgo que intentara picar alguno de sus ojos. El hombre empezó a mover usa de sus manos frente a su rostro para corretear al insecto, sin resultado alguno.

Media hora más tarde el insecto seguía revoloteando frente a su rostro; el jardinero ya estaba bastante molesto pues el insecto no lo dejaba trabajar en paz. El hombre le había tirado manotazos, le había lanzado agua, inclusive hasta intentó asustarlo con la orilladora pero no lograba nada, parecía como si el insecto estuviera obsesionado con él. El jardinero se acercó al borde de la vereda para terminar de orillar el césped; de pronto y sin provocación la abeja se lanzó directo a su rostro, obligándolo a retroceder bruscamente. Un segundo más tarde un vehículo que venía a alta velocidad se subió a la vereda y pasó justo por donde estaba el jardinero trabajando.

El jardinero estaba sentado en la vereda hablando con la policía. El conductor que casi lo mató venía ebrio y luego de subirse a la vereda chocó con un poste del alumbrado, derribándolo y deteniendo su carrera. Los policías casi no le creyeron al jardinero cuando les contó que una abeja le había salvado la vida; sólo se convencieron cuando vieron que en la flor de hibisco que el jardinero tenía en su mano, una pequeña abeja libaba su néctar.