Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

sábado, diciembre 11, 2021

Cita

 La muchacha estaba ilusionada. Esa tarde tendría la primera cita con un romántico joven que había conocido por internet hacía ya varios meses, pero que por su timidez no se había atrevido a invitarla antes. La muchacha estaba esperando que el joven la invitara, pues su curiosidad era enorme dada la forma en que el muchacho la trataba por escrito. Un par de veces habían tenido reuniones virtuales por video; extrañamente en ambas la joven no había podido fijarse en las facciones del muchacho, por lo que en esa cita por fin podría saber cómo era en persona aquel joven que tanto la adulaba por escrito y por audios.

Antes de salir la muchacha se preocupó de arreglarse lo mejor que pudo. Su madre se notaba nerviosa, ella peinaba suavemente el cabello de su hija y la miraba con una tristeza enorme; la muchacha abrazó a su madre y le dijo que no se preocupara, que antes de las nueve estaría de vuelta en casa para contarle las novedades. La muer apretó con fuerza a su hija, y antes de salir le hizo algo que la muchacha no entendió, pero que a la tarde conversaría con ella para que le explicara. Ahora debería salir rápido para no llegar atrasada a su cita.

La muchacha llegó al lugar que habían convenido. El lugar era casi idílico, con un parque en su esplendor en el inicio de la primavera, con un pequeño riachuelo donde la gente podía arrendar botes para dar una vuelta corta en el lugar. En la ribera del río había un joven con las características de su cita, con un polerón con capucha al lado de un bote listo a zarpar. La joven se acercó entusiasmada, le dio un beso en la mejilla al joven quien la invitó a subir al bote. El joven se veía algo pálido y sus ojos parecían no tener color, pero ello no preocupó a la muchacha; esa cita sería perfecta, y la recordaría por el resto de su vida.

Los jóvenes conversaban animados mientras el joven remaba. A la muchacha le llamaba la atención que su incidental pareja remara de pie en la popa del bote; sin embargo ello no limitaba la interacción entre ambos. El joven le hablaba de historia de modo tal que parecía que hubiera vivido todo lo que relataba. De pronto la muchacha notó que el riachuelo era demasiado largo para lo que ella había visto desde la orilla; al mirar a su alrededor vio que el paisaje había cambiado. Ahora ya no parecía primavera sino otoño o invierno, y el cielo se veía oscuro, como si fuera a llover. De pronto la muchacha escuchó a la distancia varios ladridos; al enfocar la mirada vio a un descomunal perro con tres cabezas que ladraba descontrolado. La muchacha entonces miró al joven: su polerón se había transformado en una larga túnica con la misma capucha que cubría parcialmente su rostro. En ese momento la joven sintió incómoda su boca, y recordó lo que su madre hizo antes de salir. La muchacha levantó su lengua, sacó la moneda de plata que su madre había colocado en dicho lugar, y se la entregó a Caronte, quien siguió remando ahora en silencio, tratando de calmar con su mirada a Cerberus.