Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

sábado, enero 15, 2022

Familia

El ejecutivo de cuentas del banco miraba la pantalla de su terminal mientras su mente volaba a eones de distancia. Esa semana había sido bastante complicada en su casa por lo que le costaba demasiado concentrarse en el trabajo. Había peleado con su esposa, su madre estaba enferma y su hijo estaba hospitalizado hacía ya diez días por una enfermedad respiratoria que le impedía respirar normalmente. A su esposa le costaba entender que él estuviera tan preocupado de su madre como de su hijo, lo que había llevado a la pelea entre ambos. El hombre estaba preocupado por la salud de su hijo pero entendía que estando hospitalizado estaba en un lugar seguro donde siempre estaría vigilado; sim embargo su madre se había negado a controlarse con médico, lo que lo estresaba sobremanera al no saber qué hacer para ayudar a su progenitora. Su vida estaba pies arriba, y esperaba que lo antes posible la situación mejorara.

Justo antes de la hora de cierre de atención a público, el ejecutivo vio aparecer a dos personas conocidas por la puerta del banco. El hombre no cabía en sí de alegría al ver llegar a su madre con su hijo de la mano; de inmediato el ejecutivo los hizo pasar a su cubículo y los acomodó en las dos sillas frente a su escritorio. Su madre le explicó que había ido a buscar al pequeño al hospital y luego ambos habían decidido ir a verlo. El hombre por fin podía estar tranquilo al ver a su madre sin dolores y a su hijo respirando normal. Luego de media hora conversando animadamente la mujer le dijo que debían irse pues debía llevar al pequeño con su madre. Ambos se despidieron efusivamente de él; antes de irse su madre le dijo que lo quería mucho, y que se cuidara.

Media hora más tarde su esposa lo llamó y le contó que había llegado a su casa su suegra con su hijo, y que habían estado conversando por más de media hora. El hombre no entendía cómo su madre y su hijo no habían demorado nada en un trayecto de diez kilómetros. Pero luego la mujer le dijo algo demasiado extraño: del hospital la habían llamado para que se presentara urgente, justo cuando su suegra y su hijo ya no estaban en el lugar.

Veinte minutos más tarde volvió a recibir una llamada de su mujer llorando desconsolada: su hijo había fallecido justo a la hora en que él los había recibido en su oficina. Luego del desconcierto y la pena incontrolable, un impulso llevó al hombre a llamar a la conserjería del edificio donde vivía su madre: al contestar, el conserje le dijo con voz apesadumbrada que había encontrado el cuerpo de su madre fallecida, y que según la gente de la ambulancia había muerto no más allá de dos horas. El hombre no entendía nada: en ese momento su jefe sin saber nada le preguntó si se sentía bien, pues el guardia le había contado que una hora atrás lo había visto conversando en el cubículo sin que hubiera nadie en el lugar. El ejecutivo volvió a mirar la pantalla de su terminal; si no supiera que solo estaba acompañado de su jefe, hubiera jurado ver el reflejo de su madre y de su hijo despidiéndose de él para luego desaparecer, dejándolo sumido en su pena eterna.