Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

sábado, marzo 26, 2022

Atraso

 El alumno había llegado tarde esa mañana al colegio. Luego de rogarle por al menos cinco minutos al inspector general logró que lo dejaran entrar; el inspector sabía de los problemas del joven y tenía claro que una suspensión por atraso le traería demasiadas dificultades al muchacho, por lo que decidió ayudarlo en esa ocasión, no sin antes advertirle que sería su última oportunidad. El muchacho miró a los ojos al inspector y le prometió que esa sería su última falta.

El muchacho entró atrasado a la sala, y luego de darle explicaciones al profesor y de aguantar las bromas de sus compañeros, pudo pasar a sentarse a su puesto, en la última fila de la sala. En dicho lugar el grupo de los revoltosos empezó a molestarlo como ya era costumbre desde hacía once años, pues todos habían entrado juntos en primero básico y ahora estaban por egresar de cuarto medio. El profesor vio el acoso sufrido por el joven pero no dijo nada; desde hacía cuatro años había tomado ese curso y siempre había sido así, y en la oportunidad en que denunció la situación recibió la visita del padre del muchacho, quien le dijo que no se volviera a meter pues él estaba criando a un hombre y no a un maricón, por lo que simplemente desistió de su intento por corregir a los estudiantes.

El muchacho salió atrasado al recreo, pues se quedó haciendo algo con su mochila. El profesor vio cómo el joven luchaba con el cierre del bolso, hasta que al parecer logró destrabarlo. El muchacho al salir le dijo al profesor que necesitaba pedirle un favor enorme, que necesitaba que por favor le comprara una colación especial en un local que estaba a tres cuadras del colegio, pues era diabético y se le había quedado el almuerzo en la casa. El profesor miró extrañado al muchacho, pues en general los alumnos le hacían esos pedidos al portero, pero ya que no tenía clases sino hasta una hora más, aceptó.

El profesor estaba por llegar al local. En ese instante un sonido ensordecedor se dejó sentir, y una onda expansiva lanzó al profesor a tres metros en el aire. Al recuperar la conciencia miró hacia el edificio del colegio, el cual había perdido más de la mitad de su estructura por la explosión. El hombre fue socorrido media hora después por una ambulancia, donde comprobaron que sólo tenía trauma acústico y lesiones menores. Al pasar el día y al llegar la tarde, se enteró que el padre del muchacho trabajaba en demoliciones con explosivos, que esa mañana había llevado su mochila cargada con explosivos de alto poder, y que la había colocado en los pilares del edificio para asegurar la mayor destrucción posible. El muchacho salvó al profesor quien fue el único en intentar ayudarlo. Casi al caer la noche llegó el padre del muchacho al colegio; en su rostro sólo se dejaba ver una expresión de orgullo.