Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

sábado, marzo 12, 2022

Café

 La añosa mujer tomaba café desesperadamente, casi sin medir las cantidades. La mujer tenía diagnóstico de hipertensión hacía ya quince años, y lo primero que su médico le prohibió fue dicha bebida. Sin embargo lo que estaba viviendo cada noche la tenía tan desesperada que necesitaba no dormir si quería seguir sobreviviendo. O al menos eso sentía ella al despertar cada mañana luego de una recurrente pesadilla.

La mujer ya había bebido nueve o diez tazas de café desde las nueve de la noche, y pensaba seguir bebiendo más. El solo recordar su pesadilla la angustiaba cada vez más y más. En su sueño la mujer se veía caminando por una calle irreal que daba a la entrada de un cementerio viejo. Al entrar la mujer se encontraba con lápidas que tenían fechas del siglo XIX, pero con nombres de gente conocida por ella. La mujer veía los nombres de sus padres y de sus hermanos que ya habían fallecido, pero también de hijos y sobrinos jóvenes, lo que la incomodaba dentro de su sueño. Al seguir avanzando encontraba nombres de vecinos que aún estaban vivos, y de gente de la cual no conocía su suerte. Al final de la fila de lápidas estaba una con su nombre, que tenía su fecha real de nacimiento, pero que a cada noche cambiaba su fecha de deceso, y esa fecha cada día estaba más y más cerca de la fecha actual no por el natural paso del tiempo, sino porque cada noche desaparecían treinta o cuarenta días de vida. La noche anterior su fecha de deceso aparecía en una semana más.

La mujer había llamado esa tarde a su mejor amiga para contarle lo que le sucedía. La añosa mujer hubiera esperado que su amiga muriera de la risa con su relato y le hubiera dicho que se tranquilizara, que todo era una simple pesadilla; sin embargo su amiga explotó en llanto, luego de lo cual le contó que a su marido le había pasado lo mismo y que hacía cinco días había amanecido muerto. La mujer ahora estaba desesperada, y había decidido no dormir esa noche para no poder ver la nueva fecha de deceso en su pesadilla. Sin embargo su cerebro decidió lo contrario, y a la vigésima taza de café se quedó dormida en la mesa del comedor.

La mujer se vio caminando por la calle irreal, entró al cementerio, vio las lápidas de familiares y conocidos, y finalmente llegó a su tumba. Al ver su lápida quedó perpleja, pues la nueva fecha de deceso había pasado dos días atrás. De pronto la mujer se vio en su dormitorio acostada, sin respirar, y con la piel de color violeta pálido. Al caminar por su casa vio que todo estaba tal y como lo había dejado dos días atrás. Al ir a la cocina descubrió que no tenía café en su despensa. Ninguna pieza de vajilla había en la mesa del comedor. De improviso una imagen conocida apareció frente a ella: era el alma de su amiga que había muerto cinco días atrás en el sueño, dejando viudo a su marido, y que había venido a buscarla desde hacía cinco noches, pues no quería emprender el largo viaje sin compañía.