Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

sábado, abril 23, 2022

Arbol

Hacía poco que había aclarado esa mañana de otoño. Desde hacía días que se había hecho más notorio el cambio de estación: las mañanas y las noches estaban más frías, los días duraban menos, la noche empezaba a ganarle tiempo al día, y poco a poco las nubes y el color sombrío en el ambiente se apoderaban del entorno. Esa mañana el jardinero había empezado a trabajar casi a oscuras en el parque público que debía cuidar; estaba medianamente abrigado, pues sabía que a la tarde haría calor y no tendría dónde guardar la ropa en medio de su incidental lugar de trabajo.

El jardinero se había preocupado de regar el césped lo más temprano posible; a la hora de la salida del sol ya estaba recogiendo hojas caídas en el pasto y arreglando las tazas de los árboles del sector. De pronto notó en la superficie de uno de los plátanos orientales una especie de agujero, como si alguien le hubiera hecho un hoyo al árbol. Al acercarse vio que efectivamente la corteza se había soltado, y un agujero como de veinte centímetros se dejaba ver en la superficie. Al mirar con mayor detención vio que bajo la corteza no se veía la corteza interna sino una imagen de color negro; era incomprensible para el jardinero lo que estaba viendo, parecía que alguien hubiera pintado de negro debajo de la corteza suelta del árbol. El hombre intentó tocar la superficie negra, y se llevó una gran sorpresa.

El jardinero metió la mano bajo la corteza rota. Su mano siguió de largo, y cuando se dio cuenta tenía el brazo metido en el árbol hasta el hombro; rápidamente lo sacó, y vio que su piel se había estirado, había perdido el bronceado característico de su trabajo al sol, y que se notaba más elástica que antes, como si hubiera rejuvenecido. El hombre miró sorprendido lo que le había pasado, y acercó su rostro lo más que pudo para mirar al interior del árbol. Al observar con cuidado vio que el agujero no parecía tener fin; inmediatamente asoció lo que veía a los agujero negros que contaban en televisión los astrónomos y las películas de ciencia ficción. En ese instante una especie de fuerza empezó a atraer su cuerpo, y sin darse cuenta el agujero se enanchó lo suficiente para absorber por completo su cuerpo, luego de lo cual la corteza se cerró sin dejar huella. El extraño árbol carnívoro ya tenía el alimento para ese año, y quedaba esperar al año siguiente a que otro animal cayera en su señuelo, y a que ningún botánico o biólogo lo identificara como especie.