El
hombre no comprendía qué era lo que le estaba pasando. En ese
momento estaba sentado frente a la pantalla de su computador, viendo
la carpeta de correos electrónicos etiquetada como spam. El hombre
no estaba acostumbrado a hacerlo, pero desde que un cliente reclamó
por haber enviado un pedido sin recibir respuesta, y que dicho
correo apareciera en esa carpeta, aprendió que debía revisarla al
menos una vez a la semana para no pasar malos ratos. Ante sus ojos
había ofertas de bancos, avisos de herencias de familiares que no
tenía en el extranjero, avisos de bloqueos de tarjetas que nunca
había contratado, y páginas de ofertas de mujeres a bajo precio
para todo servicio; de pronto se fijó que había un correo escrito
con letras que parecían sólo líneas curvas con puntos y diseños
extraños. El hombre decidió abrir el correo para divertirse viendo
las imágenes y probablemente imprimirlo para hacerle bromas a sus
compañeros de trabajo; sin embargo al abrir el correo y empezar a
mirar las extrañas letras, pudo entender sin problemas lo que el
texto decía.
El
hombre estaba sorprendido, pues era imposible que supiera el
significado de dichos símbolos. Por curiosidad abrió el buscador de
internet y puso “páginas en árabe”, empezando a revisar hasta
encontrar alguna página que estuviera escrita en el idioma: grande
fue su sorpresa al ver que entendía todo lo que decía en la página.
Finalmente, y para salir de dudas, copió el texto del correo y lo
pegó en un traductor de árabe a español, arrojando casi
exactamente el significado que él había entendido. El hombre estaba
confundido, y bastante asustado.
Media
hora más tarde el hombre estaba encerrado en su oficina. En ese
instante abrió la puerta su jefe para preguntarle qué le estaba
pasando, pues muchos compañeros se habían preocupado al ver sus
actitudes esa mañana. El hombre miró a su jefe e intentó
explicarle lo que le sucedía: sin embargo al empezar a hablar se dio
cuenta que en vez de hablar en español, estaba hablando en árabe
fluido. Su jefe no entendió nada, y al creer que el hombre le estaba
jugando una broma, le dijo que se fuera a su casa pues informaría de
lo sucedido a gerencia para tomar una determinación al respecto.
El
hombre llegó a su casa apesadumbrado. Al entrar encontró a su
esposa que se disponía a irse a su trabajo, quien al verlo le
preguntó qué le había pasado: el hombre intentó responderle, pero
nuevamente sus palabras salieron en árabe y no en castellano. La
mujer se enfureció, salió iracunda al trabajo y le dijo que a la
noche conversarían seriamente.
El
hombre no sabía qué hacer. De pronto recordó que en el final del
correo aparecía un número telefónico. El hombre buscó el correo
en el computador de su casa, encontró el número y lo marcó en su
celular, esperando que al otro lado de la línea alguien lo
entendiera. Su interlocutor también hablaba árabe; el hombre se
sintió algo aliviado, luego de lo cual preguntó qué le estaba
pasando, a lo que su interlocutor le contestó algo incomprensible.
Según el hombre al otro lado de la línea, el mail tenía una suerte
de hechizo que había sido creado por un poderoso mago otomano, cuyo
objetivo era que cualquiera que lo viera de inmediato transformara su
lengua al árabe, como medio para reinstaurar el imperio otomano en
el presente. El hombre se largó a reír y colgó el teléfono. En
ese instante decidió encender el televisor para distraerse un poco:
cuando vio que dos de los cuatro presentadores del programa de la
mañana hablaban en árabe sin que sus compañeros los lograran
entender, tomó el teléfono y volvió a marcar el número.