Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, mayo 15, 2022

Caminata

 La muchacha caminaba nerviosa camino a casa a esa hora de la noche. Pese a saber defenderse, siempre andar por la calle a esas alturas de la madrugada la ponía ansiosa, pese a que todos sus vecinos le decían que era imposible que algo le sucediera. Sin embargo sus temores naturales la hacían estar más atenta del entorno que cualquiera, y a cada paso notaba todo lo que sucedía a su alrededor.

La muchacha intentaba caminar en silencio, para que nadie notara su presencia. Las sombras eran sus compañeras de marcha y los postes de luz los mudos testigos de su trayecto. De pronto la muchacha sintió pasos tras de sí: alguien le había empezado a seguir. Tratando de no demostrar temor, la muchacha siguió caminando a la misma velocidad, pero tratando de ver a su perseguidor para alcanzar a reaccionar a tiempo si éste intentaba acercarse o hacerle algo.

La muchacha estaba a tres cuadras de su destino. Su perseguidor mantenía la distancia entre ambos, y ello no le permitía verlo adecuadamente: en esos momentos no era más que otra sombra de la noche. La muchacha había pensado en ocultarse para poder ver a quien la seguía, pero ello probablemente la delataría, y la pondría en un eventual riesgo mayor.

A una cuadra de su destino, la muchacha se dio cuenta que su perseguidor había apurado el paso. La joven de inmediato hizo lo mismo, ahora decidida a perder a su perseguidor. Sin embargo los pasos de quien la seguía eran más largos que los suyos, y casi parecía saber dónde residía la muchacha. Cuando faltaban dos metros para llegar a la reja, el perseguidor se cruzó frente a ella.

La muchacha tenía una mezcla de rabia y vergüenza. Quien la perseguía no era otro que su vecino, quien azuzado por el resto de quienes habitaban el lugar la había seguido para hacerle entender que nada le podía pasar. La muchacha aún no entendía que estando muerta nadie vivo le podría causar daño, y sus compañeros en el cementerio estaban por fin logrando que la muchacha entendiera su nueva realidad.