Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

sábado, agosto 20, 2022

Exhibicionista

 La mujer pedaleaba desnuda por las calles de su sector. A la mujer le encantaba andar en bicicleta y sentir el viento en su piel. Pero lo que más le gustaba era saberse mirada: el hecho que de todas partes nacieran miradas que se posaban sobre ella era el mayor aliciente para seguir pedaleando día tras día sin cansancio. Así, cada la mañana la mujer salía desnuda, montaba su bicicleta y esperaba las reacciones a su paso, que eran de todo tipo menos de indiferencia.

Su pedaleo partía por su sector, donde gente de más o menos su edad la veía pasar, en un principio con sorpresa, ya con el paso del tiempo con algo más de naturalidad, aunque siempre con curiosidad y algo de morbo. En general las mujeres la miraban para destacar sus defectos físicos; algunas más jóvenes se fijaban más en su valentía y su falta de pudor. Las mujeres más antiguas la miraban de reojo pues lucir en cuerpo en público era pecado a los ojos de su dios. En cambio los hombres la miraban para simplemente ver un cuerpo desnudo aunque fuera a la distancia, pues de hecho ninguno se atrevía siquiera a acercarse ni menos dirigirle la palabra.

Luego la mujer pasaba por donde estaban los niños, quienes la veían desde su prisma de inocencia. Tanto niños como niñas se tapaban a medias los ojos para entrever a la extraña mujer que se paseaba en bicicleta sin ropa frente a ellos; muchos de hecho echaban de menos sus propias bicicletas, pero ninguno se hubiera atrevido a hacer lo de la señora. Los menores de dos años miraban a la mujer con hambre al ver sus mamas al aire, y esperaban que se detuviera para alimentarlos.

Finalmente, y antes de volver a su lugar de origen, la mujer pedaleaba en el sector más antiguo. Ahí, tanto hombres como mujeres la miraban con reprobación, considerando el pedaleo como un espectáculo sin sentido, de mal gusto, y completamente dentro del ámbito de las costumbres reprobables dentro de cualquier lugar. Muchos inclusive intentaban en vano detenerla para terminar con tamaño espectáculo, pero ninguno lograba siquiera alcanzarla.

Esa tarde se demoró un poco más en volver, encontrándose con un grupo de visitantes que venían al menos una vez al mes a escuchar historias de fantasmas en el cementerio. En ese instante el guía estaba justo frente a su tumba, contando que cincuenta años atrás estando en vida decidió salir a pedalear completamente desnuda en su bicicleta, muriendo atropellada por un camión que no logró detenerse mientras ella cruzaba con luz roja en un semáforo. La mujer se aburrió de escuchar nuevamente su historia, y se desvaneció frente a su tumba para despertar al día siguiente a volver a llamar la atención de todos los muertos del cementerio.