El
hervidor eléctrico sonaba mientras calentaba el agua para el café
de la mañana. Los trabajadores escuchaban en silencio cómo hacía
ruido el agua mientras hervía. El trabajo no empezaría hasta que
todos hubieran tomado su café matinal, aunque el jefe dijera lo
contrario. El jefe no llegaba temprano al trabajo, por lo cual nunca
los encontraba bebiendo café, así que nada tenía que decirles al
respecto. El café era casi como una bebida sagrada para los
trabajadores, sin la cual el trabajo no se podía llevar a cabo.
El
hervidor se estaba demorando demasiado en estar listo. Uno de los
trabajadores dijo que el termostato estaba malo, cosa que nadie
entendía qué significaba, incluso él mismo; sin embargo había
escuchado alguna vez a alguien decirlo en la misma situación, y
pensó que sonaría inteligente dar esa opinión. Nadie hizo nada, y
la hora del café parecía seguir lejana esa mañana. Otro de los
trabajadores se asomó a la escalera a ver que el jefe no se
apareciera; como era esperable, nadie apareció.
El
plástico del hervidor empezó a calentarse demasiado y a derretirse.
Los hombres miraban el espectáculo sin hacer nada, paralizados ante
tamaña escena; algunos de ellos dijeron haber visto alguna vez algo
parecido, pero el comentario se diluyó en el aire, tal como se
diluía la hora del café.
El
cable del hervidor empezó a quemarse con el plástico derretido,
dejando al descubierto los cables energizados; mientras tanto el
contenedor de agua también se derretía, por lo que empezó a
vaciarse agua al mueble en que estaba colocado el hervidor. Al tomar
contacto los cables energizados con el agua se provocó un
cortocircuito, que hizo que saltaran chispas que inmediatamente
encendieron el material combustible más cercano al lugar: una
cortina y una resma de papel. Los trabajadores no parecieron
asustarse, sólo les complicaba que no estuviera lista el agua para
el café.
El
incendio envolvía el galpón en su totalidad. Todo el lugar estaba
envuelto en llamas, y ningún trabajador parecía preocuparse por
ello. De pronto sus memorias se activaron: el incendio había
ocurrido hacía ya tres meses, nadie se dio cuenta a tiempo y todos
murieron quemados en el lugar. Sus almas aún no entendían que la
empresa ya no existía, que ellas estaban atrapadas en el tiempo y
que nadie los sacaría de esa ilusión mientras ellas no quisieran
salir de ese ciclo eterno. En ese instante el hervidor se apagó, y
todos acercaron sus tazas para beber el café eterno de esa mañana.