Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

sábado, septiembre 10, 2022

Mancha

 La muchacha jugaba con su argolla de compromiso en su dedo anular. A veces la tranquilizaba empezar a girar la argolla en el dedo, como queriendo ver toda la circunferencia y cerciorarse que no hubiera nada que la manchara, y que por ende manchara su compromiso. La muchacha vivía estresada, y desde el día que su novio apareció con el anillo lo convirtió en una herramienta de paz y tranquilidad en su vida, pues el saber que tenía un nexo que en su momento la uniría hasta la muerte con su pareja le daba el remanso que necesitaba para su futuro, y una suerte de certeza de no terminar sus días en soledad. De pronto mientras giraba la argolla, vio en ella una mancha.

La muchacha intentaba calmarse: una mancha en su argolla no tenía necesariamente que significar una mancha en su relación. La muchacha miraba la mancha e intentaba no darle importancia; sin embargo su cerebro empezó de inmediato a darse vueltas dentro de la posibilidad que dicha mancha pudiera ser un presagio que obnubilara su futuro. La joven mujer se sacó la argolla para revisarla y ver si tenía sólo esa mancha o si había alguna otra: con estupor se dio cuenta al revisar la joya con cuidado que la mancha estaba mucho más extendida que lo que había visto en un principio.

La muchacha estaba totalmente agitada, su respiración era irregular, y sentía en su pecho que el corazón estaba por explotar en cualquier momento. No cabía duda, esa extensa mancha era más que un presagio, de hecho era una certeza que su futuro ya no era tan estable como ella pensaba hasta ese instante. La mujer empezó a descontrolarse, y pensó que la mejor decisión era llamar a su novio para contarle lo sucedido y ver entre ambos qué era lo que estaba pasando y encontrar la mejor solución para ambos en esas circunstancias. La muchacha tomó su teléfono móvil y marcó el número del celular de su novio: cuatro segundos más tarde, un tono de llamada sonó detrás de ella.

La muchacha miraba concentrada la mancha de sangre en su argolla. Ya había llamado a la policía, que probablemente llegaría en no más de quince minutos. A sus pies yacía el cadáver degollado de su novio, y el cuchillo estaba aún botado en el suelo. Sus manos estaban cubiertas de sangre, la cual había manchado naturalmente su argolla; en su mente sabía que terminaría en la cárcel, mas su alma entendía que ahora sí nadie podría quitarle al amor de su vida.