Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

sábado, octubre 22, 2022

Callejeros

 El perro callejero caminaba feliz por la calle esa mañana. El mundo de los humanos era demasiado entretenido y los humanos extremadamente cariñosos, por lo que su vida era casi una fiesta permanente. Algunos humanos se le acercaban a hacerle cariño, otros aparecían con cosas ricas para comer; algunos le lanzaban piedras para que él corriera, otros lo perseguían con palos para jugar, e inclusive unos pocos le lanzaban golpes con sus piernas para que él jugara y se mantuviera en movimiento. Unos cuantos se metían en aparatos que se movían rápido y a los cuales él perseguía, y que de pronto hacían un ruido fuerte y extraño al parecer para entretenerlo. Los humanos eran animales adorables, y él se preocupaba de demostrarles su cariño a cada rato.

El gato callejero caminaba sigiloso por la calle esa mañana. Los humanos eran malvados, y habían creado un mundo para intentar capturarlo y esclavizarlo. El animal sabía de las tretas de los humanos: lo acariciaban, le llevaban comida, hacían un ruido extraño con sus bocas que instintivamente llamaba su atención. Sin embargo el animal conocía las intenciones de los humanos, pues ya había visto a algunos de los de su raza encerrados en cárceles de cemento donde los alimentaban y abrigaban, pero de donde no los dejaban salir. A algunos de ellos los torturaban semanalmente con agua, y al parecer no tenían permitido cazar ni robar: esa no era vida para un gato, y él no estaba dispuesto a hipotecar su libertad.

La camioneta del grupo animalista se desplazaba lentamente por la ciudad. Ese día habían salido a ver si algún animal deseaba irse con ellos para intentar darlos en adopción, o al menos lograr castrarlos para disminuir la población de animales sin hogar. Al detener el vehículo en una esquina, el perro se acercó inmediatamente a ellos moviendo su cola feliz; sin necesidad de esfuerzo alguno el perro se subió con ellos y empezó a lamerlos eufórico. Dos cuadras más allá el gato intentaba esquivar humanos, y accidentalmente se cruzó en el camino del vehículo; luego de varios minutos de intentos vanos, uno de los voluntarios logró capturarlo y subirlo al móvil.

El perro y el gato se miraban en silencio. De pronto ambos miraron a un lugar del vehículo donde no había nadie. El perro le sacó el seguro a la caja del gato, para que éste se echara en el lugar indicado; en ese momento uno de los voluntarios se dio cuenta y sujetó la puerta de la caja para que el gato no saliera. El perro intentó en repetidas ocasiones liberar al gato, hasta que otro de los ocupantes le puso un bozal para que no pudiera abrir la caja del gato.

El accidente fue horrible. El conductor sintió de pronto que alguien le tapaba los ojos, y cuando logró ver algo estaba a medio metro de un camión betonero. Todos los ocupantes humanos salieron proyectados por el parabrisas del vehículo quedando destrozados contra la carrocería del pesado y enorme camión. Un minuto más tarde el perro y el gato salieron de entre los fierros retorcidos. Al lado del vehículo estaba el demonio menor que causó el accidente, y que no pudo ser detenido por los animales gracias a la ceguera de los voluntarios que jamás fueron capaces de detectar la presencia maligna.