Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, octubre 02, 2022

Espera

La muchacha esperaba pacientemente en la sala de espera de la consulta a ser llamada por el médico: La joven mujer llevaba diez días con la pierna derecha inflamada y adolorida; luego de usar las cataplasmas indicadas por su abuelita, los tranquilizantes indicados por su madre, la crema indicada por el almacenero de la esquina y las pastillas indicadas por el dependiente de la farmacia sin obtener respuesta, decidió buscar ayuda profesional. La consulta estaba ubicada en un antiguo hospital de la ciudad que contaba con ciento diez años de historia, y cuya última modernización databa de menos de diez años; los espacios eran bastante funcionales y cómodos, pero mantenían la arquitectura original mejorada.

La sala de espera estaba llena a esa hora, por lo que todos los asientos estaban ocupados; sin embargo los médicos parecían atender bastante rápido, por lo que la circulación de pacientes también seguía dicho ritmo. Al llegar al lugar y luego de pasar por admisión, la muchacha encontró una silla libre entre una mujer añosa de pelo desordenado y un hombre al que parecía faltarle piel en el cuerpo; ambos se veían demasiado pálidos y no parecían estar atentos a lo que sucedía en el lugar. Diez minutos más tarde ambas personas habían dejado sus puestos, y ahora en ellos había una niña pequeña vestida con un trajecito corto con muchos vuelos, cuyos colores se veían envejecidos. Pese a que la niña se escuchaba feliz, su rostro mostraba una tristeza enorme y sus ojos se veían como de una mujer extremadamente añosa. Media hora más tarde la niña había desaparecido, y su lugar lo ocupaba un hombre vestido como un caballero de principios de siglo quien, además de pálido, no tenía ojos.

La muchacha seguía sentada en la sala de espera con los audífonos puestos escuchando música, y viendo pasar al resto de los pacientes. Una mujer se paseaba con una barra con una bolsa de suero colgando conectada a su brazo, el cual se veía completamente negro. Cada cierto tiempo pasaba una procesión de gente acompañando una camilla, cuyos acompañantes se veían peor que el cuerpo en la camilla incluido el sacerdote, a quien no se le veía la cabeza.

La muchacha seguía escuchando música. De pronto escuchó su nombre desde una oficina, donde un médico añoso pero con señales de estar vivo la llamaba a viva voz. La joven médium se puso de pie, bloqueó sus sentidos extrasensoriales, y se dirigió a la consulta entre las siete personas vivas que ocupaban la sala de espera.