El
hombre tarareaba una vieja canción en espera que llegara la hora de
salida del trabajo. Su jornada había sido relativamente tranquila,
por lo que su memoria había viajado a su pasado y rescatado una
antigua melodía que probablemente nadie de su entorno laboral sería
capaz de reconocer. La música era una especie de árbol familiar:
cada familia tenía distintas raíces, tronco, ramas y hojas, que
podían parecerse pero nunca ser completamente iguales. Así, su
memoria musical era única, tal y como la de cada habitante del
planeta.
El
hombre tragó un poco de saliva pues se le había secado la boca. Al
hacer silencio se dio el tiempo de escuchar al resto de sus
compañeros. En ese momento se dio cuenta de algo bastante inusual:
al escuchar al resto de la gente, se dio cuenta que todos estaban
tarareando la misma canción, lo cual era bastante difícil que
sucediera por lo rebuscado del tema y la antigüedad del mismo. El
hombre siguió en silencio escuchando el murmullo en el aire.
Luego
de marcar e el reloj control el hombre salió del edificio y se
dirigió caminando a la estación de metro para iniciar el trayecto a
su hogar. En el camino de fue en silencio; mientras caminaba
escuchaba el murmullo que hacía la gente al caminar. E hombre no
podía creer ni entender lo que estaba escuchando: de todas partes
sonaba el mismo tarareo que él había empezado en su puesto de
trabajo: Para el hombre era imposible que niños y adolescentes
conocieran esa vieja canción: sin embargo de todos lados venía el
mismo sonido, como si fuera un coro ensayado hacía tiempo.
El
hombre caminaba relajado hacia el metro, disfrutando del murmullo
interpretando la vieja canción. Lo que el hombre no sabía es que
alrededor del mundo toda la gente estaba tarareando el mismo tema, y
al unísono. La vieja canción había sido creada hacía ya milenios
por un sabio que había descubierto la frecuencia de vibración del
planeta. Ahora el demiurgo había encontrado la venganza contra su
creación, que lo había echado al olvido: tal como un cantante
quiebra una copa al hacer vibrar su voz a la misma frecuencia del
cristal, las voces reventarían el planeta al vibrar a su misma
frecuencia. Ahora sólo faltaba esperar a que se consumara su
venganza, luego de ello decidiría qué hacer para no volver a
aburrirse.