Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, junio 18, 2023

Anciano

El frío calaba hondo esa madrugada en la calle. A las cinco de la mañana el hombre arrastraba un pesado carretón lleno de cajas de fruta entre dos locales para mantener abastecida la sucursal de la distribuidora mayorista de frutas, y así permitir que la cadena de negocios de la ciudad siguiera funcionando normalmente. El hombre no entendía de teoría económica, pero sabía que si ese carretón no llegaba a destino ni a tiempo, mucha gente no tendría fruta ese día y ello repercutiría en algo en la calidad de vida de dichos compradores.

El hombre llevaba demasiados años trabajando de cargador en el mercado. Sus canas eran en parte por el desgaste propio de un trabajo pesado que apenas le dejaba tiempo para comer y dormir; sin embargo dicho trabajo le había permitido darle educación a sus hijos, lo que lo llenaba de orgullo y lo hacía sentirse en paz consigo mismo. De hecho en esta etapa de su vida, su esfuerzo estaba ayudando a educar a sus nietos, uno de los cuales había entrado a la universidad, cosa que lo enorgullecía más aún. Su vida era sacrificada pero plena, y ese era el motor para seguir adelante pese al cansancio de la edad.

Esa mañana el hombre iba al trote con su carretón. De pronto escuchó en uno de los locales en su trayecto gritos, cosas que caían al suelo, y una fuerte explosión que reconoció de inmediato: alguien había disparado un arma de fuego. El hombre detuvo su carrera y de inmediato se dirigió al lugar a ayudar como ya tantas veces lo había hecho. Al llegar al local vio a un hombre añoso botado en el suelo sujetando su abdomen, y a un hombre joven con un arma en su mano, la que aún humeaba. Su corazón casi se paralizó al darse cuenta que el asaltante no era otro que su nieto que decía estar en la universidad.

El muchacho miró con odio a su abuelo, como si por su culpa él estuviera delinquiendo. El nieto apuntó la pistola a la frente de su abuelo, y sin quitarle la vista de encima, apretó el gatillo. En ese momento el anciano lo miró con pena: la bala no se percutó, y el joven pudo conocer el secreto de su abuelo. La vieja alma que residía en el cansado cuerpo era de una casta de guerreros que por siglos había dado batalla contra las huestes del mal. Su poder era ilimitado, y por ello es que cada vez que veía algún intento de asalto intervenía, acabando con la vida del delincuente. Sin embargo en dicha ocasión la vieja alma dejó que los sentimientos del anciano primaran, y se contentó con lo mínimo: luego de no poder percutar el proyectil, el arma estalló en la mano del muchacho, destruyéndola casi por completo. Así, el alma del guerrero cumplió con su ancestral objetivo, y la encarnación actual pudo mantener vivo a su nieto para que pagara con cárcel todos sus delitos y recordara con su mano por siempre el precio que se paga por estar del lado del mal.