Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

sábado, junio 03, 2023

Jefe

La muchacha tarareaba una canción de su banda favorita mientras caminaba hacia el trabajo. Las últimas dos semanas habían sido demasiado pesadas, así que por salud mental se refugiaba en su música el mayor tiempo posible para no verse afectada ni alterar el clima laboral que estaba cada día peor. Esa mañana la muchacha entró al hall, dijo buenos días, y al no recibir respuesta alguna, se encerró en su cubículo a trabajar en silencio.

Diez de la mañana. A través de sus audífonos escuchó una fuerte discusión entre compañeros de trabajo. La muchacha se puso de pie, en ese instante sintió una mano en su hombro que la retuvo: era su jefe quien la miró y le hizo un gesto para que guardara silencio y no se metiera en una disputa que no le correspondía. La muchacha se encogió de hombros y simplemente continuó con su trabajo en silencio, centrando su atención en la música que manaba de sus audífonos.

Once de la mañana. La muchacha empezó a escuchar gruñidos fuera de su cubículo, y movimiento de muebles. Al intentar mirar para entender qué estaba pasando, apareció nuevamente la figura de su jefe quien bloqueó su campo visual y le hizo con la mano que no, para que la muchacha siguiera con sus funciones y no tomara en cuenta lo que pasaba en su entorno. La muchacha siguió mirando a su jefe, quien empezó a hacer círculos en el aire con su índice sobre su sien: al parecer sus compañeros estaban algo locos, cosa que se borró de su mente cuando su jefe esbozó una amplia sonrisa.

Once y treinta. Ya no se escuchaban ruidos raros, y la calma parecía haber vuelto a la oficina. De pronto la muchacha sintió dos manos sujetando sus hombros: La muchacha se sintió incómoda, ya era segunda vez en la mañana que su jefe la tocaba sin su permiso y por la espalda, y ello no podía seguir sucediendo. En ese instante un agudo dolor en su cuero cabelludo la hizo gritar: cinco segundos más tarde sus gritos se apagaron, mientras su compañero de trabajo empezaba a engullir su cerebro luego de haber roto su cráneo con sus dientes. Desde la puerta de su oficina su jefe miraba satisfecho, el virus zombie se había apoderado de su oficina, y ya todos estaban convertidos en muertos vivientes. El avance de la infección a nivel mundial era irrefrenable, y en pocos días sólo la elite quedaría libre de la infestación. Por fin habían logrado lo que sus ancestros siempre habían soñado: la dominación mundial. Tal vez no tenía el sentido esperado, pero no había que ser ten quisquilloso tampoco.