La
muchacha estaba leyendo por octava vez la novela que su madre le
había regalado para su cumpleaños. La novela, de fantasía
romántica, la había encantado y la tenía casi viviendo en el plano
de príncipes, guerreros, dragones y amores eternos entre doncellas y
vasallos. Era la primera vez que la joven leía ese estilo de
ficción, y obviamente había quedado encantada con el desarrollo de
la historia, con la creación de un universo irreal pero que se
sentía casi posible, al menos en su cerebro.
La
muchacha estaba empezando a encerrarse en la historia, y a dejar de
lado a su círculo de amigas; de hecho un par de ellas habían
hablado con una de las profesoras, quien luego había conversado con
ella para tratar de entender lo que le sucedía. La muchacha le
explicó, y llegaron al acuerdo de retomar sus amistades, lo que la
muchacha hizo sin ninguna dificultad. Dos semanas más tarde la
profesora la llamó de nuevo, y le entregó un paquete envuelto en
papel de regalo: era la segunda parte de la novela, en premio a
volver a ser amiga de sus amigas. Luego se daría cuenta la profesora
del error cometido esa mañana.
La
muchacha devoró el libro el mismo día. Desde que lo terminó, su
mente cambió por completo: ahora veía a los personajes de la
historia por todos lados, y su interacción con el entorno
simplemente desapareció. Sus amigas intentaron de todo para
reconectarse con ella, pero no lograron nada. Una de las jóvenes, al
ver que no podía llamar la atención de su amiga, habló con uno de
los matones del colegio, quien urdió un plan básico pero
aparentemente efectivo. En uno de los recreos el muchacho empujó con
fuerza a la joven derribándola, y apoderándose de su libro. Ese
sería el último acto de matonaje de su vida.
El
cielo de pronto se oscureció en el colegio: de la nada y delante de
todos un dragón se materializó en el cielo, el cual lanzó su
aliento sobre el matón quemándolo en el acto. El resto de los
escolares empezaron a correr despavoridos, mientras el animal
mitológico los perseguía y los quemaba con su aliento de fuego. La
muchacha miraba complacida el efecto de su poderosa mente que había
sido capaz de crear en la realidad ese monstruo de fantasía que se
estaba encargando de vengarla. Sin embargo la creatura no reconoció
a su creadora, lanzando su aliento sobre la muchacha quien también
terminó muriendo quemada. La profesora que le regaló el libro fue
una de las últimas víctimas de la creatura, quien luego de acabar
con todos en el colegio se desvaneció en el aire para no volver a
aparecer en la realidad.