“No
tengo límites” susurraba el hombre tirado en el suelo mientras su
vida se apagaba esa mañana, mientras cuatro policías lo apuntaban
sin considerar que los disparos recibidos serían mortales en pocos
minutos. Esa mañana había empezado como cualquier otra, pero todo
se había salido de sus manos de modo catastrófico.
El
hombre había despertado a la misma hora de cada mañana para ir a su
trabajo. Su esposa, que entraba una hora más tarde a su trabajo, se
levantaba después por lo que él siempre le daba un suave beso en
los labios para no interrumpir su sueño, sin embargo esa mañana su
esposa despertó junto con él, y le regaló una enorme sonrisa.
Luego de bañarse, vestirse y desayunar, se dirigió al dormitorio
para despedirse de su esposa. Al llegar a la habitación encontró la
cama vacía, con una nota sobre la almohada que decía “no tengo
límites”: el hombre, sin entender la nota, se dirigió a su
vehículo para dirigirse al trabajo. Ya tendría tiempo durante la
mañana para preguntarle a su esposa por el mensaje.
Mientras
manejaba, empezaron a aparecer en la cabeza del hombre imágenes que
no recordaba del todo, pero que sabía que habían sucedido.
Recordaba una discusión la noche anterior con su esposa; recordaba
haber bebido mucho alcohol, casi hasta la embriaguez. De pronto los
recuerdos se borraron, hasta que vio la imagen de su esposa salir de
la casa golpeando la puerta. Luego de ello los recuerdos volvieron a
borrarse: en ese momento la imagen de su esposa apareció sentada
junto a él en el auto con cara de tristeza. El hombre giró la
cabeza para mirarla, y en ese instante chocó por alcance a una van
que iba delante de él.
El
hombre le preguntó a su esposa si estaba bien; la mujer no
respondió. El hombre bajó del vehículo, y vio que el conductor del
otro vehículo bajó también, con su mano derecha estirada; el
hombre extendió su mano para saludar al conductor. En ese momento el
hombre sintió un peso en su mano y algo frío; al inclinar su cabeza
vio en su mano un arma de fuego.
El
hombre se desangraba en el pavimento. El vehículo que chocó era un
carro policial; el conductor bajó con el arma de servicio en la mano
por lo violento del impacto. De pronto vio que el conductor que lo
había chocado le quitó el arma y de inmediato volvió al móvil;
del asiento del copiloto y de los asientos posteriores bajaron sus
compañeros, quienes le ordenaron al hombre que soltara el arma y al
no hacerlo, le dispararon: Mientras su vida se apagaba la memoria del
hombre recordó todo: su esposa le confesó que le había sido
infiel, lo insultó, le dijo que no tenía límites en su vida ahora
que lo dejaría; el hombre se enfureció, la estranguló y dejó el
cuerpo botado en el comedor. Luego en un papel escribió “no tengo
límites” y lo dejó enciman de la cama para luego beber hasta
embriagarse. A la mañana siguiente salió del hogar dejando el
cadáver de su esposa en el piso del comedor, sin saber que su alma
se encargaría de cobrar venganza esa misma mañana.