Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, agosto 13, 2023

Niño

 

La muchacha estaba enrabiada. Esa mañana un bus había chocado su vehículo y había huido del lugar, dejándola botada y con parte importante del tren trasero de su automóvil comprometido. La joven mujer debió llamar una grúa para trasladar su vehículo a algún servicio para que lo repararan, lo que hizo que no alcanzara a llegar a su trabajo. Más encima la evaluación del daño salió mucho más caro de lo esperado, lo que haría que probablemente la desvincularan del seguro una vez terminada la reparación de los daños. Su mañana había empezado terrible, y el desarrollo del día estaba siguiendo la misma vía.

La muchacha iba caminando hacia su casa desde el taller mecánico, pues no había llevado dinero en efectivo para pagar un taxi o tomar algún bus. Mientras masticaba su rabia un niño con una caja con chocolates se acercó a ella para pedirle que le comprara; la muchacha le dijo que no y prosiguió su marcha. Dos cuadras más cerca de su destino la joven se dio cuenta que el niño seguía caminando a su lado con la caja de chocolates; la mujer lo miró algo extrañada y simplemente siguió caminando.

A las cinco cuadras de marcha la muchacha se incomodó pues el niño aún caminaba a su lado; se detuvo y le dijo con voz fuerte que dejara de seguirla. Los otros transeúntes la miraron con extrañeza pero siguieron caminando. La mujer se quedó tranquila al ver que el niño dejó de seguirla; había logrado su objetivo, por lo que podía seguir caminando y masticando su rabia. Dos cuadras más allá, al doblar una esquina, la joven se encontró de frente nuevamente con el niño; sin embargo, algo parecía haberle sucedido en el trayecto.

La joven mujer se asustó, pues el niño estaba cubierto de sangre, sus ropas parecían estar rotas y sucias, y una profunda herida se dejaba ver en su cuero cabelludo. La muchacha se agachó a mirar al niño a ver si lo podía ayudar; de hecho al ver lo profunda de la herida empezó a pedir ayuda al resto de los transeúntes para que alguien llamara una ambulancia. La gente que pasaba a su lado la miraba con extrañeza; de pronto un muchacho se detuvo e hizo una llamada telefónica. Cinco minutos más tarde dos policías motorizados se detuvieron frente a ella y le preguntaron si le pasaba algo, si se sentía bien, o inclusive si es que había bebido algo o usado alguna droga. La muchacha les indicó al niño; en ese momento todo se complicó.

El niño no estaba en el lugar. El muchacho que hizo la llamada se acercó y les dijo a los policías que la muchacha se había agachado de la nada, empezó a mover su mano en el aire como si tocara a alguien invisible y por eso él los había llamado. De pronto la joven vio que detrás de los policías apareció nuevamente el niño, quien la miraba con tristeza. La angustia se apoderó de la muchacha, quien en ese instante tuvo una corazonada: le contó a los policías del accidente, y los llevó al lugar del suceso. Luego de buscar entre los matorrales al lado de la carretera, uno de los policías encontró el cuerpo de un niño con la ropa ajada, cubierto de sangre, una herida profunda en el cuero cabelludo, y una caja de chocolates aplastados a un par de metros del cuerpo. El policía dio inmediato aviso a la central para empezar a buscar el bus, mientras su compañero le tomaba declaración a la joven, Tras ellos, el alma del niño apareció pare despedirse de la muchacha y agradecerle por encontrar sus restos. La joven, sin dejar de hablar con el policía, le guiñó un ojo al alma del niño antes que ésta siguiera su viaje a donde debía viajar.