Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, agosto 06, 2023

Meditacion

El anciano estaba sentado en una incómoda posición para sus viejas articulaciones tratando de meditar, según las instrucciones de un afamado maestro nacional. El hombre no era capaz de concentrarse debido al dolor, por lo cual no lograba poner la mente en blanco como guiaba el maestro. En ese momento en su mente una palabra se apoderaba de sus pensamientos: dolor.

El maestro vio la cara del anciano donde se expresaba su sentir de ese momento. En lugar de acercarse a corregir la postura del hombre, le dijo que se sentara en cualquier posición en que se sintiera cómodo, a ver si con eso lograba poner la mente en blanco. El hombre agradeció al maestro, luego de lo cual se sentó simplemente en el piso hasta encontrar una posición en que nada le doliera. Pasados tres minutos logró encontrar una postura en que ninguna parte del cuerpo le dolía: a los dos minutos el anciano se había quedado profundamente dormido.

El anciano despertó algo asustado; sin embargo el maestro lo miraba tranquilo, acercándose a él diciéndole que se calmara, que nada malo había pasado, que solamente se había dormido, y que era natural luego de encontrar una posición sin dolor. El maestro luego le indicó al anciano que intentara alguna postura intermedia entre su posición sin dolor y la posición que él le había enseñado. El hombre logró una postura intermedia en que sentía cómodo; el hombre cerró los ojos, y por primera vez en su vida logró poner la mente en blanco, y empezar a hacer los ejercicios mentales indicados por el maestro.

El anciano abrió los ojos. La sala estaba a oscuras y vacía. En un rincón estaba sentado el maestro mirándolo. El anciano se paró sin dificultad, y dirigió sus pasos hacia el maestro. De pronto el semblante del maestro empezó a brillar como si fuera un foco halógeno. El hombre lo miró sorprendido. El maestro le indico con el dedo el lugar donde había estado meditando. El hombre no creía lo que estaba viendo.

El anciano vio su cuerpo en posición de meditación completamente tieso, con los ojos abiertos. El hombre se dio vuelta donde estaba el maestro, pero éste ya había desaparecido. En ese momento el anciano entendió todo: había muerto en la sala de meditación sin que nadie se hubiera dado cuenta, salvo el maestro quien al parecer tampoco pertenecía al mundo de los vivos. Tal vez al otro día encontrarían su cuerpo en posición de loto; por ahora debía preocuparse que su alma siguiera el camino que toda alma debe tomar al abandonar su cuerpo.