El
viejo hombre estaba echado frente al televisor viendo peleas de artes
marciales mixtas. El hombre nunca en su vida había peleado, y ni
siquiera había entrado en alguna ocasión a algún gimnasio a
preguntar loe precios de las clases; sin embargo era fanático de las
peleas por televisión, y siempre decía entre sus amistades que esa
tarde noche vería gente golpeándose por dinero.
Ese
fin de semana no hubo velada de peleas, por lo que el viejo hombre
decidió salir a hacer un poco de vida social a un bar cercano a su
casa. Al llegar al lugar se encontró con sus viejos amigos. Luego de
saludar a todos se inició una conversación que se fue regando con
alcohol, haciendo que las opiniones fuesen cada vez más vehementes y
con menos argumentos; sin embargo luego de terminar cada intercambio
de opiniones, todo terminaba en un brindis o en alguna broma de
amigos sin que nada pasara a mayores. Cerca de dos horas después de
la llagada del viejo, apareció un joven, quien era hijo de uno de
los comensales.
La
conversación cambiaba de rumbo a cada rato. De pronto un comentario
del viejo molestó sobremanera al joven, quien l insultó
abiertamente. El viejo, gobernado por el alcohol, le lanzó una
bofetada el joven y lo retó a salir a la calle a arreglar el
problema a los golpes. El muchacho aceptó: ambos hombres se
enfrascaron en una violenta pelea. El viejo empezó a hacer todo lo
que había visto hacer en televisión a sus ídolos, logrando en el
corto plazo golpear en repetidas ocasiones a su rival. En un momento
la pelea siguió en el piso, donde el viejo hombre empezó a ejecutar
distintas llaves al joven. De pronto, una fuerte puntada en su
abdomen lo hizo reaccionar: en ese instante, todo se hizo muy
confuso.
El
viejo hombre estaba de pie. En el suelo yacía su cuerpo con una
herida sangrante en el abdomen. Alrededor de su cuerpo sus amigos
miraban cómo una joven paramédico le hacía maniobras de
reanimación cardiopulmonar en espera de la llegada de la ambulancia
que habían llamado hacía varios minutos, luego que el hombre joven
lo apuñalara en el abdomen para después huir del lugar. El viejo
veía los esfuerzos de la muchacha por mantenerlo con vida mientras
llegaba el equipo de rescate; mientras tanto, el alma del hombre
disfrutaba recordando el sueño que había tenido.