Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

sábado, septiembre 16, 2023

Viento

La muchacha sentía el viento acariciar su rostro esa fría mañana de invierno. La noche anterior había llovido, y ahora el viento frío acariciaba todos los rostros que a esa hora deambulaban por las calles de la ciudad. La muchacha también se había llovido la noche anterior: sus ojeras denotaban una larga noche de insomnio y lágrimas; pero ya todo había pasado, había empezado otro día, y su rostro disfrutaba el viento en su superficie.

La muchacha veía como todo parecía girar a su alrededor. En ese momento no se sentía mareada ni nada parecido, simplemente veía como todo giraba sin ritmo alguno; la muchacha intentaba fijar su vista, pero en ese momento le era imposible, así que simplemente decidió dejarse llevar y ver todo girar vertiginosamente. En algún momento la muchacha pensó en cerrar sus ojos, pero sabía que ese momento sería irrepetible, por lo que prefirió seguir viendo lo que en ese momento sucedía.

La muchacha iba con audífonos conectados a su teléfono celular, escuchando su música favorita. La melodía de la canción “Fe” de Jorge González retumbaba en su cerebro, y la voz del cantante la mantenía en una especie de trance. El viento seguía acariciando su rostro: de pronto la fuerza del viento fue tal, que el sonido en sus oídos superó el volumen del reproductor de audio, provocando una extraña mezcla en su cerebro, que mal que mal le encantaba sentir.

La gente parecía acercarse rápidamente a la muchacha, quien seguía disfrutando el viento en su rostro. En ese momento un grito ensordecedor se dejó escuchar, paralizando por un instante el tiempo a su alrededor. Acto seguido un golpe seco se dejó sentir en el pavimento, seguido de más gritos de espanto y sorpresa: el cuerpo de la muchacha se había destrozado contra el cemento, luego de lanzarse desde el piso quince del edificio situado en medio de la comuna que la vio nacer, crecer y vivir la maldita depresión que terminó llevándola a tomar la peor decisión de su existencia, pero que de un u otro modo le había ayudado a acabar con su sufrimiento. Al lado de sus restos quedaba de pie su alma, confundida por lo que había hecho, y sin saber qué le tenía deparado el destino más allá de la muerte.

1 Comments:

Blogger Jorge Hoffmann said...

Muy buen cuento!

9:28 a.m.  

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