Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, octubre 22, 2023

Sicario

 El hombre caminaba cabizbajo por la calle a media tarde. Toda la gente parecía feliz a su alrededor, mientras su rostro evidenciaba una amargura difícil de igualar. Parecía por su expresión facial estar cual Atlas cargando el peso del mundo entero sobre sus hombros. La gente al mirarlo tendía a alejarse de él, pues su expresión facial daba miedo, como si mirarlo demasiado o acercarse a él pudiera contagiar su sentir de ese instante. El hombre no cruzaba mirada con nadie, su realidad se había vuelto demasiado amarga ese día, y no sabía aún cómo enfrentarla.

El hombre era conocido en el medio delictual, su trabajo era matar gente por dinero. El hombre hasta ese entonces no había pasado un solo día en la cárcel, pues se las arreglaba siempre para modificar su modus operandi y no dejar rastro alguno de su labor. El hombre había aprendido a matar en la calle al alero de un asesino de la vieja escuela, al cual terminó asesinando por un puñado de billetes. El hombre ya había perdido la cuenta de cuánta gente había perdido la vida por su mano. Aún recordaba cuando su mentor le dijo que la primera muerte era la más complicada, y la que nunca se podía olvidar: en su caso ello no fue así, pues nunca sintió remordimientos ya que cada muerte significaba dinero fácil para seguir viviendo.

Esa mañana el hombre tenía un trabajo que cumplir. Un traficante necesitaba eliminar al hijo de una mujer que lo había delatado como venganza, y para sentar precedente acerca del precio a pagar por delatarlo. El hombre era uno de los pocos sicarios que no tenía problemas en asesinar niños, por lo que aceptó el trabajo por una gran suma de dinero depositada en su cuenta bancaria. El hombre esperó pacientemente en la puerta de la casa de la mujer a que ella saliera con el pequeño de doce años para llevarlo al colegio; en cuanto los vio salir se bajó del vehículo en que esperaba, y sin dar ninguna señal se dirigió hacia la pareja, sacó una pistola semiautomáitca con silenciador de entre sus ropas y disparó a la cabeza del pequeño, el cual murió instantáneamente. La mujer se puso a gritar desesperada mientras el hombre caminaba hacia su auto; un transeúnte intentó detenerlo, recibiendo una bala en su pierna. Cuando el hombre entró al vehículo, la mujer sujetó la puerta, lo miró con ojos llorosos, y le dijo que a partir de ese momento ella se encargaría que no volviera a olvidar nunca más a la gente que había asesinado; el hombre simplemente la miró, cerró la puerta y se dirigió a su casa.

El hombre caminaba con el peso de sus muertos sobre sus hombros. La madre del niño asesinado era una bruja, y luego del homicidio de su hijo abrió la conciencia del hombre. Desde ese momento el hombre pudo ver el alma de todas sus víctimas que cargaba sobre sus hombros, y empezó a sentir el peso de esas almas sobre su cuerpo. El hombre caminaba sin entender qué iba a ser de su vida a partir de ese momento: lo que más le costaba entender, era que el alma más pesada era justamente la de su pequeña víctima de esa mañana.