Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, enero 28, 2024

Amistad

 

El gato lamía meticulosa y ordenadamente sus manos echado en el borde del sofá de la casa. El animal llevaba siete años con la familia que lo adoptó a los tres meses de vida, y ya estaba incorporado como parte del entorno familiar. Sin ser considerado como un hijo por sus humanos, el gato tenía el respeto y el cariño irrestricto de sus dueños y a esa altura de su existencia, de sus amigos humanos.

Esa tarde sus humanos llegaron a casa con una caja de cartón, el gato automáticamente se puso de pie para agradecer el regalo que le habían traído; independiente del contenido, la caja era regalo suficiente para darle felicidad por un buen rato. Sin embargo los humanos abrieron la caja frente a él: en ella venía un cachorro de perro. El gato miró con desdén al animal, el cual fue puesto en el mismo sillón en que estaba el gato. De inmediato el cachorro empezó a moverse torpemente para acercarse al felino, al cual empezó a hacer fiestas, siendo ignorado por el gato, quien simplemente siguió lamiendo cualquier parte de su cuerpo.

El cachorro ya llevaba cerca de un mes en la casa del gato, quien no sentía estar siendo invadido, simplemente porque nunca había tomado en cuenta al nuevo miembro de la familia. Pese a su llegada, sus humanos seguían entregándole cariño, comida y cuidados, por lo que para el gato nada había cambiado, salvo por los intentos del nuevo animal de interactuar con él. El cachorro intentaba jugar con el gato, mientras éste lo ignoraba del todo. La relación entre ambos estaba establecida, y al parecer a ambos acomodaba el estado de la situación.

Esa mañana el cachorro estaba inquieto; el gato se sentía un poco incómodo, pues el perro, en vez de molestar a los humanos, lo estaba incomodando a él. El cachorro se movía incomprensiblemente frente al gato, quien ya no podía hacerse el tonto con las fiestas que le hacía el pequeño perro. El novel animal movía sus patas casi como en una crisis convulsiva, y miraba fijamente por encima del gato; en ese momento el felino terminó por incomodarse hasta tal punto, que decidió golpear al perro, dejando de lado la diplomacia y las buenas relaciones. El felino se puso de pie, y al mirar por encima de su hombro, pudo entender al perro.

Los humanos de la casa estaban sorprendidos, pues de la nada el gato había empezado a acicalar al cachorro y a jugar con él como si hubieran sido amigos desde siempre. El gato estaba agradecido con el cachorro: el pequeño perro fue capaz de notar la presencia que había llegado a la casa a importunar a los humanos antes que él mismo, lo que le permitió neutralizarlo y así seguir protegiendo a la casa y a los humanos. El cachorro había demostrado que podía servir de algo, por lo que se había ganado el respeto del poderoso gato.