Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

lunes, enero 01, 2024

Guardia

 El sol entraba por la ventana esa mañana inundando la habitación. Los tibios rayos solares ayudaban en parte a subir un poco la baja temperatura propia de esa hora del día. La muchacha miraba hacia el infinito dejando que su mente se perdiera en la nada; de pronto el crujido de la bisagra de la puerta la devolvió a la realidad. Su turno había empezado hacía ya media hora, y era tiempo de empezar sus rondas de vigilancia en el perímetro de la empresa como guardia de seguridad.

La mujer caminaba pausadamente por la reja de la bodega que estaba bajo su cuidado. En el turno había ocho guardias, y su labor era vigilar los estacionamientos que daban a la bodega de productos de electrónica. Una ola de asaltos estaba asolando a las bodegas vecinas, lo que mantenía a la empresa de guardias en alerta; sin embargo la mujer era bastante relajada, y no parecía alterarse con nada. Sus turnos en general eran bastante tranquilos, en especial en las noches en las cuales se sucedían los robos a las empresas.

A las once de la noche la mujer había terminado de cenar, y se dispuso a empezar su ronda nocturna. Como siempre empezó a caminar lentamente por la reja. De pronto se dio cuenta que varios vehículos con sus luces apagadas se acercaban peligrosamente al perímetro; la mujer sacó su radio para comunicarse con sus compañeros y avisarles lo que estaba sucediendo; sin embargo al intentar hacerlo se escuchaba sólo estática. Al parecer la gente en las camionetas tenían sistemas de bloqueo electrónico; la mujer se dio cuenta que se encontraba sola contra los asaltantes

La mujer se sentó en el estacionamiento con las piernas entrecruzadas. Las camionetas se acercaban peligrosamente a la reja; en ese momento la mujer cerró sus ojos y empezó a concentrarse en los rayos de luz que entraban por la ventana aquella mañana. Uno de los conductores miró hacia las bodegas y se dio cuenta que algo estaba iluminando el estacionamiento. De pronto todos los conductores detuvieron sus camionetas al ver cómo una bola de luz parecía estar creciendo en el estacionamiento; el jefe de la banda decidió abortar el robo, pues la luminosidad era tal que simplemente los enceguecía, impidiéndoles ver lo que intentarían hacer.

Cinco minutos más tarde el equipo de guardias llegó donde su compañera, quien seguía caminando por el perímetro de la reja; al preguntarle por la llamada de alerta, la mujer les dijo que se había equivocado y que nada había pasado. Los guardias se miraron entre ellos y volvieron a sus posiciones originales. Mientras tanto en la sala de cámaras el guardia encargado de vigilar las grabaciones estaba cas congelado: había visto hacía pocos minutos a la mujer sentarse en posición de loto, empezar a levitar cerca de cinco metros sobre el pavimento e iluminarse casi como el sol, para luego apagarse y ponerse de pie como si nada. En ese momento vio cómo las grabaciones se borraban solas del disco duro. El guardia, a sabiendas que nadie le creería, decidió guardar el secreto de la mujer, que por lo demás no era capaz de entender, y ni siquiera de relatar coherentemente.