Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, febrero 04, 2024

Albañil

 

El albañil miraba con curiosidad al gato que se paseaba señorial por la obra. El animal parecía ser el dueño del sitio, mirando el trabajo de cada obrero con desdén mientras paseaba con su cola apuntando al cielo; el felino no parecía tener hambre ni sed, sino simplemente curiosidad por el trabajo de los humanos en el sitio. Luego de un par de minutos de observación, el albañil volvió a sus labores olvidándose del gato.

Esa tarde, después de la hora del almuerzo, el albañil estaba empezando a levantar el muro del noveno piso del edificio; una vez instalada la malla de acero el trabajador estaba colocando ordenadamente los ladrillos para dar la forma de la muralla, cuidando la ubicación de las ventanas según el plano del piso; el hombre llevaba más de veinte años en la misma labor por lo que su tarea era meramente repetitiva En algunos momentos de su vida empezó a sentir el peso de la monotonía de su trabajo, pero cada vez que esa idea se pasaba por su mente recordaba a su esposa y tres hijos, a quienes debía mantener con su esfuerzo en las obras; aparte de su trabajo fijo, el hombre también hacía trabajos particulares los fines de semana para no llegar tan justo a la quincena y al final de mes, fechas en que recibía su sueldo. El hombre era esforzado, pero le gustaba su trabajo lo que le facilitaba bastante la vida.

Los ladrillos estaban amontonados en desorden en una de las esquinas del piso. El albañil había intentado ordenarlos pero era tal la cantidad que le hubiera tomado la mitad de la jornada esa labor, por lo que simplemente se acomodó a trabajar tal y como se los habían dejado. Al hombre no le gustaba trabajar con el arnés de seguridad, lo que ya le había traído conflictos con el jefe de la obra; en general el albañil subía con el arnés puesto, pero al llegar al piso en que estaba trabajando se lo sacaba por comodidad.

El albañil fue a la esquina del piso a sacar veinte o treinta ladrillos para seguir levantando el muro. Por el apuro no se dio cuenta que había restos de cemento seco sobre el suelo, y al pisar en el lugar se resbaló: el hombre perdió el equilibrio, y sintió cómo su espalda se iba hacia el vacío. En ese momento apareció el gato, quien cruzó su cola bajo el cuerpo del albañil, sosteniéndolo para que recuperara la posición del cuerpo evitando la caída. El hombre no lograba comprender cómo la cola del animal había sido capaz de mantener su peso y evitar su caída. El albañil agradecido se agachó a acariciar el lomo del gato, quien respondió ronroneando. Sus compañeros de trabajo lo miraron asustados: primero había perdido el equilibrio y una extraña fuerza lo había devuelto a su posición inicial evitando su segura muerte, y ahora estaba agachado acariciando el aire. Al parecer el susto había alterado su mente; sin embargo se había salvado de la muerte, así que tenía derecho a imaginar lo que fuera después de la incomprensible salvada que había tenido.