El
hombre miraba con una mezcla de cansancio y rabia la pantalla de su
computador. Estaba terminando un informe que llevaba seis días
preparando, cuando un corte de luz no programado lo dejó en el aire
si poder seguir avanzando con el trabajo. El hombre ya estaba
acostumbrado a los inconvenientes externos en su trabajo, pero esa
mañana la presión se había tornado casi insostenible pues su jefe
le había preguntado varias veces sobre el informe, y el corte de luz
lo tenía casi colapsado. Justo en ese momento entraba por su puerta
el jefe para volver a preguntar respecto de lo mismo; sin embargo al
ver el semblante del trabajador le dijo que sería una buena idea
salir a dar una vuelta de una media hora a la calle, pues no quería
que la oficina apareciera en la crónica roja del noticiario de ese
día. El hombre esbozó una sonrisa fingida, pero le hizo caso al
jefe y salió a caminar.
Esa
mañana de otoño hacía un frío tolerable y casi agradable. El
hombre avanzaba con lentitud por la cuadra en que estaba el edificio
en que trabajaba; no pretendía alejarse mucho del lugar, simplemente
necesitaba caminar para enfriar la mente y bajar las revoluciones. El
hombre miraba con curiosidad el entorno, pues nunca había salido a
la calle a esa hora; se veía a mucha dueña de casa de compras,
algunos escolares haciendo la cimarra, y gente caminando sin rumbo
fijo, como él. El hombre levantó la vista a un enorme árbol que
había un par de metros delante de él, en ese instante quedó tieso
con lo que se presentaba ante sus ojos
El
hombre vio en el árbol a un ave que no se movía, que estaba en el
aire, y que no era un picaflor. En ese momento empezó a mirar a
distintas partes del follaje, y se encontró con lo mismo: aves en
posición de vuelo congeladas en el aire. El hombre no daba crédito
a lo que estaba viendo, y decidió ver si alguna otra persona veía
lo mismo que él; al bajar su vista al nivel del suelo, se dio cuenta
que todos los transeúntes estaban igual que las aves, paralizados en
sus actividades o trayectos.
El
hombre no lograba entender lo que estaba sucediendo. En ese momento
parecía que el tiempo se hubiera detenido alrededor de él,
dejándolo de lado. El hombre deambulaba viendo cómo la vida no se
movía, y de verdad que lo estaba disfrutando, pues por primera vez
podía ver el proceso de vuelo de las aves como lo muestran en
televisión, pero en vivo y frente a frente. El hombre se divirtió
mirando perros callejeros, personas con expresión de apuro detenidas
en el tiempo, hojas cayendo de los árboles congeladas en el aire;
hasta las moscas en vuelo le parecían interesantes.
Luego
de un rato el hombre quiso creer que la vida le estaba regalando un
tiempo fuera del tiempo; se dirigió a una multitienda, llegó al
piso donde vendían camas, y se acostó a dormir hasta que la vida
nuevamente lo despertara. El hombre comprendió en ese instante el
regalo de la vida, y ésta se encargaría de mantener todo congelado
hasta que él despertara descansado por una vez en su vida.