Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, junio 23, 2024

Mancha

 La secretaria disfrutaba en silencio el café que tomaba en la oficina a media mañana. Dado que no trabajaba atendiendo público se podía dar el tiempo de disfrutar un café sin dejar de trabajar, por lo que su jefe no la molestaba por su simple costumbre. Esa fría mañana de otoño se agradecía el café para calentar el cuerpo y hacer menos pesada la mañana, por lo que ya tenía pensado tomarse más de una taza en esa jornada laboral. Casi al terminar el café no se dio cuenta y pasó a llevar con el brazo la taza, derramando el resto que le quedaba de contenido en una de las carpetas, que para suerte de ella era la que tenía información más banal y recuperable. La mujer de inmediato se dirigió a conseguir toalla de papel absorbente para subsanar en algo el accidente. Al volver a su oficina, algo extraño había pasado.

Cuando sucedió el accidente, la mancha de café no alcanzaba a cubrir más de la mitad de la carpeta; cuando volvió con el rollo de toalla de papel, la mancha abarcaba la carpeta completa. Extrañamente, al intentar absorber el contenido con el papel, se dio cuenta que la consistencia de la mancha se había vuelto viscosa, como si al café le hubieran echado algo para espesarlo. En ese momento una compañera pasó por la entrada de la oficina, y al ver la carpeta, un grito se ahogó en su garganta; la mujer miró a su compañera, y al volver la vista a la carpeta entendió el grito.

La carpeta estaba cubierta por una costra café que parecía estar engrosándose a cada segundo. La secretaria y su compañera miraban el espectáculo casi congeladas de miedo al no saber cómo era posible que eso sucediera. A cada segundo se acercaban más compañeros de trabajo a observar lo que estaba sucediendo, lo que terminó por llamar la atención del jefe, quien al llegar al lugar y ver la carpeta, consiguió un par de guantes de goma con el personal de aseo, tomó la carpeta y la llevó a su oficina sin dar explicaciones. Luego de entrar a su despacho cerró la puerta y le puso seguro.

La vieja bruja estaba terminando de barrer la salita en la cual atendía a sus clientes; de pronto sonó su celular, y al ver la pantalla supo de inmediato de quién era la llamada. Media hora más tarde estaba entrando por una puerta trasera al despacho del jefe de la empresa; al ver la carpeta, supo que tenía que poner manos a la obra de inmediato.

Dos horas más tarde el jefe salió del despacho, tomó el hervidor de agua y lo botó en la basura, no sin antes echarle un papelito dentro; luego de ello juntó al personal, les dijo que le había entrado una especie de bicho al hervidor, que todos los que habían tomado café o té esa mañana debían consultar al médico ese mismo día, y que él compraría otro hervidor para cambiar el contaminado. Mientras tanto en el despacho la bruja terminaba de conjurar a la otra bruja contratada por la competencia para destruir la empresa por medio de una masa que ocuparía todo el espacio físico destruyendo la construcción. Su embrujo de vuelta eso sí era más elaborado: al día siguiente todos los trabajadores recibirían unos quequitos de cortesía para el desayuno, que terminarían por convertirlos a todos en asnos, en un plazo lo suficientemente corto como para evitar cualquier reacción.