Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, julio 14, 2024

Albañil

 El trabajador estaba preparando la mezcla para seguir elevando la muralla. Esa mañana de invierno no estaba lloviendo, pero las bajas temperaturas habían hecho mella en muchos de sus compañeros de trabajo que no se habían aparecido por la obra, algunos por síntomas respiratorios, otros por tener a sus hijos enfermos, y uno que otro que había sido vencido por la flojera y el frío, y que deberían buscar durante el día el modo de justificar la inasistencia, ya fuera pagando por una licencia médica falsa, o inventando una historia lo suficientemente creíble como para no necesitar justificación.

El jefe de la obra subió al piso en que estaba el trabajador, porque otro de los obreros le dijo que había algo raro con el albañil. Al llegar donde el hombre estaba trabajando no notó nada raro; al bajar al piso inferior el otro obrero le dijo que subiera de nuevo y se fijara en el alto de la muralla. A regañadientes el hombre volvió a subir, y se encontró con que la muralla había subido medio metro entre que bajó y subió nuevamente la escalera. De inmediato empezaron las bromas para el albañil, que diera el dato de las vitaminas, que si seguía trabajando así dejaría a todos cesantes, y otro sinfín de ocurrencias. Sin embargo el albañil no parecía escuchar a nadie, y simplemente seguía trabajando febrilmente, haciendo crecer los muros del piso.

Media hora más tarde el albañil había terminado los muros del piso y esperaba a que es resto del equipo terminara de instalar la losa para empezar con los muros del piso siguiente. Sus compañeros de trabajo no entendían cómo un trabajador sin ayuda había podido terminar tan rápido todo ese trabajo. De pronto uno de sus compañeros se acercó a hablarle, sin obtener respuesta; al mirarlo con cuidado se dio cuenta que su piel se veía grisácea, como si estuviera enfermo. En ese instante uno de ellos tocó su cara: de inmediato todos corrieron a buscar al jefe.

El dueño de la empresa estaba llegando a su oficina pues tenía una reunión con inversionistas esa mañana; al llegar al hall de la entrada se encontró con todos los trabajadores de su última obra esperándolo. El jefe de obra le explicó al dueño todo lo que había pasado, y que cuando le tocaron la cara se le había salido una parte de la cara como si fuera una estatua de arcilla. El empresario no sabía cómo les explicaría que el albañil era un golem, ni cómo les podría hacer entender qué era un golem, de su creación, y que era un simple experimento para poder reemplazar a sus empleados por esclavos de arcilla.