Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, agosto 04, 2024

Músico

El músico estaba cansado esa noche. Eran las tres de la mañana y ya llevaba cerca de dos semanas trabajando en una idea para hacer una nueva composición para cuarteto de cuerdas; sin embargo, luego de la idea inicial, su mente parecía haberse bloqueado y ya no era capaz de avanzar en la composición. El hombre miraba con desdén su violoncelo, a ver si su instrumento le daba alguna idea para continuar creando.

A las cuatro y media de la mañana el hombre se dio por vencido, dejó el teclado eléctrico, el software de composición, apagó el computador y se sentó frente al televisor a pasar canales para distraerse un poco. Al encender el televisor se encontró con un programa de un canal cultural donde mostraban la leyenda del compositor clásico Giuseppe Tartini que según la historia había hecho un pacto con el diablo para componer la pieza perfecta, conocida luego como “el trino del diablo”, una sonata para violín en sol menor muy conocida en su medio. El hombre apagó el televisor y se puso a pensar seriamente, dentro de su cansancio y su agobio, que no era tan mala la idea de hacer un paco con el diablo para lograr su cometido. Cinco minutos más tarde había encendido nuevamente su computador en busca de instrucciones.

Ocho de la mañana. El teléfono de un viejo violinista sonaba sin cesar. Luego de salir de la habitación para dejar dormir a su señora, el añoso músico se dirigió al living de su hogar a contestar la llamada. Del otro lado del teléfono el compositor le contaba asustado al violinista lo que había hecho; el anciano, conociendo a su discípulo y amigo, le pidió que sacara una fotografía de lo que según él era su invocación al diablo. Luego de recibir en su celular la fotografía el anciano se echó a reír, y llamó de vuelta al compositor para explicarle que su intento no iba a resultar si la invocación la hacía con una estrella de seis puntas y no con una de cinco. El anciano calmó a su amigo, le dijo que dejara todo como estaba, que nada pasaría, y que se acostara a dormir para descansar su mente y su cuerpo, y que al despertar desarmara todo el burdo intento que había hecho y con la mente más limpia intentara retomar la composición. Terminada la llamada el compositor miró lo que había hecho, se largó a reír y simplemente se acostó.

Cinco horas después el músico se despertó lleno de ideas. Sin siquiera lavarse los dientes encendió el computador y vio cómo su mente parecía haber soñado la partitura que ahora manaba de su cerebro. El hombre creyó que su amigo se había equivocado, y que de verdad había logrado el pacto con el diablo para componer su pieza perfecta. Tras él, un ángel vigilaba que las notas que había puesto en la mente del hombre fueran las que transcribía en la partitura. Daba lo mismo lo que el músico creyera, o el nombre que le colocara a la pieza, lo importante era que el mundo recibiera esa música sagrada de algún modo.