Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, agosto 11, 2024

Pintor

 El pintor había terminado de preparar la tela para empezar con la nueva pintura que le habían encargado. El artista era un reconocido pintor dedicado a las naturalezas muertas, y su obra era bastante solicitada en todo el continente, por lo que podía darse el lujo de vivir de su arte. En esa ocasión una añosa diseñadora de modas retirada lo había llevado a su mansión para que pintara un cuadro de una extraña planta con forma de enredadera con espinas y una enorme flor que parecía de color rojo deslavado. La planta estaba ubicada en un gran macetero blanco de un material que parecía cerámica que por su peso no podía ser movido de donde estaba colocado, en un rincón de un pequeño invernadero al lado de la edificación mayor.

El pintor empezaba a mezclar colores en su paleta. El artista había decidido pintar sólo la planta y el macetero, para luego hacer un fondo negro en el que destacara el objeto del cuadro. Extrañamente el hombre no lograba dar con el color exacto de la enredadera para empezar a pintar, pues cuando creía que lo tenía listo, al compararlo notaba que estaba más brillante que el real, por lo que debía empezar el proceso de nuevo.

Dos horas después el artista no daba con el color. Cansado, el hombre decidió tomar una foto de alta resolución de la enredadera, y hacer el color en base a esa imagen. Grande fue su sorpresa al terminar de hacer la nueva mezcla, que el nuevo color nuevamente era más brillante que la enredadera real. Al comparar el color de la fotografía con la planta, se dio cuenta que efectivamente la planta parecía estar decolorándose frente a sus ojos. En ese instante sintió un fuerte pinchazo en uno de sus tobillos, luego de lo cual una fuerza desconocida y enorme lo lanzó al suelo desde el mismo tobillo.

El mayordomo se dirigió al invernadero a ver si ya todo había terminado. Al llegar encontró el atril y las pinturas desparramadas por el suelo, rastros de sangre sobre la tierra, trozos de ropa del pintor ajados y botados por doquier. En el macetero la planta se veía de colores vivos, y la flor estaba de un rojo carmesí que llegaba a iluminar todo el invernadero, Tras el mayordomo entró la diseñadora completamente desnuda; la añosa mujer sacó la flor de la planta, bebió su rojo néctar, y frente a los ojos del mayordomo rejuveneció cerca de cincuenta años de una sola vez. El anciano hombre empezó a limpiar los despojos, y tal como cada cincuenta años, se cuestionaba si valía la pena tener que limpiar a la planta que absorbía la vida de los artistas para rejuvenecer a su dueña solamente para ver ese breve espectáculo.