Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, abril 06, 2025

Desconocido

Página en blanco. Mente en blanco. Correo en blanco. Once de la mañana y la oficinista seguía mirando la pantalla del procesador de texto a ver si la vida la iluminaba y lograba evacuar el informe que le habían solicitado hacía ya una semana desde su jefatura directa, y que debía enviar por correo antes de las doce del día. Si bien era cierto su jefa era su amiga del alma y siempre le perdonaba algunos retrasos en la entrega de informes, en esa ocasión el texto era esperado por el gerente de la empresa por lo que el plazo era perentorio y no quedaba más que entregarlo o atenerse a las consecuencias.

La mente de la oficinista no estaba en la oficina sino a kilómetros de ahí. El fin de semana anterior había salido sola a beber algo a un bar, había conocido a un hombre extraño que le llamó la atención, las cosas se fueron dando hasta terminar en la cama con él, y solo al despertar a la mañana siguiente se acordó que tenía novio y que la había estado esperando esa noche. La mujer había quedado tan obnubilada con el desconocido que cuando su novio le preguntó qué había pasado, simplemente le contó la verdad y terminó la relación de cuatro años en un momento. El problema era que nada sabía del desconocido, que no sabía cómo encontrarlo, y lo peor de todo es que sentía algo extraño desde que lo dejó que no sabía explicar, y que no la dejaba estar tranquila.

Diez para las doce del día y la pantalla seguía en blanco. En ese momento apareció por la puerta su jefa, mujer oriunda del sur de Chile, quien en cuanto la miró la notó extraña. La mujer le dijo que no se preocupara, que ella ya había hecho el informe y lo había enviado a gerencia, y ahora necesitaba saber qué estaba pasando con ella.

Las mujeres bajaron a una cafetería a la hora de almuerzo. La oficinista le contó a su jefa todo lo que le había pasado el fin de semana. La mujer la escuchó y le dijo que se juntaran a la salida, pues la iba a invitar a salir, a lo que la oficinista accedió de inmediato.

Media hora después de la hora de salida ambas mujeres estaban en la sala de espera de una consulta ginecológica. Poco menos que a la fuerza la jefa consiguió que la mujer se tomara un test de embarazo que salió inmediatamente positivo, cosa que para ella era incomprensible pues ella tomaba anticonceptivos y su novio usaba condones, pues estaba terminando de cursar un postitulo por lo que un embarazo era lo último que necesitaban. Sin embargo su jefa la seguía mirando de reojo. En cuanto entró a la consulta la jefa le entregó el test al ginecólogo quien tenía en la consulta un ecógrafo. Al mirar los tres la pantalla, nadie entendía nada, mientras la embarazada ahogaba un grito de terror en su garganta.

El extraño hombre estaba nuevamente en la barra de algún bar de la ciudad. El hombre sabía que le quedaba poco tiempo de permiso, por lo que debía aprovechar cada segundo. Mientras en la calle la mujer lloraba desconsolada al saber que en su útero se desarrollaba un ser deforme que no era hijo de su novio, el trauco aprovechaba los últimos días de permiso que le habían dado los brujos de la recta provincia para salir de Chiloé y hacer de las suyas en el resto del país.

sábado, marzo 29, 2025

Comentario

El barrendero escuchaba en sus audífonos una canción desconocida de una banda de amigos suyos, quienes le habían regalado una copia digital de su primera grabación para que la escuchara. El hombre era un experto en música popular, por lo que en el medio de artistas emergentes era bastante bien valorada su opinión; de hecho para muchos de ellos era una sorpresa saber en qué se ganaba la vida. El hombre simplemente les decía que cuando repartieron las oportunidades laborales él ya estaba escuchando música, por lo que asumía lo que le había tocado como destino y simplemente lo vivía. El hombre era feliz, y eso era suficiente para él.

A la semana siguiente el hombre estaba buscando música nueva para escuchar y comentar. Como todos los días recibía bastantes correos electrónicos ofreciendo grabaciones para que escuchara y comentara, por lo que a esa hora estaba preocupado de leer su email; extrañamente ese día su bandeja de entrada se encontraba vacía, y cuando estaba por cerrarla recibió una notificación de un nuevo mensaje. El correo no tenía remitente visible, no tenía asunto ni mensaje sino simplemente un enlace a una grabación; el hombre no se complicó por detalles, descargó el archivo y activó su reproducción.

El archivo era una grabación casera, de muy mala calidad, con instrumentos mal afinados, sonido repetido una y mil veces y una voz casi repugnante. El hombre alcanzó a escuchar treinta segundos, y decidió eliminarlo; sin embargo, por algún motivo no pudo hacerlo, y para más remate empezó a sonar más fuerte. El hombre estaba incómodo; intentó detener la reproducción por todos los métodos que conocía sin lograr nada, por lo que decidió apagar el teléfono. Una vez apagado el teléfono, en sus audífonos seguía sonando la canción, así que simplemente se sacó los audífonos.

El hombre estaba desconcertado, pues en su cabeza seguía sonando la canción cada vez más fuerte, lo que lo estaba descompensando. A algunos kilómetros de distancia, la bruja estaba terminando el trabajo encargado por una banda que fue mal criticada por el experto y cuyo juicio había echado por tierra la carrera musical de los artistas, quienes desde ese entonces habían estado buscando venganza hasta que se encontraron con la añosa mujer. Ahora sólo faltaba que el barrendero colapsara y muriera, para que la mujer les enviara la fotografía del cuerpo y así poder cobrar su bien ganado dinero.

domingo, marzo 23, 2025

Aprendizaje

La mujer intentaba conversar con tranquilidad con su interlocutor sin explotar de rabia. Hacía meses que se había hecho amiga de un desconocido en un bar, del cual casi no sabía nada, pero con quien le gustaba conversar pues el hombre era bueno para escuchar. Sin embargo, con el paso del tiempo algo estaba cambiando en su modo de expresarse, y ello estaba llevando la mujer a su límite de tolerancia.

El hombre parecía ser mayor que la mujer; sin embargo, ambos tenían la misma edad, pero las vicisitudes de la vida lo habían impactado lo suficiente para envejecerlo físicamente. Además, el hombre también parecía más viejo mentalmente, pues su bagaje cultural era infinitamente mayor que el de la mujer. En un principio de la relación el hombre era condescendiente con la mujer, le escuchaba todo y trataba luego de darle algún consejo que él sintiera adecuado, lo que la mayoría de las veces era acertado. Pero esos últimos dos meses su trato estaba cambiando, y parecía cada vez aguantar menos las quejas de la mujer, haciéndola sentir a veces como una tonta, cosa que ya la estaba hartando.

Esa noche la mujer empezó a contarle al hombre una situación banal sufrida por una compañera del trabajo. El hombre la miró, guardó silencio algunos segundos, luego de lo cual le dijo directamente que su amiga era estúpida, y lo que le había pasado era lo que merecía una estúpida. La mujer no aguantó más, miró con odio a su amigo y le dijo que era un insensible, a lo que el hombre respondió que la sensibilidad era irracional, y que eso era una de las cosas que estaba limitando la evolución de la raza humana. La mujer sin pensarlo se puso de pie y se fue del lugar, no sin antes lanzarle el contenido de su vaso a la cara e insultarlo a viva voz.

Media hora más tarde el hombre ya se había secado el rostro y la ropa, y había comprobado que la mujer lo había bloqueado de toda forma de comunicación electrónica, incluyendo el teléfono. En ese instante una muchacha que parecía muy joven se sentó a su lado con una copa de un trago dulce. La mujer lo miró en silencio, y le preguntó si había entendido su error. El hombre bebió un gran sorbo de su destilado, empezó a recordar una tras otra todas sus reencarnaciones, y que en todas había pasado decenas de veces lo mismo. El hombre entendía que quería ayudar a la raza humana, pero que su sabiduría era tal que tarde o temprano se aburría de la nula evolución de la gente del planeta, por lo que terminaba diciendo lo que realmente pensaba y cómo lo pensaba. Luego de tragar su bebida respondió con un sí; la mujer luego le preguntó si ahora había entendido que debía cambiar a lo que el hombre de inmediato respondió que sí. Finalmente la muchacha le preguntó si cambiaría; media hora más tarde el hombre bajó la mirada, terminó su trago y pidió la cuenta.


domingo, marzo 16, 2025

Meditación

El hombre intentaba meditar en el living de su departamento ubicado en medio de la capital. El ruido de la calle y de los vecinos le complicaba concentrarse, además de la incomodidad del duro piso de baldosa sin alfombras, y de la delgadez de la colchoneta en la cual se ubicaba, la cual ya estaba casi perforada por el uso repetitivo. El hombre soñaba alguna vez poder meditar en algún lugar de ensueño, como al lado de una caída de agua o cascada, sentado en posición de loto sobre las rocas rodeado de naturaleza en una esterilla de bambú y ataviado con una bata celeste o amarilla; sin embargo sabía que eso estaba fuera de su alcance económico, y que probablemente la esterilla sobre las rocas estaría igual de dura que su colchoneta sobre el piso del departamento.

Al ritmo indolente de la música de moda, auspiciada gentilmente por sus agresivos y maleducados vecinos quienes ya tenían varias denuncias por ruidos molestos, la mente del hombre se alejaba de la realidad mundana y se conectaba con su ser interior, lo cual lo tenía en un estado de tranquilidad tal, que casi no le molestaba la estridente música. El hombre además había encendido varias varitas de incienso, cuyo olor también le ayudaba a tranquilizarse y a su conexión interna. Tal fue el nivel de desconexión con la realidad, que en un momento el hombre se quedó dormido y tuvo un extraño y vívido sueño.

El hombre se vio bastante más musculoso que como era realmente, lo que le causaba bastante risa pues entendía que era un deseo oculto de su inconsciente, cosa que jamás lograría pues no congeniaba con el ambiente de los gimnasios. De pronto fuertes golpes remecieron su puerta: al abrir, estaban frente a ella sus vecinos quienes lo insultaron por el olor de los inciensos. El hombre intentó explicarles pero el hombre más alto le gritó que los apagara de inmediato o se hiciera cargo de las consecuencias. En ese momento pasó lo más divertido del sueño.

El hombre se enojó, cosa que jamás pasaba en la vida real, empujó al vecino y lo lanzó contra la muralla del pasillo. En ese momento sus acompañantes empezaron a lanzarle golpes de pies y puños que el hombre esquivó con facilidad, para luego contratacar con una andanada de puñetazos y patadas. La fiereza de los golpes causó estragos en los rostros de sus vecinos quienes terminaron en el suelo sangrando; en ese momento uno de ellos sacó un arma de fuego de puño, que rápidamente pasó a manos del hombre con un brusco movimiento de muñeca, terminando con un disparo en el glúteo de su agresor. En ese momento el hombre cerró la puerta para despertar muerto de la risa.

Al despertar el hombre no entendía qué pasaba, pues ya no se escuchaba música, la que fue reemplazada por gritos de dolor de sus copropietarios. El hombre se asomó a la puerta: al verlo sus vecinos huyeron despavoridos, dejando muchos rastros de sangre en el pasillo. Desde ese día nunca más hubo ruidos molestos, y el hombre pudo seguir meditando en su colchoneta en el living, pero ahora en sepulcral silencio.

domingo, febrero 09, 2025

Escritor

El escritor se sumergía en su cerebro buscando ideas para escribir. En el taller literario que tomó para aprender a crear le enseñaron que la inspiración no existía, pero había descubierto con los años que al menos en su caso había una suerte de señal “divina” que le llegaba y que le permitía escribir. Sin embargo, el hombre tendía a deambular por la ciudad observando el entorno, y era ello en realidad lo que le daba ideas para plasmarlas en el papel y le permitía crear para eventualmente ser leído por alguien en algún momento.

Esa noche el hombre fue a un bar cerca de su casa a beber algunos tragos para relajarse y pensar un poco acerca de su creatividad. Luego del cuarto vaso de destilado su mente empezó a obnubilarse, a ver el mundo moverse a su alrededor, y hasta a ver las cosas de un color distinto; de pronto el hombre se quedó profundamente dormido sobre la barra.

El hombre despertó como a las cuatro de la mañana; al darse cuenta de la hora se preocupó, pues el horario de cierre del bar era a las tres. Al incorporarse, vio a u barman desconocido, vestido formalmente y con un trato casi de diplomático. El hombre le preguntó por la hora, a lo que el barman le dijo que no se preocupara, que las restricciones horarias no existían en ese lugar. El hombre pidió el mismo destilado que lo había aturdido, el que fue servido diligentemente por el hombre tras la barra quien luego de ello, siguió lustrando vasos con un paño blanco.

El hombre empezó a mirar su entorno; los comensales no tenía nada que ver con aquellos que estaban cuando él llegó al local. Ahora había gente ataviada más elegantemente que en un principio, con ropas de calidad pero definitivamente extemporáneas; el modo de hablar de todos tampoco parecía acorde a la época. De pronto el hombre se fijó en las botellas ubicadas en un muro con un espejo en el fondo, y recién empezó a entender.

El hombre bebía tranquilamente en la barra. Al verse al espejo y no ver imagen alguna reflejada en él, su memoria se refrescó. El hombre no se había quedado dormido sino había muerto de un accidente vascular en el lugar, quedando su alma capturada en el bar que albergaba a todas las almas que había fallecido en el centenario local. El hombre ya no tenía preocupaciones, pues no había dejado deudos, y su exigua herencia no cambiaría en nada las arcas fiscales del país. En ese momento su interés estaba centrado en una hermosa joven ataviada con un traje que parecía sacado de la época del Charleston, que había muerto ochenta años atrás, y que ahora lo escuchaba interesada en sus aventuras como escritor.

domingo, febrero 02, 2025

Trote

El hombre trotaba temprano cada mañana. Todos los días se levantaba a las cinco de la mañana y a las cinco veinte ya estaba en la calle trotando sin importarle la oscuridad, el clima o el tráfico. El hombre siempre iba adecuadamente vestido con ropa deportiva acorde a la época del año, y mantenía un ritmo de trote permanente en todo su trayecto.

Esa mañana el hombre trotaba por la avenida que quedaba a tres cuadras de su casa. De pronto se encontró con un camino de tierra seco y polvoriento. A la distancia se veía un grupo de carpas antiguas, custodiadas por dos soldados ataviados con ropas coloridas, armados con enormes fusiles; los hombres lo miraron con curiosidad, pero al notar que no representaba peligro, siguieron escudriñando el resto del paisaje.

A la mañana siguiente el hombre llegó nuevamente a la avenida; nuevamente a los pocos metros apareció un camino de tierra, esta vez más húmeda, y con una mayor densidad de árboles. A la distancia vio aparecer sendas construcciones de madera, paja y barro, desde las cuales salían personas ataviadas con ropas simples hechas de telas básicas. Las armas que algunos portaban eran mazos, arcos y flechas y lanzas. Ninguno de ellos tomó en cuenta al hombre; al parecer, ni siquiera lo vieron.

Otro día cualquiera el hombre llegó a la avenida: de pronto se encontró con una tormenta eléctrica, lluvias torrenciales y agua desbordada al lado de un inexistente camino. En ese momento un enorme animal de cerca de veinte metros de largo y diez de alto, cubierto de una fina capa de plumas, comía de la copa de un extraño árbol; a la distancia un grupo de animales más pequeños pero con enormes garras lo acechaban, esperando el momento preciso para darle caza y convertirlo en comida.

Esa mañana el hombre despertó algo preocupado, se vistió como siempre y salió a trotar a las cinco veinte de la mañana. A tres cuadras de su casa estaba la entrada al agujero de gusano que le permitía trotar en distintas etapas de la historia del lugar; el hombre estaba algo atemorizado, pues si todo seguía cierta lógica, podría tal vez aparecer en una época en que en vez de tierra hubiera un océano, o peor aún, una superficie gigantesca de lava.

domingo, enero 26, 2025

Colapso

La secretaria llevaba media hora al teléfono escuchando a su jefe dando instrucciones desde su domicilio mientras estaba convaleciente de una cirugía de vesícula. La mujer ya estaba cansada de escuchar horas de horas de instrucciones telefónicas para hacer lo que siempre había hecho y que sabía hacer casi de memoria; la mujer sabía que debía escuchar a su jefe pues ello le servía de terapia para recuperarse anímicamente más rápido, pero escuchar tantas horas de llamadas al día ya la tenía casi colapsada.

A las diez de la mañana apenas le quedaba treinta por ciento de batería, pues además de la llamada eterna estaba recibiendo una cantidad enorme de correos electrónicos y mensajes de whatsapp de diversos colaboradores apurando informes o pidiendo certificaciones para presentar nuevos proyectos con empresas extranjeras que necesitaban validar su institución a nivel transnacional. La mujer no tenía tiempo de seguir escuchando la llamada y de intentar contestar tanto mensaje; pese a que tenía el correo y el whatsapp abiertos en el computador estacionario, la conversación no le dejaba posibilidades de enviar todos los documentos solicitados. En ese momento la mujer se obnubiló, cortó la llamada, apagó el computador y salió por la puerta de la oficina camino al ascensor.

La mujer caminaba por la calle distraída, mirando a la gente que se cruzaba frente a ella. El teléfono sonaba repetidas veces, el correo y el whatsapp daban decenas de avisos a cada segundo, y la mujer seguía caminando como si nada estuviera pasando. Al llegar a una esquina donde había un basurero, dejó el teléfono en su interior y cruzó la calle.

La mujer ya estaba a más de diez cuadras de la oficina. De improviso encontró una armería a la cual entró, pidiendo ver varias armas de puño. Al recibir las armas la mujer empezó a sacarse la ropa, lo que distrajo al dueño de la tienda, dándole tiempo para cargar las armas y asesinar al dependiente. Cinco minutos más tarde la policía recibió la instrucción de dirigirse a una calle a dos cuadras de la comisaría, donde una mujer desnuda estaba disparándole a personas al azar en la vía pública. La mujer colapsada estaba liberando su estrés asesinando gente: mientras tanto su alma estaba poniéndose al día asesinando a todos aquellos quienes en encarnaciones anteriores, habían quedado con deudas impagas con su alma inmortal.