Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, abril 28, 2024

Sueño

 El hombre intentaba desperezarse frente a la pantalla del computador. La noche anterior había empezado a leer un libro que lo tenía cautivado por lo que recién lo había logrado soltar a las tres de la mañana. Era tal el interés que la historia le había provocado, que no le importó trasnochar con tal de avanzar lo más posible en el relato. Definitivamente al menos para él, el autor era un verdadero genio contando historias.

A media mañana el hombre ya había bebido tres tazas de café cargado en el trabajo, sin que ello le ayudara a superar el sueño que traía desde su casa; tarde se había dado cuenta del impacto que tendría en esa jornada la decisión de la noche anterior. Ahora no le quedaba más que simplemente asumir las consecuencias, y seguir destrozando su estómago a punta de tazas de café cargado para intentar no quedarse dormido en su oficina. En ese momento una secretaria entró a dejarle unas carpetas: cuando entró el hombre vio a la mujer ataviada con una especie de sábana trasparente que dejaba ver su cuerpo a través de los rayos del sol. Un segundo más tarde vio a la mujer como realmente estaba vestida, con el uniforme de la empresa.

El hombre estaba un poco preocupado. La visión de la secretaria ataviada como un personaje de la novela lo había dejado algo preocupado, pues ello quería decir que su cerebro no estaba procesando adecuadamente la realidad. Dos minutos más tarde entró a su oficina un ogro enorme y maloliente que empezó a gruñirle; cinco segundos después el ogro se transformó en su jefe, quien lo cuestionaba por un error de redacción en un informe entregado el día anterior.

El hombre había echado cuatro cucharadas de café a la novena taza, necesitaba que su cerebro se reconectara rápido, pues las visiones estaban durando cada vez más, lo que lo tenía realmente muy preocupado. Cerca de la hora de colación habían entrado dos ninfas, un ogro, un mago y dos soldados armados a su oficina; estos últimos habían demorado casi tres minutos en dejarse ver como quienes eran realmente, dos guardias de seguridad que le preguntaban repetidas veces por el estacionamiento de su auto.

Luego de almorzar y de la décimo octava taza de café, el hombre estaba desesperado. Un unicornio, una bruja y dos prostitutas habían pasado por su oficina; las últimas visitas habían demorado casi siete minutos en dejarse ver de modo real, lo que lo tenía consternado, pues ya se acercaba la hora de salida y sabía lo que venía en el libro. El hombre fue al baño, encendió un cigarrillo y lo apagó en la piel de su abdomen. Luego de gritar de dolor, repitió la operación hasta que su piel no pudo más. Al volver a su oficina las visiones por fin habían desaparecido; al final del día había logrado vencer al sueño y volver a la realidad. Al salir del trabajo todo estaba en calma y normalidad; al llegar a la esquina donde lo detuvo un semáforo, escuchó un bramido enorme, y por un de los espejos laterales vio aparecer un dragón que se dirigía directamente hacia su vehículo. El peritaje de bomberos determinó que el incendio del vehículo y la carbonización del cuerpo del conductor fue debido a combustión espontánea.

domingo, abril 21, 2024

Tos

El hombre tosía bruscamente esa mañana. A sus sesenta años nunca había presentado un episodio de tos de más de tres días; ahora llevaba diez días tosiendo sin desgarro, lo que lo tenía bastante incómodo. Tal como todo hombre que se precie de tal, había esperado a que el episodio se le quitara solo, pero luego de tanta molestia decidió finalmente hacer aquello que hasta ese momento nunca había hecho: pedir hora con un médico.

La profesional que lo recibió era una muchacha joven que tenía edad para ser su hija; luego de tomar la historia y preguntarle otras cosas que no parecían tener relación con la tos lo hizo pasar a la camilla, le miró la garganta y le escuchó los pulmones. Una vez terminó de escribir lo que encontró en el examen físico, la doctora le dijo que su pecho sonaba como si fumara dos cajetillas diarias desde hace cuarenta años, por lo que inmediato le solicitó una resonancia de tórax para descartar fibrosis o eventualmente cáncer.

El hombre salió estupefacto de la consulta, pues jamás en su vida había fumado, andaba en bicicleta los fines de semana, y podía caminar kilómetros sin cansarse; de inmediato pensó que a la doctora le faltaba experiencia, por lo que pidió de inmediato otra hora, esta vez con un broncopulmonar, quien llegó a la misma conclusión que la primera profesional: tenía los pulmones muy dañados, y había que descartar fibrosis o cáncer.

El hombre estaba sentado en una plaza a la salida de la segunda consulta, tratando de entender qué estaba pasando. Salvo la tos seca el hombre se sentía bien, sin ninguna complicación en su vida diaria. Esa noche el hombre se dirigió al bar que frecuentaba ocasionalmente, encontrándose con un incidental conocido a quien le contó lo que le estaba sucediendo. El hombre lo miró y le dijo que conocía a una especie de bruja que solucionaba casos extraños, que no cobraba caro, y que aunque no creyera, le podía dar otra visión de su problema. El hombre pensó un par de minutos: él no creía en brujos, pero tampoco creía en los médicos, así que tomó el número de teléfono, y a la mañana siguiente agendó una cita.

El hombre llegó a una casa con colores casi electrizantes; al tocar el timbre sonó una especie de melodía mexicana. Luego de algunos segundos apareció una mujer obesa vestida casi como payaso por la mezcla de colores y telas: en cuanto lo miró lo tomó de la mano y lo metió a una especie de oficina recargadamente adornada, y sin preguntarle nada empezó a pasar frente a él extraños adornos de maderas de colores vagos.

El hombre no entendía nada: de pronto sintió un extraño estremecimiento, y de su pecho salió una imagen trasparente con un cigarro en la mano, quien dijo palabras en un idioma desconocido para luego desaparecer. En ese momento el hombre dejó automáticamente de toser, para de inmediato recuperar su antigua normalidad. Mientras la mujer le explicaba que una especie de fantasma fumador se había apoderado de su pecho para poder seguir fumando en su plano de existencia dado lo sano que él era, la entidad maligna salía de la habitación para buscar a una nueva víctima para poseer, esperando que en esta ocasión solamente consultara con médicos para dejarlo tranquilo seguir fumando.

domingo, abril 14, 2024

Bocinas

 El hombre terminaba de cargar bencina en la bomba cerca de su trabajo. El precio del combustible hacía que cada vez pudiera echar menos bencina con el mismo dinero, por lo que debía ir más veces al mes a la bencinera, lo cual le molestaba bastante: odiaba el olor a bencina, y cada visita al lugar era motivo de desagrado e incomodidad. Pese a todo, esa tarde no había tanto olor en el lugar, o su nariz estaba empezando a acostumbrarse al característico olor del combustible.

El hombre manejaba con tranquilidad por las calles de la ciudad. De pronto empezó a sentir una serie de bocinazos tras de él: el hombre no se dio por enterado en un principio, hasta que la cantidad de distintos tonos de bocina le hicieron darse cuenta que todos los vehículos tras el suyo hacías ruido para apurar la marcha. El hombre no entendía lo que pasaba, hasta que una imagen apareció en sus dos espejos laterales: a una gran distancia avanzaba hacia ellos una especie de nube negra, que cada vez parecía más cercana.

El hombre empezó a aumentar su velocidad; sin embargo ello no parecía ser suficiente, pues los bocinazos no bajaban en frecuencia e intensidad. Al llegar a un semáforo en rojo el hombre intentó detenerse, pero fue tal la presión del resto de los conductores que empezó a acelerar lentamente para tratar de pasar sin ser chocado; extrañamente no había tránsito en la calle perpendicular por lo que pudo pasar sin mayor problema.

El hombre seguía sin entender la premura de los conductores en la calle; de pronto una motocicleta ´de la policía lo alcanzó. El hombre quiso poner las luces de estacionamiento para detenerse, pero el motorista le gritó que acelerara lo más posible y huyera del lugar si es que quería seguir vivo. El conductor no entendió nada pero acató la orden y aceleró su vehículo casi a fondo.

El conductor seguía manejando a toda velocidad sin entender las palabras del policía. De pronto volvió a mirar por los espejos laterales y vio cómo la nube negra parecía acercarse cada vez más hacia él. En ese instante pudo distinguir detalles en la nube: el terror se apoderó de su alma y aceleró al máximo su vehículo.

Diez cuadras más allá dos vehículos de una academia de conducción avanzaban lentamente. El hombre empezó desesperadamente a tocar la bocina para hacer que se apuraran sin lograr su cometido, provocando un atochamiento enorme y que todas las bocinas volvieran a sonar como estruendo tras de él. La única posibilidad de apurarlos era que algún motorista, policial o civil, se metiera entre ellos y les dijera que una ola gigantesca de zombies avanzaba hacia ellos hambrienta de cerebros humanos.

domingo, abril 07, 2024

Trampa

 Tres de la mañana. El incómodo sonido de una llamada al celular despertó a la mujer, quien no acostumbraba recibir llamadas a deshoras, por lo que inmediatamente pensó que algo malo le había pasado a algún familiar que vivía en el sur; sin embargo en cuanto contestó se dio cuenta que nada malo había pasado, al menos no a alguien de su entorno. La llamada era de un inspector de investigaciones, que requería de sus servicios a esa hora de la madrugada. La mujer se desperezó y se dirigió de inmediato a la ducha, pues una patrulla pasaría a buscarla en quince minutos. Hacía tiempo ya que no le tocaba ayudar a las policías, pues con el paso de los años sus servicios eran cada vez menos requeridos; sin embargo de vez en cuando pasaba algo extraño que requería el concurso de una médium en una escena de crimen.

Tres y cincuenta y cinco de la madrugada. La patrulla estacionó a la entrada de una parcela a las afueras de la ciudad; el acompañante del conductor, un policía muy joven, acompañó a la mujer hasta donde estaba el inspector. La mujer sintió algo extraño al entrar a la casa pero no le dio mayor importancia. El muchacho la acompañó hasta la pieza principal, a la entrada estaba el inspector, y desde la puerta se alcanzaba a ver una lona cubriendo un cuerpo, rastros de sangre, y una imagen que incomodó a la mujer: en el suelo había dibujado con un polvo blanco un pentagrama, el cual estaba descontinuado. Antes que el policía dijera algo, la mujer preguntó si el dibujo en el suelo estaba así cuando ellos llegaron, o alguno de los policías había pasado por encima de él y con sus pies lo había descontinuado; el hombre no respondió, y la mujer de inmediato se dirigió a ver qué era lo que había pasado con el rito efectuado.

La mujer no entendía qué era lo que estaba pasando; en cuanto entró al círculo de sal roto su visión se puso borrosa, empezó a marearse y a sentirse como fuera de sí. Al perder el equilibrio pasó a llevar la lona, y descubrió que bajo ella había un maniquí; al caer al suelo apoyo su palma en una de las manchas de sangre y su consistencia era similar a la de pintura fresca. La mujer miró hacia el inspector, quien en ese momento cerró la puerta dejando a la mujer a su suerte. Lo último que la médium alcanzó a notar fue un agujero oscuro abriéndose frente a sus ojos.

El policía subió a la patrulla acompañado de su hijo, un civil que nada tenía que ver con el trabajo de su padre y que sólo había actuado el papel que su progenitor le había ordenado. El policía por fin respiraba tranquilo: había intercambiado su alma por la de la médium para pagar su pacto de sangre con entidades del mal, armando un escenario tal y como le habían indicado, dibujando con sal un pentagrama inconcluso justo al centro del pentagrama dibujado por fuera de la casa con tierra de cementerio lo cual lo hacía invisible y apenas perceptible para aquella alma que ahora moraba en la oscuridad más profunda de la creación.