Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, febrero 28, 2007

Aterrizaje

-Ese es el lugar.
-¿Estás seguro? Digo, se ve algo desierto.
-Por lo mismo, es un buen lugar para aterrizar. En una de las excursiones anteriores lo vi, y creo que es el más adecuado. Además, es el indicado en la hoja de ruta
-Por lo solitario… sí, así despertaremos menos sospechas.
-Bien, empecemos las maniobras de descenso.
-Espera, espera… ¿alguien bajó a revisar el terreno?
-Sí, ¿por qué?
-¿Estás completamente seguro que aguantará el peso de la nave?
-Te noto demasiado nervioso.
-Es que ya cometimos un error en la misión anterior.
-Por eso mismo ahora tomamos todas las medidas necesarias. Además en esta ocasión no venimos solos.
-Sí…
-No te noto muy convencido.
-Es por lo mismo. Si fuera sólo una nave no habría problemas, el suelo aguanta y no me preocupo.
-¿Y?
-Sólo en este sector aterrizaremos tres juntas, una al lado de la otra. Son las tres grandes… claro, no tanto como las de otras misiones, pero son tres.
-Tienes motivos para estar preocupado, pero velo de este modo: nuestro trabajo es aterrizar donde y como nos dicen, los que deciden son otros. Si tú haces bien tu trabajo, y las cosas no resultan por errores de planificación, responderá el que planificó.
-Cierto, me estoy preocupando de más.
-Bien, ya estoy en comunicaciones con los pilotos de las otras dos naves… está todo coordinado.
-Correcto. Tengo las coordenadas de superficie, y estamos sin margen de error.
-Bien, bajando en 3, 2, 1… aterrizaje perfecto. Los otros pilotos confirman lo mismo, sin margen de error.
-Los computadores de a bordo confirman estabilidad del terreno… creo que tenías razón, el estudio se hizo bien y no hubo problemas.
-Correcto. Misión terminada. Ahora debemos tomar las naves de trasbordo para volver a la nodriza a tiempo y no ser descubiertos. Los humanos se asustan fácilmente. Comunícate con los capitanes de las otras naves para que salgamos todos a la vez.
-Sí… Atención tripulaciones de Kefren y Micerinos, aquí nave Keops…

miércoles, febrero 21, 2007

Lengua muerta

Los monjes terminaron su misa de la mañana. Luego de que las paredes de la abadía albergaran sus cuidadas voces en un perfecto canto gregoriano, cada uno de ellos se retiró a sus habitaciones a seguir con sus oraciones del día. La abadía se encontraba enclavada a la mitad de un monte medianamente alto, por lo cual tenía el aislamiento suficiente y necesario como para que nadie se distrajera ni tampoco les fuera exageradamente complicada la vida.

El monje más joven de la abadía lleva menos de un año en el lugar. Cuando niño y adolescente participaba activamente en el coro de la iglesia, por tanto el lugar donde estaba lo llenaba plenamente. Esperaba la llegada de cada mañana para sacar a relucir su único orgullo: la voz... pero luego un sentimiento de culpa lo invadía por pecar de orgulloso, lo cual lo dejaba el resto del día a merced del sufrimiento. Pese a que el abad le repetía una y otra vez que su voz era un don del Padre y que sólo la usaba para dedicar cantos a El, su alma lo torturaba. Así, un día optó por no cantar, lo cual fue inmediatamente corregido por su abad.

¿Qué hacer? Le encantaba cantar, cada vez que lo escuchaban lo bendecían, y al escucharlos, y escucharse, nuevamente el orgullo llenaba su corazón y el dolor lo embargaba.

Llegó un instante en que, no hallando salida, decidió flagelarse cada vez que un dejo de orgullo lo asaltara. Durante dos semanas, luego de terminar de cantar en la misa, se encerraba en su cuarto y se golpeaba con furia, hasta que el pecado desaparecía de sí. Al empezar la tercera semana, en plena misa se desmayó. Con horror el abad recibió el diagnóstico del médico: anemia... fue tanta la sangre perdida por las heridas de su espalda, que necesitaría nutrición especial.

Al recuperarse, el abad retiró de los aposentos joven todo aquello con lo que pudiera flagelarse, pero no lo dejó que abandonara el canto: era un hombre consagrado al Padre, y no podía dejarse superar por un pecado. Así, era vigilado en la misa para que cantara, y en su cuarto para que su única herramienta fuera la oración... pero ya no era suficiente para terminar el tormento. Un día al almuerzo, cuando le fue dada su ración doble de carne por indicación médica, pidió un mejor cuchillo, pues le era imposible cortar con la hoja casi roma que le habían pasado. En un segundo de descuido, partió corriendo a su cuarto con el cuchillo. Los otros monjes no pudieron darle alcance antes que entrara y se encerrara. Al llegar a la puerta, un grito se cortó a la mitad: cuando entraron, el joven sonreía al ver su lengua, objeto del mal, en el suelo y fuera de sí para siempre...

martes, febrero 13, 2007

Iluminado

Otro día que llegaba, el despertador le anunciaba que la tortura había empezado. Desde que lo apagaba, miles de ideas se agolpaban en su cabeza para salir; pero no seguían un orden normal, sino simplemente todas bullían por salir, a la vez y entremezcladas. Antes de entrar a la ducha, el dolor de cabeza era intolerable. Ya conocía a todos los neurólogos y psiquiatras disponibles en su país, y nadie había logrado nada. Veinte años atrás, cuando esa vorágine había comenzado, había decidido empezar a escribir sus ideas. Como eran muchas, y se empezaban a acumular en su dormitorio, comenzó a enviarlas por correo a las editoriales. Desde entonces, publicaba a lo menos tres libros por año.

Pese a que las editoriales retrasaban la salida de los libros para mantener el negocio, sus ideas no se detenían. Durante un tiempo intentó parar todo con alcohol y drogas, pero pese a ello su cabeza no se detenía de idear. Los somníferos apenas le hacían efecto por una hora, luego de lo cual despertaba peor.

El último año la situación se empezó a complicar: sus textos empezaban a ser inconexos e incomprensibles. Empezaba una idea y a las tres páginas ella se había diluido y otra ocupaba su lugar, para permanecer ahí por las siguientes tres páginas...

A la mañana siguiente despierta sin sentir el despertador... y sin ideas. Siente, luego de veinte años, su cabeza liviana, nada había en su mente, sólo silencio... ese sepulcral silencio que casi había olvidado y que se había convertido en el único objetivo de su existencia. Recordaba la noche anterior como la peor jaqueca de su historia, que había bebido mucho, que pese a ello no pasaba, que había sacado del cajón del escritorio el revólver... un destello de temor iluminó su mente por un segundo: al darse vuelta ve su cuerpo botado a los pies del escritorio, el arma en su mano, sangre en el piso y sus sesos en la pared.

En ese instante, dos voces más poderosas que todos sus ideas al unísono se dejan escuchar:
-¿Este es el estúpido?
-Sí...
-¿Cuánto le faltaba?
-En tres semanas su cerebro humano terminaba su programación...
-¿Veintiún días? ¿Y se mató?
-Sí.
-¿Lo has contactado?
-Aún no...
-Cuando lo contactes dile que se apronte, que partirá de cero para recobrar el camino perdido.
-¿De las cavernas?
-Dije de cero.
-Sí señor...

En ese momento su imagen corporal se desvaneció. Al despertar no tenía brazos, piernas ni cabeza, sólo boca, cuerpo y ano. Había reiniciado el camino de la iluminación…

miércoles, febrero 07, 2007

Ángel

La delgada rubia se acerca con coquetería y delicadeza al portamaletas de su convertible. No era frecuente ver una mujer así. Angelical sonrisa, armónica y bella figura sin excesos por ningún lado. Su rubia cabellera y azules ojos, tal como el resto de su cuerpo, eran completamente de ella; no había sido nunca teñido, cubierto, operado, masajeado, estirado ni comprimido. El elegante vestido corto dejaba ver la perfección de sus piernas y sus estilizados brazos; la excelente calidad de la tela y el corte permitían resaltar sus formas. Mientras se acercaba al portamaletas de su auto, luego de salir de una tienda de regalos para hombres, fue presa de todo tipo de miradas, tanto de hombres como de mujeres: fogosas, incitantes, envidiosas, asombradas, complacientes. A todos ella pagaba con una perfecta sonrisa, donde sus blancos y alineados dientes destacaban enmarcados en unos delgados labios tenuemente maquillados. Entre esa sonrisa y sus azules ojos, una pequeña y respingada nariz completaba el conjunto de perfección estética que dicha joven representaba.

Cuando estaba a no más de tres metros del vehículo, saca de su pequeña cartera de mano, diseñada exclusivamente para ella por el más famoso de los artistas de la moda del mundo y obviamente a tono con el conjunto, las llaves del auto. Desactiva la alarma y con el mismo control libera la puerta del portamaletas.

De pronto, una mal agestada figura, que difícilmente podría llamarse "femenina" llega corriendo su lado. De entre su sucio chaleco saca una escopeta recortada y sin mediar provocación, descerraja en la cara de la joven los dos disparos, destrozando todo lo que había sobre el cuello. Ante el estupor de todos por la incomprensible bestialidad cometida, la mujer bota la escopeta y saca una pequeña ametralladora con la que apunta a todos lados, mientras con la otra mano recoge la cartera de la dueña del auto. De ella extrae la pieza faltante del detonador de la bomba nuclear que se encontraba en el interior del vehículo. Nuevamente el ángel guerrero había abortado los planes de los enviados del Averno, retrasando (o poniendo en su exacto tiempo) el principio del fin...