Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, junio 25, 2008

Distraída

-Te noto distraída, ¿pasa algo?
-No, ¿por qué?
-Es que todos estos días has estado como alejada.
-No, estoy bien, no me pasa nada.
-¿Segura?
-Sí, claro.
-Bien.
-Oye, aquí hay algo extraño.
-¿Qué cosa?
-Hasta ahora nunca te habías preocupado por mí, a veces ni siquiera notabas mi presencia.
-Tal vez tu estado actual…
-No, yo he estado así antes, pero ahora recién lo notaste.
-No sé, es que…
-¿Qué? ¿Acaso a ti te pasa algo?
-… sí…tú deberías estar muerta, yo le eché veneno a tu café el viernes, y hoy llegaste a trabajar.
-¿Y quién dice que estoy viva?
-Vamos, yo te veo, estoy ahora hablando contigo…
-¿Y quién dice que tú estás vivo…?

miércoles, junio 18, 2008

Ruptura

-Te odio.
-Sabes que no es verdad.
-Sí, ahora estoy seguro.
-No intentes convencerte, no sabes odiar.
-Tú me enseñaste.
-No, no tengo esa capacidad. Si de verdad me odias, cosa que dudo, nació de ti.
-Maldito, ¿cómo fuiste capaz de hacerme esto?
-¿Hacerte? Que facilidad tienes para dar vuelta las situaciones a tu favor. Todo lo que ha sucedido tiene un único responsable.
-Desgraciado, si pudiera matarte, te mataría.
-¿Si? Vamos, en el velador está la pistola. Tráela acá y dispárame, si te atreves; pero eso sí, cuando lo hagas mírame a los ojos.
-…
-Lo sabía, eres el mismo cobarde de toda la vida. Jamás te has atrevido a nada, y de puro pensar en matarme te orinaste.
-… desgraciado…
-Es lo único que sabes decir: desgraciado esto, desgraciado lo otro. Pero sigues aguantando.
-Maldito infeliz…
-Patético…
-Malnacido…
-Maricón…
-… no te soporto, me voy…
-¿Y a dónde vas a ir sin mí? ¿Acaso olvidas que aunque te alejes del espejo, sigo siendo tú mismo…?

miércoles, junio 11, 2008

Partido

Los niños jugaban felices a la pelota. En el poblado era esa la entretención posible para los pequeños, donde lo único que se hacía era cultivar granos y criar cabras para no morir de hambre. Era casi incomprensible para los adultos que los niños olvidaran el hambre y las enfermedades persiguiendo esa simple esfera y pateándola para intentar meterla entre dos montículos de tierra que hacían las veces de arco.

Un par de meses antes había llegado a esas sufridas tierras un joven misionero, que parecía un copo de nieve al lado de las quemadas pieles de los pobladores. El muchacho había llegado a enseñarles acerca de un dios único, que pasaba sobre la pléyade de deidades que controlaban sus vidas y muertes. Junto con esas locas ideas y unos incomprensibles atados de papeles que trataba con veneración, el misionero había traído una esfera de cuero con la cual enseñó a jugar a los niños. Desde ese día las caras de los pequeños conocieron la sonrisa.

Los niños jugaban felices a la pelota. De pronto saltó lejos luego de una brusca patada de uno de los pequeños, cayendo en las fauces de los perros, quienes la disputaban desde la nariz y las orejas. Al parecer la entretención volvería cuando el brujo decapitara al siguiente misionero.

miércoles, junio 04, 2008

Chance

Esa fría mañana de lunes era algo distinta a otras mañanas de otros lunes, y no sólo por el frío. Pese a que el sol entraba por su ventana iluminándolo todo, el frío seguía invadiéndolo. Parecía como si las cosas que lo rodeaban no interactuaran con él. Se sentó en la silla reclinable de su escritorio en espera que le llegaran esas interminables listas de reclamos que debía responder día tras día con un sinfín de educados y formales términos, que él sabía fehacientemente que de fondo no tenían nada.

Su vida era una rutina dolorosa desde hacía diez años, cuando su novia había fallecido en el accidente de la motocicleta que él manejaba, y del cual salió ileso. La culpa lo atormentaba y le impedía avanzar en su existencia, manteniéndolo estancado en un trabajo que odiaba, y soltero pese a haber podido rehacer su vida con la mujer que ahora lo quería y por quien él no sentía nada. Desde niño había sentido una atracción fatal por las ruedas, primero un triciclo, luego las bicicletas y finalmente la fatídica motocicleta. Pero toda esa pasión había muerto con su novia, y ahora la vida era un simple paso de días.

El frío se colaba por la ventana de la oficina. Al ver que nadie le traía ningún reclamo se reclinó un poco en la silla y cruzó los brazos para dormitar: total, en cuanto alguien llegara se sentaría derecho, y si lo pillaban tampoco le importaba.

De pronto algo húmedo en su cara lo despertó: era la lengua de su perro. Pero algo no estaba bien, el perro era el mismo que tenían sus padres cuando tenía cuatro años. Al mirar a su alrededor se dio cuenta que estaba en su cama de niño, en su dormitorio, con todos sus juguetes y su perro. Al mirar su ropa y su cuerpo vio algo incomprensible: de algún extraño modo había vuelto a su infancia, pero sin perder ningún recuerdo de su vida. Al verse al espejo descubrió su antigua sonrisa y sus oscuros ojos llenos de vida. Decididamente, y con una alegría que lo desbordaba, salió al patio. Ya encontraría cómo explicarle a sus padres lo del triciclo en la basura…