Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

viernes, noviembre 27, 2020

Procesiòn

 La procesión se desplazaba por las calles de la ciudad con la virgen del templo a cuestas. El icono de dos metros de alto tenía más de doscientos años de antigüedad y era venerado por una gran cantidad de vecinos de la ciudad que todos los años se encargaban en la misma fecha de cargar la imagen sobre sus hombros por cerca de quince cuadras alrededor de la iglesia. La tradición era traspasada de generación en generación, y eran los tataraniestos de los que iniciaron dicha costumbre quienes ahora la llevaban a cabo.

El joven sacerdote que precedía la procesión estaba un poco nervioso. La imagen era demasiado antigua, bastante pesada, los cargadores eran bastante añosos pues no querían traspasar aún la responsabilidad a sus hijos o nietos., y esa tarde en particular el clima estaba bastante malo, con frío, viento, nublado y con evidente amenaza de lluvia. El joven sacerdote rogaba porque no hubiera ningún accidente, pues además esa tarde estaba brumosa, había mucha neblina, y el padre temía que algún automovilista con mala vista no viera las señales y terminara desatando una tragedia. Así, el sacerdote estaba haciendo más bien las veces de policía que las de sus propias funciones.

Los cargadores avanzaban por las calles con el ritmo aprendido desde la infancia. La cadencia era permanente, por lo que la duración de la procesión era casi la misma que la de doscientos años atrás. El truco estaba en que los cargadores marchaban rezando una extraña oración en la cual marcaban el paso para su marcha. Los hombres no entendían una oración católica que hablara de cosas que no tenían que ver con la religión, pero al final de la marcha lo atribuían al éxtasis emocional de quien la escribió siglos atrás, y mientras les sirviera para mantener el paso, estaba bien.

Los cargadores seguían su marcha. De pronto el peor temor del sacerdote se hizo cierto: un conductor no vio las señales por culpa de la bruma y pasó por donde iba la procesión. El padre apenas alcanzó a saltar para no ser atropellado. Los cargadores al ver el vehículo avanzando contra ellos soltaron la figura y se lanzaron hacia los lados. En ese instante se escuchó una frenada, el derrapar de unos neumáticos y silencio. El conductor del vehículo y los cargadores no daban fe a lo que estaban viendo: la imagen flotaba en el aire y mantenía la misma cadencia de la marcha de los cargadores. Ahora por fin todos podían entender por qué la imagen se llamaba la Virgen de la Levitación.

viernes, noviembre 20, 2020

Visiones

 La joven bruja intentaba explicarle sus poderes al policía que la estaba interrogando. Gracias a sus dones la mujer se había visto envuelta en un homicidio, sin ser capaz de hacerle entender a la gente que ella no estaba relacionada con el asesinato, y que estaba ahí sólo por su eterno afán de intentar cambiar el final de sus visiones. Ahora estaba en una sala de interrogatorio contando su realidad, y sin que su interlocutor creyera una palabra de lo que ella decía.

Esa mañana la muchacha había partido en bicicleta el trayecto a su trabajo. A unas quince cuadras de iniciar su pedaleo, recibió en su mente la imagen de una casa, desde la cual salía una mujer envuelta en sangre. De pronto miró a su izquierda y reconoció de inmediato la casa; la chica detuvo la bicicleta, intentó golpear la puerta pero la puerta se abrió sola al primer golpe. La muchacha entró, y se encontró con la misma mujer que había visto en su visión botada en el suelo y desangrándose. De inmediato llamó a la ambulancia y a la policía, y como no tenía modo alguno de explicar su presencia en el lugar, fue conducida al cuartel para ser interrogada.

El policía miraba a la detenida con cara de incredulidad al escuchar que había visto una imagen del homicidio y que por eso reconoció la casa. El hombre intentaba escribir la declaración sin reírse, mientras la muchacha seguía dando detalles de sus eventuales poderes. De pronto la muchacha se quedó en silencio y su rostro empalideció. El policía siguió riéndose, y al terminar de escribir el reporte salió de la oficina a llamar al fiscal para explicarle la situación.

La muchacha estaba consternada en la sala de interrogación. En medio de la entrevista una imagen se fijó en sus ojos: el policía aparecía en la casa cortándole el cuello a la mujer. La muchacha estaba atemorizada, pues creía que el policía la culparía a ella para salvarse él. De pronto la puerta se abrió y una joven mujer policía le informó que podía irse, que estaba libre y que probablemente la podrían llamar como testigo en algún momento. La muchacha se apuró en salir del lugar; justo cuando el policía salía de la habitación una nueva imagen se apoderó de su mente: un hombre de barba larga entraba al cuartel, disparaba a diestra y siniestra, y el policía que estaba interrogándola terminaba con dos balas en su rostro. Cuando la muchacha iba saliendo del cuartel, se cruzó con un hombre alto de barba larga, que llevaba un impermeable cerrado de pies a cabeza.

viernes, noviembre 06, 2020

Motivo

 El anciano vivía de sus recuerdos. Hacía años que su vida se había paralizado, primero cuando jubiló, luego al quedar viudo. Si bien era cierto sus hijos y nietos lo querían mucho, se pasaban visitándolo y se preocupaban que nada le faltara, su existencia no tenía mayor sentido desde que dejó de ver toda la semana a sus compañeros de trabajo, y su esposa lo abandonó para siempre. Su realidad era simplemente seguir viviendo hasta que la muerte decidiera que su tiempo había acabado y lo fuera a buscar para llevarlo con su esposa y sus antepasados.

El anciano había salido a comprar al almacén de la esquina esa tarde. Al llegar al lugar encontró al dueño del negocio pálido frente a la caja donde estaba un cliente. De pronto el anciano vio que en la mano de quien estaba en la caja había un arma de fuego con la que apuntaba al dueño; sin pensarlo dos veces el anciano se abalanzó sobre el delincuente, consiguiendo tomar la muñeca del hombre. En ese instante empezó un forcejeo que terminó cuando se escuchó un disparo; el anciano pensó que por fin la muerte lo había ido a buscar, pero medio segundo más tarde el delincuente cayó al suelo gritando de dolor mientras una de las piernas de su pantalón se inundaba de sangre.

A partir de ese día la vida del anciano cambió. El hombre fue reconocido como héroe local, premiado por el alcalde de la comuna, invitado a programas de televisión a contar su historia; hasta una editorial le ofreció escribir un libro con sus vivencias, donde por supuesto incluyera el episodio que lo había lanzado a la fama. Ahora ya no le quedaban horas del día disponibles para descansar o ver a su familia, pues a cada rato su presencia era requerida para volver a contar la historia del asalto, y algo de la historia de su vida.

Un par de semanas después de haber alcanzado la fama, el anciano se acostó a dormir algo más tarde que de costumbre, pues había sido invitado a un programa de radio en el cual la conversación se había alargado más de lo previsto. El hombre se acostó con tranquilidad, y a los pocos minutos logró conciliar el sueño. Al poco rato empezó a soñar. Se veía caminando en un paraje yermo y con neblina; de pronto aparece ante él la muerte, anunciándole que su tiempo había llegado. El anciano no entendía por qué la vida le había dado un motivo para existir y luego le quitaba tan rápido la vida. La muerte tampoco lo entendía.