Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

sábado, agosto 26, 2023

Acoso

 El temblor aún se sentía en la sala de clases. En un rincón todas las alumnas menos una estaban amontonadas, angustiadas de miedo; delante de ellas la profesora, tanto o más asustadas que ellas, intentaba protegerlas con su cuerpo. Frente al grupo la alumna nueva intentaba cobrar lo que le debían.

El lunes de esa semana la profesora jefe del curso de niñas había presentado a una nueva alumna, trasladada de otra región, para incorporarse al año escolar. La niña, más pequeña y delgada que todas sus compañeras, se veía tímida y silenciosa, Luego de la presentación, la niña se sentó al fondo de la sala, sola, tratando de cruzar miradas con las otras niñas, quienes la miraban y se miraban entre ellas con complicidad. A la hora del recreo la pequeña se dirigió al baño, donde fue rodeada por sus compañeras quienes empezaron a empujarla, mojarla, tirarle el pelo y tironear su ropa intentando rasgarla. La niña no reaccionó, e hizo lo que pudo para escapar del acoso y llegar al patio.

A la hora del segundo recreo la niña se acercó a la profesora ara contarle lo sucedido. La mujer la miró, se sonrió, y le dijo que delatar era de cobardes, que ella debería enfrentar sola la situación pues ella odiaba a las niñas cobardes, y que si volvía a delatar a sus compañeras ella misma la castigaría para que aprendiera a reaccionar como mujer adulta. La pequeña la miró temerosa sin saber qué hacer.

Martes, miércoles y jueves fueron igual que el lunes, la pequeña niña intentando huir de las compañeras que la acosaban y la agredían, y la profesora haciendo la vista gorda. El viernes sin embargo la pequeña niña llegó extremadamente seria, con un rostro sin emociones, y con el cuerpo tenso. Un par de niñas le tiraron el pelo en la fila antes de entrar a la sala; la profesora se dio cuenta y simplemente se rió. Luego de entrar a la sala la pequeña se quedó de pie frente al curso; cuando la profesora le ordenó que se dirigiera a su asiento, la niña la miró con odio: en ese momento empezó un fuerte temblor en la sala, mientras la espalda de la niña empezó a moverse como si tuviera vida propia. La espalda del delantal se agitaba, se puso tensa, y un ruido de rotura de costuras y tela se dejó sentir. En ese momento las niñas empezaron a gritar de espanto.

La pequeña niña seguía de pie frente al curso, el cual se amontonó en un rincón de la sala detrás de la profesora, mientras el temblor seguía. El delantal se había rasgado, y desde la espalda de la pequeña había salido un portentoso par de alas: sin embargo estas no eran blancas ni tenían plumas, de hecho eran grises negruzcas con gruesas vetas que sostenían el tejido. El rostro de la pequeña ya no era el de una niña, sino de una especie de fauno alado, cuya mirada de odio hacía temblar de espanto a todas dentro de la sala. El demonio había sido enviado a ese curso a terminar con los abusos de niñas y profesora, para de un modo u otro ayudar a los más débiles. El demonio abrió sus brazos, y una bola de fuego se generó en el espacio entre ellos. En el resto del colegio mientras tanto, transcurría el primer recreo de la jornada.

sábado, agosto 19, 2023

Limites

 “No tengo límites” susurraba el hombre tirado en el suelo mientras su vida se apagaba esa mañana, mientras cuatro policías lo apuntaban sin considerar que los disparos recibidos serían mortales en pocos minutos. Esa mañana había empezado como cualquier otra, pero todo se había salido de sus manos de modo catastrófico.

El hombre había despertado a la misma hora de cada mañana para ir a su trabajo. Su esposa, que entraba una hora más tarde a su trabajo, se levantaba después por lo que él siempre le daba un suave beso en los labios para no interrumpir su sueño, sin embargo esa mañana su esposa despertó junto con él, y le regaló una enorme sonrisa. Luego de bañarse, vestirse y desayunar, se dirigió al dormitorio para despedirse de su esposa. Al llegar a la habitación encontró la cama vacía, con una nota sobre la almohada que decía “no tengo límites”: el hombre, sin entender la nota, se dirigió a su vehículo para dirigirse al trabajo. Ya tendría tiempo durante la mañana para preguntarle a su esposa por el mensaje.

Mientras manejaba, empezaron a aparecer en la cabeza del hombre imágenes que no recordaba del todo, pero que sabía que habían sucedido. Recordaba una discusión la noche anterior con su esposa; recordaba haber bebido mucho alcohol, casi hasta la embriaguez. De pronto los recuerdos se borraron, hasta que vio la imagen de su esposa salir de la casa golpeando la puerta. Luego de ello los recuerdos volvieron a borrarse: en ese momento la imagen de su esposa apareció sentada junto a él en el auto con cara de tristeza. El hombre giró la cabeza para mirarla, y en ese instante chocó por alcance a una van que iba delante de él.

El hombre le preguntó a su esposa si estaba bien; la mujer no respondió. El hombre bajó del vehículo, y vio que el conductor del otro vehículo bajó también, con su mano derecha estirada; el hombre extendió su mano para saludar al conductor. En ese momento el hombre sintió un peso en su mano y algo frío; al inclinar su cabeza vio en su mano un arma de fuego.

El hombre se desangraba en el pavimento. El vehículo que chocó era un carro policial; el conductor bajó con el arma de servicio en la mano por lo violento del impacto. De pronto vio que el conductor que lo había chocado le quitó el arma y de inmediato volvió al móvil; del asiento del copiloto y de los asientos posteriores bajaron sus compañeros, quienes le ordenaron al hombre que soltara el arma y al no hacerlo, le dispararon: Mientras su vida se apagaba la memoria del hombre recordó todo: su esposa le confesó que le había sido infiel, lo insultó, le dijo que no tenía límites en su vida ahora que lo dejaría; el hombre se enfureció, la estranguló y dejó el cuerpo botado en el comedor. Luego en un papel escribió “no tengo límites” y lo dejó enciman de la cama para luego beber hasta embriagarse. A la mañana siguiente salió del hogar dejando el cadáver de su esposa en el piso del comedor, sin saber que su alma se encargaría de cobrar venganza esa misma mañana.

domingo, agosto 13, 2023

Niño

 

La muchacha estaba enrabiada. Esa mañana un bus había chocado su vehículo y había huido del lugar, dejándola botada y con parte importante del tren trasero de su automóvil comprometido. La joven mujer debió llamar una grúa para trasladar su vehículo a algún servicio para que lo repararan, lo que hizo que no alcanzara a llegar a su trabajo. Más encima la evaluación del daño salió mucho más caro de lo esperado, lo que haría que probablemente la desvincularan del seguro una vez terminada la reparación de los daños. Su mañana había empezado terrible, y el desarrollo del día estaba siguiendo la misma vía.

La muchacha iba caminando hacia su casa desde el taller mecánico, pues no había llevado dinero en efectivo para pagar un taxi o tomar algún bus. Mientras masticaba su rabia un niño con una caja con chocolates se acercó a ella para pedirle que le comprara; la muchacha le dijo que no y prosiguió su marcha. Dos cuadras más cerca de su destino la joven se dio cuenta que el niño seguía caminando a su lado con la caja de chocolates; la mujer lo miró algo extrañada y simplemente siguió caminando.

A las cinco cuadras de marcha la muchacha se incomodó pues el niño aún caminaba a su lado; se detuvo y le dijo con voz fuerte que dejara de seguirla. Los otros transeúntes la miraron con extrañeza pero siguieron caminando. La mujer se quedó tranquila al ver que el niño dejó de seguirla; había logrado su objetivo, por lo que podía seguir caminando y masticando su rabia. Dos cuadras más allá, al doblar una esquina, la joven se encontró de frente nuevamente con el niño; sin embargo, algo parecía haberle sucedido en el trayecto.

La joven mujer se asustó, pues el niño estaba cubierto de sangre, sus ropas parecían estar rotas y sucias, y una profunda herida se dejaba ver en su cuero cabelludo. La muchacha se agachó a mirar al niño a ver si lo podía ayudar; de hecho al ver lo profunda de la herida empezó a pedir ayuda al resto de los transeúntes para que alguien llamara una ambulancia. La gente que pasaba a su lado la miraba con extrañeza; de pronto un muchacho se detuvo e hizo una llamada telefónica. Cinco minutos más tarde dos policías motorizados se detuvieron frente a ella y le preguntaron si le pasaba algo, si se sentía bien, o inclusive si es que había bebido algo o usado alguna droga. La muchacha les indicó al niño; en ese momento todo se complicó.

El niño no estaba en el lugar. El muchacho que hizo la llamada se acercó y les dijo a los policías que la muchacha se había agachado de la nada, empezó a mover su mano en el aire como si tocara a alguien invisible y por eso él los había llamado. De pronto la joven vio que detrás de los policías apareció nuevamente el niño, quien la miraba con tristeza. La angustia se apoderó de la muchacha, quien en ese instante tuvo una corazonada: le contó a los policías del accidente, y los llevó al lugar del suceso. Luego de buscar entre los matorrales al lado de la carretera, uno de los policías encontró el cuerpo de un niño con la ropa ajada, cubierto de sangre, una herida profunda en el cuero cabelludo, y una caja de chocolates aplastados a un par de metros del cuerpo. El policía dio inmediato aviso a la central para empezar a buscar el bus, mientras su compañero le tomaba declaración a la joven, Tras ellos, el alma del niño apareció pare despedirse de la muchacha y agradecerle por encontrar sus restos. La joven, sin dejar de hablar con el policía, le guiñó un ojo al alma del niño antes que ésta siguiera su viaje a donde debía viajar.

domingo, agosto 06, 2023

Meditacion

El anciano estaba sentado en una incómoda posición para sus viejas articulaciones tratando de meditar, según las instrucciones de un afamado maestro nacional. El hombre no era capaz de concentrarse debido al dolor, por lo cual no lograba poner la mente en blanco como guiaba el maestro. En ese momento en su mente una palabra se apoderaba de sus pensamientos: dolor.

El maestro vio la cara del anciano donde se expresaba su sentir de ese momento. En lugar de acercarse a corregir la postura del hombre, le dijo que se sentara en cualquier posición en que se sintiera cómodo, a ver si con eso lograba poner la mente en blanco. El hombre agradeció al maestro, luego de lo cual se sentó simplemente en el piso hasta encontrar una posición en que nada le doliera. Pasados tres minutos logró encontrar una postura en que ninguna parte del cuerpo le dolía: a los dos minutos el anciano se había quedado profundamente dormido.

El anciano despertó algo asustado; sin embargo el maestro lo miraba tranquilo, acercándose a él diciéndole que se calmara, que nada malo había pasado, que solamente se había dormido, y que era natural luego de encontrar una posición sin dolor. El maestro luego le indicó al anciano que intentara alguna postura intermedia entre su posición sin dolor y la posición que él le había enseñado. El hombre logró una postura intermedia en que sentía cómodo; el hombre cerró los ojos, y por primera vez en su vida logró poner la mente en blanco, y empezar a hacer los ejercicios mentales indicados por el maestro.

El anciano abrió los ojos. La sala estaba a oscuras y vacía. En un rincón estaba sentado el maestro mirándolo. El anciano se paró sin dificultad, y dirigió sus pasos hacia el maestro. De pronto el semblante del maestro empezó a brillar como si fuera un foco halógeno. El hombre lo miró sorprendido. El maestro le indico con el dedo el lugar donde había estado meditando. El hombre no creía lo que estaba viendo.

El anciano vio su cuerpo en posición de meditación completamente tieso, con los ojos abiertos. El hombre se dio vuelta donde estaba el maestro, pero éste ya había desaparecido. En ese momento el anciano entendió todo: había muerto en la sala de meditación sin que nadie se hubiera dado cuenta, salvo el maestro quien al parecer tampoco pertenecía al mundo de los vivos. Tal vez al otro día encontrarían su cuerpo en posición de loto; por ahora debía preocuparse que su alma siguiera el camino que toda alma debe tomar al abandonar su cuerpo.