Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

sábado, abril 24, 2021

Descanso

El operario de grúas estaba en su día de descanso disfrutando del silencio. Luego de cinco días de trabajo sintiendo el motor de su máquina en su cabeza, necesitaba de sentir la nada en sus oídos. Aparte del ruido de su herramienta de trabajo, el hombre trabajaba en una obra llena de maquinaria extremadamente ruidosa, por lo que el silencio era el manjar más anhelado durante su semana laboral.

El hombre dormía profundamente esa tarde de sábado. De fondo se escuchaban algunos ruidos normales de una tarde de fin de semana, que no eran suficientes como para acabar con su paz y su silencio. De pronto creyó sentir el encendido de un motor, y casi fue capaz de establecer la cilindrada de la máquina; sin embargo luego el ruido bajó de intensidad por lo que pudo seguir durmiendo. Tres minutos más tarde un ruido ensordecedor lo despertó por completo: el hombre de inmediato reconoció un martillo neumático que empezaba a golpear repetidamente el pavimento.

El hombre se levantó molesto; en cuanto llegó a la puerta de su casa vio que desde el frente de su casa salía agua a borbotones, y que varios vecinos cuchicheaban en el lugar. El hombre salió de su casa y se enteró que una matriz se había roto, y que el equipo de emergencias necesitaba romper el pavimento para acceder a la matriz y repararla. El hombre volvió desolado a su casa, a sabiendas que perdería esa tarde de silencio por completo; sin ganas de nada, el hombre se sentó en un sillón del comedor, empezando rápidamente a dormitar.

El hombre despertó varias horas más tarde. Su casa estaba a oscuras, y no se escuchaba ruido alguno. El operario se asomó a la ventana y no vio a nadie del equipo de reparaciones; el hombre sonrió, pues al parecer terminaron temprano la reparación, y pudo seguir durmiendo sin mayores sobresaltos. De pronto un potente golpe se sintió en su puerta, y varios policías entraron gritando a su living, tirándolo al piso y esposándolo, para luego sacarlo en andas del lugar y trasladarlo a una comisaría.

El operario no entendía nada, su día de silencio se había convertido en una pesadilla y había terminado con él en una comisaría esposado en una celda fría y rodeado de gente que no paraba de hablar. De pronto un uniformado fue por él, lo sacó del lugar y lo llevó a una habitación donde un hombre de terno empezó a hacerle preguntas incomprensibles para él. Como el operario parecía no entender nada, el hombre de terno encendió una pantalla donde se veía un video de una cámara de seguridad instalada en un poste casi en la puerta de su casa. En el video se veía a él mismo saliendo de su casa con los ojos cerrados y con un chuzo en sus manos. Sin mediar provocación el operario atacó con el chuzo a todos los trabajadores, acabando con todos ellos en cuestión de segundos, para luego encender la maquinaria y haciéndola partir sin ocupantes, provocando un gran accidente de tránsito una cuadra más allá. Sin abrir los ojos el operario volvió a su hogar. En ese instante el hombre de terno y el uniformado se dieron cuenta que el operario se había quedado dormido, y que se estaba poniendo de pie y dirigiéndose a la puerta de salida de la habitación. Veinte segundos más tarde en la puerta de la comisaría se escucharon diez o doce disparos. Diez segundos más tarde un hombre salía caminando del lugar con los ojos cerrados.

sábado, abril 17, 2021

Balanza

 El médico llevaba media hora con la vista fija en la balanza que usaba en su consulta. Desde que llegó a su oficina esa mañana notó que el brazo basculante tenía un movimiento tenue pero continuo. A esa hora las ventanas estaban cerradas, no tenía ventilador ni aire acondicionado, y no estaba temblando. Pese a ello el brazo basculante de la balanza se movía como si alguien hubiera bajado recientemente del aparato, y no paraba de moverse. El médico sabía que las máquinas de movimiento perpetuo no eran posibles con la física del planeta; sin embargo, la balanza no paraba de moverse.

El médico empezó a atender pacientes. En la segunda consulta debió pesar al paciente. Luego que subiera a la balanza el médico pudo pesarlo sin problemas; una vez hubo bajado, el profesional dejó quieto el brazo de la balanza equilibrado, sin que éste siguiera moviéndose. En cuanto el paciente abandonó la consulta, el brazo basculante empezó a moverse tal como antes. El médico intentaba entender qué era lo que pasaba; en algún instante llegó a pensar que algún colega le había jugado una broma y había instalado algún sistema con imanes para mover el brazo. El profesional revisó el aparato sin ser capaz de encontrar nada, y sin que el brazo basculante dejara de moverse.

Llega la hora de almorzar. El médico cierra su oficina y se dirige al restaurante de siempre donde pide la comida de siempre; sin embargo ese día tomó mucho más tiempo en comer, pues su mente seguía tratando de entender el movimiento permanente de su balanza. Por más que lo pensaba, su cerebro no era capaz de encontrar una explicación lógica al fenómeno. Por lo menos el movimiento no alteraba su trabajo ni era notado por sus pacientes. Al parecer debería acostumbrarse a dicho cambio en su lugar de trabajo, y dejarlo pasar mientras ello no alterara sus funciones.

Esa tarde el médico volvió algo más temprano a la consulta. En el edificio tenían la costumbre de colocar luz ultravioleta cuando lo profesionales salían a almorzar para eliminar gérmenes. Cuando el médico entró la luz aún estaba encendida; en ese instante el profesional quedó paralizado. En la balanza se veía con la luz ultravioleta una imagen trasparente que insistía en pesarse y no se convencía que la balanza sólo marcaba unos cuantos gramos cada vez. De pronto la imagen giró, quedando de frente al médico, quien balbuceó en voz baja que no pesaba más que gramos porque ya no tenía cuerpo físico. La entidad se miró a si misma, sonrió y desapareció, dejando la balanza quieta. Esa tarde el médico canceló todas las horas, y se quedó en la oficina rezando y meditando en silencio.

viernes, abril 09, 2021

Juguetes

 El niño ordenaba los juguetes en su habitación. Luego de haber jugado un par de horas luego de terminadas sus clases el pequeño acostumbraba, tras haber sido educado por su madre, guardar sus juguetes en estricto orden. El niño tenía dos grandes cajas plásticas con tapa y dos repisas pegadas a la pared, donde dejaba sus juguetes siempre en el mismo lugar. En las repisas estaban ordenados por alguna categoría que estaba clara para él en su mente, y en las cajas los guardaba por tamaño, dejando los más grandes al fondo y los más pequeños cerca de la tapa. Así, el niño sabía exactamente dónde estaba cada juguete de su colección.

Al volver del colegio esa tarde, el pequeño se cambió de ropa, tomó onces, hizo sus tareas y se fue a su dormitorio a sacar sus juguetes para jugar. Al llegar al dormitorio el niño miró una de las repisas y notó que uno de sus juguetes no estaba en su lugar; el niño miró a todos lados, de pronto sonrió y empezó a sacar el resto de sus juguetes como si nada hubiera pasado. Dos horas más tarde su madre le dijo que era hora de cenar y dormir, señal para que el pequeño ordenara sus cosas; después de guardar todos sus juguetes en su lugar, el pequeño fue a cenar para luego acostarse a dormir. Su madre lo acostó, le dio el beso de las buenas noches, y miró las repisas; la mujer se dio cuenta que uno de los juguetes faltaba, pero como su hijo ya estaba empezando a quedarse dormido, no le dio mayor importancia y salió de la habitación.

A la mañana siguiente el pequeño salió temprano de su casa a esperar la llegada del transporte escolar, que apareció un par de minutos luego que él junto a su madre estuvieran parados en la puerta de la casa. La madre volvió al hogar, pues le gustaba dejar ordenado antes de irse a su trabajo. Al entrar a la habitación de su hijo para hacer la cama, se encontró con que no faltaba nada en las repisas; la mujer miró extrañada pero a esa hora no tenía tiempo de descubrir qué había sucedido, por lo que terminó de estirar la cama y se fue a su habitación a ordenar lo que pudiera.

Después de vestirse y maquillarse para el trabajo, la mujer dio una última vuelta por la casa. Al entrar a la habitación de su hijo, vio que faltaban dos juguetes de las dos repisas, además de escuchar ruidos en el closet del pequeño. La mujer se asustó sobremanera, pero de todos modos debía revisar para saber qué pasaba. Luego de ir a buscar una figura del busto de un personaje famoso de bronce sólido se acercó a la puerta del closet y la abrió. En el lugar se veían los juguetes flotando en el aire, y una imagen difusa y trasparente jugando con ellos. La mujer lo miró con detención, y luego de cinco segundos reconoció la imagen de la descripción del amigo imaginario de su hijo. La mujer simplemente cerró la puerta y se fue al trabajo, con la certeza que durante la tarde los juguetes volverían a su lugar.