Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

viernes, marzo 26, 2021

Guardia

La lluvia arreciaba esa noche en el campamento. El soldado de guardia estilaba agua de pies a cabeza, mas no se movía de su lugar, pues sabía que si lo hacía terminaría encarcelado un par de días por faltar a su deber con la patria. Así, el joven militar sólo estaba preocupado que la lluvia no echara a perder los mecanismos de su fusil para no dejarlo indefenso frente a un eventual enemigo, y para no poder proteger adecuadamente su campamento y a sus compañeros de armas.

Dos horas más tarde el hambre y el frío arreciaban. La lluvia se había detenido, y ahora era la humedad su principal compañía. Quince minutos antes había pasado un teniente a verlo; el oficial se detuvo, miró con detención al soldado, y luego continuó su marcha en silencio. El muchacho estaba incólume en su sitio, vigilando los alrededores de su campamento. Ni siquiera las ganas de fumar eran suficientes para moverlo de su posición y hacerlo dejar de cumplir las órdenes de su sargento. El soldado estaba de guardia y no cambiaría su posición, hasta que algún superior le ordenara lo contrario.

Despuntando el alba el soldado seguía en su posición de firme haciendo guardia en su campamento. Ahora había algo de movimiento a su alrededor, pero hasta ese instante nadie lo había autorizado a dejar su lugar y tomar el descanso que necesitaba para seguir cumpliendo sus funciones; hasta que ello no ocurriera, él no dejaría su puesto. Un par de cabos habían pasado hacía media hora, se habían quedado tiesos mirándolo, luego de lo cual siguieron su marcha sin decirle nada. El soldado por mientras seguía en su lugar, mirando al infinito.

Diez minutos más tarde sonó una diana, señal para que todos se levantaran. Dos minutos más tarde toda la tropa estaba formada en el patio del regimiento. Delante de ellos el coronel a cargo de la unidad presidía la formación. Tras él se erguía gallardo el monumento al soldado desconocido, cuya alma llevaba más de cien años haciendo guardia dentro de su traje de bronce y cemento en el regimiento a cuatro cuadras del centro de la capital.

viernes, marzo 19, 2021

Asteroide

 El viejo hombre escuchaba en silencio su televisor. Pese a tener cable y decenas de canales temáticos, puntualmente a las nueve de la noche ponía un canal local para escuchar las noticias. Y literalmente las escuchaba, pues encendía el televisor y volvía a su computador a completar lo que fuera que estuviera haciendo: chatear, ver sus redes sociales, subir algún tema que sólo a él le interesaba, o alguna fotografía que no causaba impacto alguno, o goglear lo que fuera para dejar pasar el tiempo.

Mientras leía sus redes sociales, el hombre escuchó una extraña noticia en televisión. La conductora dijo, muy tranquila y suelta de cuerpo, que el asteroide descubierto hace un año por astrónomos y que se suponía que pasaría a millones de kilómetros de la tierra en camino a estrellarse en el sol, había desviado su ruta y se dirigía directamente hacia nuestro planeta. Luego de terminar el reportaje, la conductora presentó la sección de deportes, que no era más que el listado de partidos del torneo nacional y uno que otro partido internacional.

El hombre estaba algo desconcertado. Creyendo que había escuchado mal cambió de canal, encontrando en todos los noticiarios el mismo reportaje con mínimas variaciones, sin causar mayor impacto en los presentadores, quienes luego presentaban desinteresadamente la siguiente sección del noticiario. Incrédulo, el hombre sintonizó canales de noticias del extranjero: en todos el desarrollo era similar, presentadores insensibles, reportaje completo, siguiente sección.

El hombre entró a sus redes sociales. Muchos de sus contactos comentaban acerca del asteroide, pero no veía en nadie mayor interés por el hecho, sólo un par de palabras y luego alguna foto ridícula, un meme o un comentario de farándula. El mundo estaba en peligro inminente, y a nadie parecía interesarle.

El hombre entonces decidió entrar a la página de la NASA. En ella encontró la sección “NASA Events” que mostraba todo lo destacado del día. Grande fue su sorpresa al ver un horario al día siguiente como fecha de impacto del asteroide. Extrañamente, luego venían enumeradas más actividades, como si el impacto del asteroide no fuera a causar ninguna consecuencia.

A la mañana siguiente el viejo hombre salió de su casa a ver qué pasaba con las personas. Todos parecían estar viviendo normalmente, yendo a sus trabajos, colegios y universidades como si nada fuera a suceder. El hombre no daba crédito a lo que pasaba; mientras él llevaba una cuenta regresiva con su celular, el resto del mundo parecía no tomar en cuenta lo que estaba previsto. El hombre estaba a cada segundo más nervioso. De pronto la alarma de su reloj sonó: en ese instante su corazón colapsó, y pese a los esfuerzos de los transeúntes, fue imposible reanimarlo del paro cardíaco que sufrió. Así su mente se encargó de acabar con sus días, inventando un final de mundo inexistente, en alguien del todo sano pero cuyo tiempo en este mundo ya había terminado

viernes, marzo 12, 2021

Tradición

 El joven soldado velaba sus armas la noche anterior a entrar en batalla. El hombre era visto con curiosidad por sus superiores y con burlas por sus compañeros. El soldado tenía al lado de su catre de campaña un pequeño piso que usaba como velador, sobre el cual tenía una imagen de un cristo de metal, dos delgadas velas y un rosario blanco. Cada vez que algún oficial les informaba la posibilidad de entrar en batalla al día siguiente, el muchacho colocaba su fusil, su pistola y su cuchillo en su altar, y rezaba toda la noche en espera de la mañana siguiente. Hasta ese instante todos los avisos habían sido falsas alarmas, lo que llevaba a sus compañeros a burlarse recurrentemente de él.

El teniente de su batallón, quien también era bastante joven, lo miraba con curiosidad. El oficial sabía que la costumbre del muchacho era la misma que seguían los caballeros medievales, de velar sus armas antes de las justas, pero no lograba entender la motivación del soldado. En una oportunidad le preguntó por el origen de esa tradición, y el soldado le respondió en un pobre lenguaje que no conocía la palabra tradición y que él hacía la ceremonia de las armas sólo por un instinto que lo obligaba a hacerlo. El teniente quedó más confundido que al principio.

Esa tarde el alto mando les envió la orden de asaltar la ciudad vecina, pues las tropas del ejército enemigo se estaban haciendo fuertes en dicha ciudad, lo que ponía en riesgo la conquista del territorio. El teniente le informó al batallón, luego de lo cual muchos se fueron a beber, otros a dormir, y el soldado a velar sus armas. El teniente se acercó a escondidas a la carpa donde dormía el muchacho. El oficial vio cómo el muchacho tomaba su fusil con marcialidad para colocarlo en su pequeño altar, no sin antes desarmarlo y engrasarlo, haberlo cargado y pasado bala; lo mismo hizo con su pistola, la cual desarmó y engrasó antes; finalmente sacó su cuchillo, lo afiló, y lo colocó frente al cristo. El muchacho encendió las dos velas, y empezó a rezar en silencio y con los ojos cerrados.

A la mañana siguiente, a las seis de la mañana, el sargento ordenó al batallón e iniciaron la marcha hacia la ciudad vecina. A las siete de la mañana empezaron las escaramuzas, los primeros disparos empezaron a sonar, y a los pocos minutos todos estaban parapetados disparando casi a ciegas donde creían que estaban los enemigos. El teniente se acercó a la retaguardia e intentó divisar al muchacho; de pronto lo vio en la primera línea de batalla, apuntando y disparando con gran certeza. De pronto el sargento ordenó cargar: los soldados se pusieron de pie y se lanzaron corriendo hacia las líneas enemigas. El teniente vio a los jóvenes corriendo; al ver al muchacho el teniente debió restregarse los ojos, pues estaba seguro que al levantarse el joven soldado estaba cubierto con una túnica blanco con una cruz roja de brazos simétricos al centro, que volaba al viento sin impedir su irresistible avance entre las balas enemigas.

viernes, marzo 05, 2021

Barrio

 El anciano se paseaba en la vieja casona de adobe, herencia de fines del siglo XIX de su familia. El hombre era portador de un rancio apellido que otrora tuvo influencias en los destinos del país, pero que ahora no era más que un sonado recuerdo de libros de historia qua nadie leía, pues adolecía de hazañas y heroísmo, y sólo traía a la memoria de quienes lo conocían recuerdos de arduo trabajo y sufrimiento. La casona era de un piso, de habitaciones extremadamente altas, que junto con el material de construcción la hacían extremadamente fría en invierno y generosamente calurosa en verano.

El hombre recorría el pasillo central de la casa que daba a todos los dormitorios; en uno de los extremos estaba el living y el comedor, y en el otro el baño y la cocina. El hombre miraba las habitaciones, y los recuerdos de infancia se agolpaban en su cerebro: las tardes de verano junto a sus padres y hermanos, las visitas de sus amigos del barrio, las salidas en bicicleta alrededor de la manzana en que vivía, la felicidad. También se venían a su memoria recuerdos amargos: la debacle económica, el abandono de su padre, la muerte de su madre, el alejamiento de sus amigos y hermanos. Pese a todo el hombre se sentía contento con su vida, y daba gracias todos los días por las experiencias vividas.

El hombre llegó a la puerta de la entrada. Sin fijarse y por el apuro no se fijó de lo cerca que estaba y simplemente pasó de largo; el hombre estaba sorprendido al darse cuenta que había atravesado la puerta sin sentir el golpe contra la madera o caerse de espaldas por el rebote. Al contrario, el hombre se dio cuenta que estaba ya en la calle sin entender bien qué le había sucedido. De pronto su memoria empezó a aclararse: luego del alejamiento de su último hermano cayó en una depresión. Como buen hombre jamás consultó a algún profesional. Un día sumido en la tristeza y la soledad sacó el viejo revolver Colt 45 de su abuelo que aún estaba cargado, lo puso en su sien y acabó con su vida. Ahora entendía por qué su vida parecía no alterarse pese a no hacer nada más que pasear por los pasillos de su casa.

El hombre estaba en la calle mirando el resto del barrio. De pronto vio cómo a través de cada puerta aparecían almas traspasándolas tal y como él lo había hecho. Al mirarlos con detenimiento empezó a reconocer a sus amigos del pasado. Las almas se miraron, y de un momento a otro empezaron a acercarse, a abrazarse y a conversar acerca del pasado común. Mientras tanto las empresas de demoliciones se encargaban de aplastar las viejas casas para convertir el despoblado barrio de antaño en la ciudad del futuro, sin recuerdo ni memoria