Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, mayo 29, 2019

Prisioneros

La sensación de frío en su alma parecía no querer ceder. El joven militar miraba a sus prisioneros de guerra que se habían rendido voluntariamente hacía algo más de tres horas, luego que su ejército hubiera sido aniquilado. Los soldados decidieron que no valía perder la vida por conceptos ya en desuso como patria y honor, y que sus muertes en nada contribuirían al balance final del conflicto, el que casi estaba completamente perdido a esas alturas del partido. En cuanto los hombres vieron aparecer al soldado raso mostraron una bandera blanca y se entregaron desarmados al joven militar.

El militar no quería mirar a los ojos a sus prisioneros. Media hora antes su oficial lo había llamado para darle una orden incomprensible para él: el alto mando había ordenado que ellos no tomarían prisioneros, por tanto todos los enemigos rendidos o capturados debían ser eliminados. El joven soldado miraba a sus jóvenes rehenes, y no era capaz de imaginarse en abrir fuego contra hombres desarmados que se habían entregado voluntariamente. Su mente intentaba buscar alguna solución, pero no se le venía nada a la cabeza en esos momentos; de pronto su semblante cambió, pues una simple idea se le había ocurrido que evitaría la muerte de los muchachos y también le evitaría problemas con sus superiores.

El joven militar ordenó a sus prisioneros en fila y los hizo caminar hacia la ribera de un río. Al llegar al lugar disparó al aire varias ráfagas con su fusil y le ordenó a los muchachos que cruzaran el río y huyeran, mientras él le decía a su teniente que los rehenes habían escapado sin que los pudiera detener. Los jóvenes le dieron las gracias y se metieron al agua para cruzar hacia el otro lado sanos y salvos. El joven militar dio la vuelta y enfiló hacia donde estaba su tropa; veinte segundos después un dolor inconmensurable se apoderó de su cabeza.

El teniente junto a cinco soldados enfilaron sus pasos hacia el río al escuchar los disparos. Cuando faltaban cincuenta metros se encontraron con los prisioneros vivos y con el soldado caminando con ellos; en cuanto los vieron, los seis militares descargaron sus armas sobre las cabezas de sus enemigos y de su antiguo compañero. La orden del alto mando de no dejar rehenes vivos tenía relación con la presencia del virus zombie en las líneas enemigas. El teniente se aseguró que todos estuvieran muertos; al revisar el cadáver del soldado que desobedeció sus órdenes, aparte de las heridas de bala se notaba un orificio en su cráneo con marcas de dientes, y la ausencia de cerebro.

miércoles, mayo 22, 2019

Urgencia

La joven muchacha estaba sentada en la camilla del servicio de urgencias ya por más de media hora. Esa mañana había sido demasiado extraña, por lo que deseaba que terminara luego; sin embargo el personal de la urgencia estaba ocupado en urgencias reales, por lo que su caso debería esperar hasta que alguien se desocupara y decidiera darle tiempo a ella. La joven era una escolar del último año de secundaria que estando en clases de gimnasia sintió un fuerte mareo. Su profesora la miró y decidió enviarla a la urgencia más cercana para no correr riesgos. La chica ahora ya no estaba mareada, pero debía esperar a que algún profesional la viera para hacerle un diagnóstico, darle tratamiento y el alta para poder volver a su vida normal.

La joven muchacha intentaba hacer memoria para encontrarle motivo a lo que le sucedió. Había desayunado normal esa mañana, y la noche anterior había tenido una junta con compañeras de curso en el departamento de una de ellas. La dueña de casa era conocida por todas como la “rara”, porque gustaba de vestirse de negro y andar siempre con libros viejos y raros; la muchacha no se llevaba bien con ella, pero aceptó ir por presiones de su mejor amiga, que también era amiga de la rara. Esa noche habían comido hamburguesas y tomado bebida, y la chica rara les ofreció a todas una bebida de hierbas preparada por ella, pero que fue consumida por todas, sin que ninguna otra manifestara complicaciones.

El joven estudiante de medicina había llegado atrasado al turno. El alumno de último año de la carrera había tenido una fiesta salvaje la noche anterior, donde el alcohol y las drogas sobraron a todos los comensales. Esa noche ni siquiera llegó a su casa, despertó tarde en donde se había llevado a cabo la fiesta y decidió partir al turno esperando que nadie notara su estado alterado de conciencia. El joven se encontró con una urgencia colapsada a esa hora de la mañana; sin que nadie lo notara tomó los datos en espera, dentro de los cuales el primero era de una niña de 17 años con mareos. Sin pensarlo dos veces se dirigió al box para atender a la chica.

El estudiante de medicina veía borroso, escuchó con atención la historia de la niña y se dispuso a hacer el examen físico. De pronto notó que en la muñeca derecha la niña tenía un bulto con una pequeña protuberancia roja. El joven de inmediato tomó la protuberancia, que tenía consistencia similar a una hebra de lana; al tirar de ella empezó a salir de la muñeca de la muchacha una hebra de lana roja.

El joven estudiante tenía claro que eso que le estaba pasando era efecto de las drogas consumidas la noche anterior, sin embargo decidió seguir hasta ver cuál era el límite de su cerebro. Luego de un minuto de traccionar la hebra de lana se puso resistente a la tracción; el joven sujetó con fuerza el antebrazo de la joven y tiró con violencia la hebra. Luego de escuchar el grito de la muchacha el joven miró el riñón metálico donde estaba dejando la lana: en él vio el largo hilo que terminaba en un pequeño escarabajo negro. El joven estaba sorprendido al ver lo que su mente drogada era capaz de crear. Mientras tanto la joven escolar y el personal de urgencia veían con espanto el riñón con el hilo de lana y el escarabajo salido de la muñeca de la joven. En el intertanto en el colegio, la “rara” pensaba en la sala de clases si se le había pasado tal vez la mano con el brebaje que le había dado a beber a su eventual enemiga.

miércoles, mayo 15, 2019

Cita esperada

El viejo hombre tomó un sorbo de agua para paliar el calor. Ese día de verano las temperaturas habían estado mucho más altas que el promedio, por lo que le era necesario tomar mucha agua para sentirse mejor. El hombre se había detenido en un parque y le pidió la manguera a un jardinero extranjero, quien gentilmente se la facilitó para que el viejo hombre pudiera saciar su sed; sin embargo el hombre sólo tomó un sorbo para poder seguir caminando hacia su destino de ese día. Luego de darle las gracias al jardinero y de devolverle la manguera, continuó su marcha.

El viejo hombre peinaba su barba con sus dedos mientras caminaba, pues sentía que debía llegar algo más ordenado a su cita de esa hora. El hombre caminaba a paso firme pese al calor, y sabía de memoria el camino hacia su destino.

El viejo hombre estaba cerca de llegar a su destino. Faltando pocos metros el viejo hombre se detuvo a arreglar su ropa para que se viera ordenada al llegar. Con cuidado se preocupó de estirar los pliegues de su vestimenta, como si estuviera planchándola con la mano, hasta dejar completamente lisa la superficie de su ropa. No era frecuente ver en verano a un hombre vestido de terno negro completo, pero él no estaba preocupado de lo que la gente pensara de su vestimenta. De hecho ni siquiera le preocupaba lo que la gente pensara de su oficio, él sólo se dedicaba a cumplir con su trabajo como lo había hecho desde que tenía memoria; el viejo hombre era un tipo sencillo, sin aspavientos, que se dedicaba a cumplir su función sin molestar a nadie. Una vez estuvo conforme con el estado de su vestimenta, siguió su marcha hasta su destino.

El viejo hombre llegó a la dirección a la que iba. Sin tocar la puerta entró al lugar y sin pedir permiso entró a la habitación principal; en ella estaba una añosa mujer acostada respirando con dificultad, sus hijos rodeándola y un médico a los pies de la cama. De pronto la añosa mujer pareció aclarar su mente y se despidió de cada uno de sus hijos; en ese momento la mujer giró su cabeza y se asustó al ver al viejo hombre de negra vestimenta, quien la esperaba para separar su alma de su cuerpo, como llevaba haciéndolo desde el principio de los tiempos.

miércoles, mayo 08, 2019

Maestro

El viejo maestro miraba impertérrito a sus alumnos mientras ellos intentaban imitar sus movimientos. El maestro llevaba más de cincuenta años practicando artes marciales, por lo que tenía uno de los grados más elevados de toda la región en su arte, el que llevaba cerca de cuarenta años entregando amorosa pero estrictamente a sus discípulos. Nadie que hubiera dado exámenes con él había cometido algún error en la consecución de su grado, y dichos grados eran válidos en cualquier academia del estilo en todo el orbe. Con los años había depurado su estilo de modo tal de parecerse cada vez más al arte original de sus ancestros, y su cuerpo se había convertido en un arma mortal.

Luego de veinte minutos repitiendo una y otra vez los movimientos demostrados y explicados por el maestro, los discípulos estaban bastante cansados y algunos inclusive hasta acalambrados. El maestro estaba todo ese tiempo arrodillado en el suelo con las manos sujetando su cinturón y la mirada fija al frente, sin decir palabra alguna; luego de demostrada y explicada una secuencia se daba por aprendida y entendida. De pronto el discípulo de más alto grado, y que hacía las veces de ayudante del maestro, detuvo los movimientos, ordenó a todo el grupo y dispuso que la secuencia partiera de cero, y con todos los alumnos haciéndola coordinados.

Terminada la secuencia y con el beneplácito del ayudante del maestro, todos hicieron una venia a éste, y empezaron a hacer un entrenamiento de combate libre uno contra uno. El maestro se mantenía en su sitio sin moverse ni expresar sentimiento alguno. De pronto una de las alumnas más jóvenes, desordenada y de bajo grado se quedó mirando al maestro cerca de un minuto y sin permiso de nadie se acercó a él y de la nada acarició su rostro.

El cuerpo del maestro cayó pesadamente hacia el lado contrario de la caricia, haciendo que la chica gritara: un par de segundos después el ayudante estaba sobre el cuerpo inerte del maestro, quien había fallecido al terminar de demostrar los movimientos que se ejecutarían en la clase. La conmoción en el grupo fue terrible; mientras tanto y entre ellos el alma del maestro se despedía de sus alumnos con la satisfacción de su deber cumplido. Nadie tuvo la sensibilidad de sentir que mientras ellos ejecutaban la secuencia de movimientos, el alma del maestro la ejecutaba junto con ellos por última vez.