Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

sábado, febrero 19, 2022

Llamada

El hombre escuchaba cansado la llamada telefónica. Hacía media hora que la mujer hablaba al otro lado de la línea sin parar, ofreciéndole decenas de productos bancarios que el hombre ni siquiera sabía que podían existir. La mujer parecía no cansarse de hablar, y el hombre ya estaba cansado de escuchar. El hombre era bastante paciente, pero esa llamada ya estaba por sacarlo de sus cabales.

Una hora más tarde la mujer seguía hablando. El hombre no era capaz de entender la capacidad de la mujer de hablar sin cansarse, y la cantidad de productos que podía tener en su cartera de negocios ese banco. De pronto el hombre se cansó de escuchar, y simplemente cortó la llamada. Sus oídos por fin podían volver a escuchar el silencio de su oficina, interrumpido ocasionalmente por alguna risa o un cuchicheo. El hombre amaba el silencio, y esa era su situación ideal. De improviso y de la nada un enorme estruendo se dejó escuchar, haciéndolo perder el conocimiento.

El hombre despertó dos horas después en la camilla de un servicio de urgencias. Una paramédico le escribió que había una fuga de gas en el edificio donde trabajaba, que ello produjo una explosión, y que él había sido el más perjudicado pues su escritorio daba justo a la ventana donde se había provocado el accidente. De pronto el hombre se dio cuenta que había quedado sordo, que la gente hablaba a su alrededor y que él no lograba escuchar nada. Algunos minutos después apareció un médico que le escribió que la explosión le había roto ambos tímpanos y le había dañado los nervios de ambos oídos, por lo que no volvería a escuchar nunca más en su vida y además tendría mareos permanentes. El hombre que amaba el silencio ahora sentía el dolor de la ausencia de ruido.

El hombre llegó a su casa esa noche. Entró al lugar afirmándose por la intensidad de los mareos y sin poder escuchar nada; de hecho el hombre no sabía cómo sería su vida de ahí en más. De pronto el hombre sintió su bolsillo vibrar; al revisar la pantalla de su celular descubrió que era el número de la mujer que lo había llamado esa mañana. El hombre aceptó la llamada y se colocó el auricular al oído; enorme fue su sorpresa al poder escuchar la voz de la mujer hablándole de los productos del banco. El hombre no entendía cómo no era capaz de escuchar nada, salvo la voz de esa mujer a través del celular. El hombre no se cuestionó más, se colocó el pijama, se acostó, y se dispuso a escuchar la ahora dulce voz de la mujer que le ofrecía productos inexistentes de un banco cuya sede estaba en su mente.

sábado, febrero 12, 2022

Destino

 La mujer dormitaba cansada frente al computador. Las últimas tres noches apenas había dormido y eso le estaba pasando la cuenta, haciéndola cabecear en su trabajo. Por más que intentaba controlarlo le era imposible, por lo que en algún instante decidió dejarse llevar por el sueño, y luego simplemente asumir las consecuencias, si es que alguien llegara a descubrirla.

La mujer se quedó profundamente dormida, y al poco rato empezó a soñar. En su sueño uno de los dueños de la empresa la sorprendía y le llamaba la atención a gritos, a vista y paciencia de sus compañeros de trabajo. El hombre luego la obligaba a que lo siguiera a su oficina, donde seguía insultándola por haberse quedado dormida. En el sueño la mujer se ponía a llorar, lo que le provocaba más ira a su jefe, quien la insultaba con epítetos cada vez peores.

De pronto en el sueño el descontrol se apoderó de su mente. La mujer miró el escritorio de su jefe, y dentro de los artefactos encontró un cuchillo cartonero. Presa de la impotencia la mujer tomó el cuchillo, extendió la hoja al máximo y empezó a lanzarle cortes a la cara a su jefe, quien gritaba de dolor e intentaba protegerse. De pronto uno de los cortes llegó a su cuello ahogando el último grito, haciéndolo caer al suelo mientras manaba sangre a borbotones de la herida.

Instantes después en su sueño aparecía la secretaria del gerente, quien al verlo botado en el suelo muerto empezó a gritar, desaforada. La mujer entonces también la atacó con el cuchillo, cortándole la cara y el cuello provocándole la muerte. La angustia se apoderó de la mujer, quien al ver a las dos personas muertas, colocó el cuchillo en su propio cuello y de un corte acabó con su vida.

En ese momento fue despertada por el grito de su jefe, quien efectivamente la descubrió durmiendo. El hombre hizo lo mismo que en su sueño frente a sus compañeros, y luego la llamó a su oficina. Sabiendo lo que iba a ocurrir, la mujer decidió no seguirlo, y salir por la puerta principal mientras el hombre le gritaba a viva voz que estaba despedida. La mujer prefería eso a matar a dos personas y luego suicidarse. Al salir del edificio cruzó la calle para irse a su hogar, muriendo atropellada por un camión que acababa de cortar sus frenos. En la oficina su jefe sufrió un infarto masivo al corazón que acabó con su vida instantáneamente, y su secretaria, al verlo muerto en el piso salió corriendo de la oficina, se tropezó, y cayó sobre una escultura de bronce puntiaguda que le perforó el tórax y destrozó su corazón. Así, la vida siguió su curso sin cambios en su plan maestro.

sábado, febrero 05, 2022

Canas

 El hombre miraba el espejo del bar en la barra. En él veía un rostro viejo y cansado, que debería estar en su casa durmiendo a esa hora para recuperar fuerzas para el trabajo de la semana. Sin embargo estaba en la barra del bar bebiendo su tercer whisky de la noche, sin saber cuál sería su cuota de esa jornada. El hombre miraba sus canas, y sabía la historia de cada una, pues cada cana era la marca de algo que había hecho mella en su vida. De pronto el hombre miró con detención el espejo, y vio un enorme mechón que no había notado hasta ese entonces.

El hombre entonces notó que estaba en realidad demasiado cansado, y que si se quedaba en la barra terminaría quedándose dormido. Para conservar su dignidad pagó la cuenta y emprendió camino a casa, aún con un paso firme, aunque algo inestable. Media hora después había llegado a su casa, donde lo esperaba un gato viejo y mañoso, que sólo le pedía comida para luego dejarlo botado con su soledad de siempre.

El hombre alimentó al gato, y dejó abierta la ventana de la cocina para que una vez saciado, volviera a salir sin problemas. Luego se hizo un sándwich con lo que quedaba en el refrigerador, y se sentó a comer frente al televisor con la luz apagada.

El hombre miraba el televisor sin tomar en cuenta lo que veía. De pronto terminó el programa que estaban emitiendo, y empezó un noticiario nocturno. El hombre vio que la periodista le daba el pase a un colega, quien mostraba un lugar parecido al bar que frecuentaba, rodeado de policías, con cintas plásticas para aislar el lugar, y personas con buzos blancos moviéndose por doquier. El periodista en el lugar comentaba que un hombre loco sacó un arma en el bar y empezó a disparar a diestra y siniestra; luego agregó que uno de los asistentes al lugar era un policía de civil que usó su arma. El resultado final fueron seis muertos, incluido el homicida.

El hombre empezó a mirar entonces las fotos de los fallecidos, y se estremeció al reconocer al barman y a una de las meseras; en ese instante agradeció al cielo haber salido a tiempo del lugar. De pronto apareció una fotografía suya: en el generador de caracteres aparecía su nombre, bajo el cual decía “autor de los disparos”. En ese instante se dio cuenta que no había sándwich en la mesa, y que su gato seguía pidiéndole una comida que jamás le llegaría.