Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, septiembre 24, 2008

Papeles

-Déjate de escuchar esa porquería.
-Me gusta esa música.
-¿Música? ¿A esa basura le dices música?
-Sí, es mi música. ¿Acaso tus padres no decían lo mismo de lo que tú llamabas música?
-No es lo mismo, eso que tú escuchas no es música, lo que yo escuchaba sí, aunque mis padres no me comprendieran.
-¿Te das cuenta que ahora tú eres el padre y yo el hijo?
-¿Qué quieres decir con eso?
-Que debes asumir que los papeles se invirtieron, que ahora tú eres el intransigente y yo el incomprendido.
-Sí, suena bonito salvo por un detalle.
-¿Cuál, que yo era el padre y tú el hijo? Eso ya no vale.
-¿Por qué? ¿Acaso es culpa mía que luego de muerto te hayan mandado reencarnar en el vientre de mi esposa…?

miércoles, septiembre 17, 2008

Matarife

El matarife estaba listo para cumplir su labor. Tenía todas sus herramientas preparadas, afiladas y ordenadas según el uso que les debía dar. Él era casi un artesano en su rubro, uno de los mejores de esa mal mirada estirpe: nadie había mejor que él para destazar y separar cada pieza y sección, dejando todo listo para su posterior uso y consumo. Bajo sus siempre bien afiladas hojas nada se resistía, y sus cortes eran tan limpios que muchas veces eran usados de ejemplo para las escasas generaciones continuadoras de tan innoble pero indispensable trabajo.

Siempre ese tiempo de espera era incómodo para él, pues pese a no ser un gran letrado ni instruido, era capaz de reflexionar acerca de su trabajo y las implicancias que éste tenía. Pero una vez hubiera muerto el cuerpo, y él empezado su labor, todas las ideas desaparecían de su mente y cumplía perfecta y rápidamente con el trabajo que sabía.

Cavilando se encontraba cuando recibió la señal, al lado de la cama de la joven asesina que estaba agonizando en la habitación de la clínica. En cuanto falleció y el alma se desprendió de su cuerpo, el ángel vengador la capturó y se la entregó al matarife, quien destazó rauda y precisamente esa alma pervertida y consagrada al mal, para luego repartir sus trozos en los distintos confines de varias dimensiones y así colaborar a la sagrada misión de eliminar la maldad para siempre.

miércoles, septiembre 10, 2008

Botella

Mientras el manto de la noche caía lentamente sobre la fría ciudad, el anciano recorría las estrechas y lúgubres callejuelas del barrio bohemio. A esa hora, en el crepúsculo, ya era posible encontrar borrachos durmiendo en el piso, abrigados por perros tan mal cuidados como ellos. El hedor a humanidad (alcohol, tabaco, vómito y sudor, todos mezclados) se hacía evidente a cada paso, recordándole al anciano su juventud, cuando tenía los medios para emborracharse y dormir la borrachera en la calle; ahora con suerte le alcanzaba para comer malamente.

De improviso la diosa fortuna pareció sonreírle: ahí, al medio de la calle, había una botella con la mitad del contenido. Con suerte sería algún licor medianamente pasable, con algo más de la misma sería algún veneno que lo ayudara a terminar con el sufrimiento que significaba para él la vida. Pero al parecer la sonrisa de la diosa era sólo de burla, pues al beber el contenido no sintió más que agua por su lengua y paladar, y la muerte no pareció acercarse a su patética existencia.

Dos cuadras y seis borrachos más allá, su corazón se detuvo bruscamente y cayó fulminado al suelo: al fin la muerte lo había venido a buscar, o al menos eso parecía. Extrañamente en el instante de su muerte sintió algo como un tirón interno, luego de lo cual recobró el conocimiento. Por lo visto no había sido más que un desmayo; al empezar a caminar notó que lo hacía con sus manos y sus pies, y de pronto se sintió desnudo pero sin frío. Al ver sus manos en el piso y verlas peludas, delgadas y sin sus dedos, cayó en cuenta: buscó una vitrina para verse, y descubrió que el elixir de la botella lo había convertido en perro. Al parecer la diosa fortuna no le había sonreído, pero sí guiñado un ojo; nunca más pasaría frío con su pelaje, y ya no habría más hambre, pues si nada encontrara en los desechos para comer, aún tenía el vómito de los humanos…

miércoles, septiembre 03, 2008

Imágenes

Mientras hojeaba el viejo álbum de fotos familiares, los recuerdos llenaban la mente de la joven cajera del banco. Cada foto reflejada en el fondo de sus ojos despertaba algún sector de su pasado que la hacía emocionarse hasta decir basta: de hecho más de una lágrima había rodado por su terso rostro al ver imágenes congeladas de su vida.

Al hojear el álbum entendía el romanticismo de las fotos impresas en papel. En plena era digital, donde todo se reducía a una cadena interminable de ceros y unos, cuyo sentido debía ser interpretado por un procesador para transforma esa cadena en un texto, una fotografía o un video, el poder palpar las imágenes impresas en el papel fotográfico le daba la sensación de entrar a dicha realidad congelada en el tiempo. Pero hasta ese papel tenía sus límites.

Hacía tiempo ya que no veía a su familia, y los recuerdos de las imágenes nunca eran suficientes. Esos momentos reflejados y guardados en el papel fotográfico no eran capaces de llenar sus carencias afectivas. Y aunque doliera, debía verlos nuevamente para sentirse un poco más viva. Así pues se dirigió al sótano, encendió las luces del congelador y entró a ver, luego de años, los cadáveres congelados de todos aquellos a quienes quería y que alguna vez intentaron alejarse de su lado…