Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, agosto 28, 2019

Fantasma


El fantasma se encontraba en el espesor de la pared, mirando qué pasaba en la casa que años atrás había sido suya. Era extraño ver desconocidos en la casa que se había demorado tanto en comprar y alhajar, y que sus herederos se habían demorado tan poco en vaciar y vender. Ahora su alma yacía atrapada en el lugar, y luego de años en el mismo sitio se había acomodado a la rutina de la joven familia propietaria de su pasado.

La nueva familia era pequeña, un matrimonio no mayor de treinta años y una pequeña niña de cinco conformaban el grupo de nuevos ocupantes del lugar. Nada tenía que ver ello con las familias de antaño, con siete o nueve hijos cada una, en donde la mujer postergaba o abandonaba sus sueños en pos de criar a todos los retoños, a menos claro que su objetivo de vida hubiera sido criar una familia. Ahora la mal llamada modernidad hacía que las familias que decidían tener hijos, no tuvieran más de uno o dos, salvo escasas y honrosas excepciones. Así, con apenas tres miembros, el fantasma conocía todos los movimientos a cada minuto de cada miembro, por lo que no había sorpresas en el día a día. Tanto era así, que hasta sabía qué haría el perro a cada momento.

Ese lunes la niña y la madre se habían quedado en casa, pues la pequeña había pasado toda la noche con fiebre y no había sido enviada al prekinder para seguridad de ella y de sus compañeros, por el riesgo de contagiarlos de quién sabe qué. El fantasma salió del muro y entró a la habitación a ver a la pequeña, mientras su madre seguía sentada al lado de su cama, mientras el termómetro medía su temperatura. De pronto la pequeña suspiró fuerte, como si se hubiera asustado, y dirigió su vista hacia donde se encontraba el fantasma, el cual se quedó tieso cuando la pequeña levantó su mano y empezó a saludarlo. La madre le preguntó qué hacía, a lo que la pequeña respondió que saludaba el hombre transparente que estaba parado detrás de ella; la madre le dijo que lo saludara de parte de ella, y fue a la cocina a buscar un vaso de limonada.

El fantasma estaba tieso, pues la pequeña no le quitaba los ojos de encima. En ese instante la pequeña se puso de pie, fue al dormitorio de su madre y volvió con una moneda, una caja de fósforos y una vela. El fantasma se preocupó al ver a la pequeña con fósforos en la mano; sin embargo la pequeña pasó al lado del fantasma y le hizo señas para que la siguiera al baño. El fantasma esperó unos segundos, y se decidió a seguir a la pequeña. Cuando entró al baño, la pequeña tenia medio cuerpo colgando dentro de la tina, la vela ya estaba encendida, y con esperma la estaba fijando a la moneda. El fantasma se acercó, y vio cómo la pequeña colocaba la moneda con la vela encendida en la tina, y abría la llave. De pronto un torbellino de luz envolvió al fantasma, y se llevó su alma donde debería haber estado hacía años ya.

Cuando la madre volvió encontró a la pequeña sentada en la cama jugando con dos muñecas, y al parecer sin fiebre. La mujer le preguntó a la pequeña por el fantasma, a lo que la niña respondió que lo había liberado. La mujer se puso de pie, fue al baño, y descubrió la vela encendida y el grifo abierto. Tranquilamente apagó la vela, cerró la llave del agua y volvió donde la pequeña para acariciar su cabellera y regocijarse de lo rápido que aprendía sus lecciones y de lo promisorio que veía su legado en manos de su hija.

miércoles, agosto 21, 2019

Empresa

La coordinadora de piso estaba colapsada esa mañana. Había llegado muy temprano en la mañana y a esa hora, una hora antes de la apertura del local, ya había filas de gente afuera esperando ansiosa para entrar y contratar el servicio ofrecido. La mujer tenía claro que en cualquier momento el sistema iba a colapsar, que no iban a dar abasto para cumplir los requerimientos de los clientes, y que ello los iba a llevar a un problema legal de repercusiones inimaginables; sin embargo, el temor real que la mujer tenía era que su personal, y elle misma, llegaran a colapsar.

Nueve de la mañana, las puertas se abrieron y una verdadera avalancha de gente inundó todos los espacios; los números del turno automático fueron arrancados en menos de cinco minutos, obligando a uno de los administrativos a cargar un nuevo rollo de números que tenía a mano, pues todos los días la dinámica era igual: gente desesperada por contratarlos a toda costa y lo antes posible para no quedarse sin el servicio. La gerencia había estimado la posibilidad de abrir la oficina los sábado por la mañana para atenuar el flujo semanal, lo que fue de plano descartado por recursos humanos, pensando en el estrés al que someterían a los empleados y la posibilidad cierta de no lograr cumplir todos los contratos.

Once de la mañana, todos los módulos de atención estaban llenos. Los teclados de los terminales bullían ingresando los datos de los clientes y la forma de pago para completar los contratos. Cada vez que algún ejecutivo terminaba el contrato y le entregaba la copia al usuario, una mirada de resignación cruzaba por la vista de ambos; en el caso del ejecutivo la mirada duraba hasta que tenía sentado frente a sí al siguiente cliente, mientras el usuario salía cabizbajo del lugar.

Doce del día. A esa hora el flujo de clientes bajaba un poco, mientras los empleados encargados de cumplir los contratos empezaban a salir del lugar a hacer su trabajo. La gente que no tenía los recursos para pagar el servicio miraban con un dejo de envidia la salida de los encargados de la empresa, a sabiendas que su dinero no alcanzaba para pagar a la empresa de asesinos encargada de matar al contratante y a toda su familia, antes que las naves extraterrestres llegaran a la tierra en un año más a esclavizar a todos los que quedaran vivos.

miércoles, agosto 14, 2019

Detective

El detective privado iba en su viejo auto haciendo un seguimiento. Un viejo empresario del entretenimiento salía con una modelo de veinte años menos, de la cual sospechaba que lo estaba engañando. Luego de pagarle en billetes dos meses completos con tal de lograr dedicación exclusiva y resultados rápidos, el detective se había abocado con todos sus conocimientos, mañas y contactos a seguir a la joven mujer y obtener la información que dejara satisfecho a su cliente.

Esa tarde la joven mujer le había dicho al viejo empresario que su madre estaba enferma y que dedicaría la noche a cuidar y a estar con ella. A las diez de la noche la joven salía de su departamento ataviada de fiesta, con un vestido muy corto, peinada y maquillada, en su auto deportivo con destino desconocido. El detective había estado esperando su salida para seguirla y descubrir con quién engañaba a su pareja; a duras penas su viejo automóvil era capaz de seguir la velocidad a la que la joven manejaba su vehículo, pero de todos modos fue capaz de no perderla de vista. Extrañamente la joven se dirigió a una comuna periférica, en la cual no abundaban los locales de fiesta. De pronto y para su extrañeza, la joven detuvo su vehículo a las puertas de un cementerio.

El detective no entendía lo que estaba viendo. La joven se paró en la reja, miró para todos lados, y luego de cerciorarse que no hubiera guardias en el sector, plásticamente escaló la reja con su tenida de fiesta y entró al camposanto. El detective acercó su vehículo a la puerta, tal como la joven se fijó que no hubiera guardias, y luego dificultosamente se encaramó en la reja hasta lograr escalarla. El hombre se quedó en el borde superior de la estructura recuperando el aire, para luego dejarse caer hacia el interior del lugar.

El detective cayó pesadamente a tierra. Cuando se puso de pie, un enorme golpe en su espalda lo derribó. Al caer de espalda al suelo vio sobre él una imagen horrenda de rostro deforme ataviado con la misma ropa de la joven modelo. La bestia lo tomó por el cuello con una fuerza incontenible cortándole la respiración, para luego hundir sus poderosos y deformes dientes en su cráneo hasta romperlo para engullir su cerebro. Ya tendría tiempo la joven zombie, una vez que hubiera digerido su comida, de maquillarse de modo tal de esconder su realidad a su pareja y al mundo.

miércoles, agosto 07, 2019

Caminata

El joven caminaba lentamente por el pasillo. Pese a ser seguido por varias personas el joven parecía no querer apurar su paso, haciendo que todos caminaran a su velocidad, lo que no le generaba mayor preocupación, ni tampoco parecía molestar a quienes lo seguían. As´, la marcha de todo el grupo era guiada por la lentitud del joven hombre.

Al lado del joven iba un hombre mayor, vestido de negro, quien parecía recitar letanías. El joven no lo tomaba en cuenta, pues tenía mayores problemas en ese momento que escuchar a alguien que hablaba cosas extrañas a su lado sin que nadie se lo pidiera. Tras él caminaban cuatro hombres de uniforme y dos o tres de elegante terno, que caminaban en silencio y no parecían querer apurar la marcha del joven hombre, quien mantenía su paso cansino sin inmutarse.

El joven hombre seguía caminando. De pronto frente a él apareció una puerta cerrada, ante la cual el joven hombre detuvo su paso. Al instante uno de los hombres de uniforme se adelantó, sacó una llave y abrió la puerta: la caminata había terminado, ya habían llegado a la sala de ejecuciones donde una inyección letal acabaría con la vida del joven psicópata asesino.