Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

sábado, septiembre 25, 2021

Sol

 La muchacha miraba por la ventana salir el sol esa mañana. Le encantaba levantarse temprano para ver salir el sol por el horizonte. Luego de ello se bañaba, desayunaba e iniciaba el trayecto a su trabajo como todos los días hábiles. Los fines de semana también se levantaba temprano a ver salir el sol, para luego volver a acostarse y despertar a una hora prudente para los días libres. Su vida, desde que tenía uso de razón, parecía girar en torno al amanecer.

Esa última semana la muchacha había visto al sol algo extraño. Luego de años de mirarlo ya conocía sus características, y esos siete días había amanecido más rojo que de costumbre, para al rato volver a su coloración habitual. La muchacha estaba desayunando, cuando de pronto vio una extraña información en el noticiario de la mañana: científicos europeos decían haber descubierto que las características del sol estaban cambiando, y que su radiación se estaba haciendo peligrosa para el ser humano. La muchacha miró con desdén la pantalla para luego terminar de desayunar e iniciar el viaje a su trabajo. La joven sabía que el astro rey podría tener muchas características, menos ser dañino para el humano, y menos aún para ella.

Una semana después se había desatado el caos. El so había aumentado enormemente su actividad, las quemaduras solares se hacían pan de cada día en los servicios de urgencia alrededor del planeta, y los científicos habían dado un ultimátum: a la superficie de la tierra no le quedaban más de tres meses de habitabilidad, antes que la radiación solar empezara a cobrar vidas raudamente. Los gobiernos del mundo se reunieron de urgencia en las naciones unidas, y desarrollaron un ambicioso plan de construcción de túneles bajo tierra usando los enormes taladros de minería y de construcción de túneles de tren subterráneo. Usando toda la información geológica disponible se dispusieron a cavar a toda velocidad la mayor cantidad de túneles posibles para albergar a la población mundial y disponer de acceso al agua y al aire: el resto de las provisiones se verían con el paso de los días luego que empezaran a agotarse los alimentos que ya se estaban acopiando.

Cuando faltaba un día para el confinamiento, todo estaba listo. Mucha de la gente ya había bajado a los túneles y el resto esperaba su turno para bajar. A esa hora de la mañana la muchacha estaba frente al amanecer mientras el rojo sol quemaba su piel. La muchacha no podía creer que su amado sol se había convertido en su enemigo. De pronto sonó el timbre: era su madre que venía a buscarla para llevarla al refugio luego que muchacha hubiera quedado ciega por seguir mirando al sol pese a las recomendaciones de los científicos y el gobierno.

domingo, septiembre 05, 2021

Ascensor

 El joven oficinista llegó nervioso al estacionamiento del edificio donde estaba ubicada la empresa donde trabajaba. Esa mañana había empezado de modo funesto para él, y necesitaba despejarse lo antes posible para rendir adecuadamente en sus labores. Justo ese día iría un equipo de auditores a revisar la documentación de su área de trabajo por lo que necesitaba estar completamente concentrado en sus labores. Luego de estacionar su vehículo se bajó, revisó el parachoques anterior, limpió un poco su superficie, se fijó en cuán abollado había quedado luego de los sucesos de su traslado al trabajo, y respiró un poco más tranquilo al darse cuenta que no había sangre en su superficie y que su reparación saldría bastante económica dado el escaso daño sufrido.

El edificio donde trabajaba tenía un dueño con bastante conciencia social, pues tenía contratado un ascensorista. Esa labor era casi innecesaria, pero con ello le daba trabajo a una persona minusválida, por lo que aportaba con el sueldo y con la integración del trabajador. Al llegar a la empresa el oficinista subió rápido al ascensor, saludó apurado al ascensorista casi sin mirarlo y le indicó que lo llevara al octavo piso. El hombre presionó la botonera, y el oficinista se dio cuenta que el ascensor estaba bajando a uno de los estacionamientos subterráneos.

El oficinista miró al ascensorista, quien llevaba su rostro cubierto con su mascarilla. El joven se encogió de hombros y nuevamente pidió al ascensorista que lo llevara al octavo piso. En el intertanto el joven empezó a recordar los sucesos de la mañana: su sueño irregular, su despertar enojado, su ducha rápida, su café medio frío, su manejo acelerado, el vagabundo que apareció de la nada en medio de la calle, el atropello, la huida sin preocuparse del estado del accidentado. Una vaga sensación de culpa empezó a invadirlo pero de inmediato la desechó: había sido culpa del vagabundo quien se cruzó en medio de la calle de improviso en su camino sin que él alcanzara a esquivarlo. Si se hubiera detenido a ayudarlo hubiera llegado atrasado a la auditoría, y su jefe no se lo hubiera perdonado. Mientras cavilaba, el oficinista notó que nuevamente el ascensor estaba bajando.

El oficinista estaba notoriamente enojado con el ascensorista. Furibundo se dio vuelta y con violencia bajó la mascarilla del hombre quien tenía su mandíbula destrozada. El oficinista lo miró con espanto, y no reconoció al ascensorista; de pronto se dio cuenta que quien manejaba el ascensor era el vagabundo al que había atropellado y asesinado esa mañana. El joven nunca se enteró que el ascensorista estaba con permiso esa mañana. Mientras tanto, el vagabundo volvió a apretar la botonera del ascensor, cuyo destino final no era otro que el infierno.