Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, julio 31, 2019

Idea

Una idea empezó a incubarse en la cabeza de la joven mujer. De la nada y debido a nada la idea empezó a crecer y a asentarse en su cerebro ocupando una parte importante de su tiempo y de su realidad. La mujer se vio de pronto en la calle caminando con esa idea aparecida de la nada y que lentamente empezaba a llenar su todo. Por mientras en su cerebro la interacción entre neuronas aumentaba a cada instante, dejando poco espacio para las actividades rutinarias de la joven mujer.

La idea seguía creciendo. A cada instante que pasaba la idea se incrementaba y se hacía más compleja, usando cada vez más neuronas y por ende más sangre para alimentar y oxigenar esas neuronas. La idea ahora abarcaba más áreas del cerebro, dejando por momentos a la mujer desconectada del medio mientras se conectaba consigo misma para seguir desarrollando su idea. De pronto la mujer se dio cuenta que en menos de una cuadra había trastabillado al menos cinco veces, en una superficie regular, sin obstáculos y sin tantos transeúntes. Al darse cuenta que empezaba a ser foco de miradas y comentarios de quienes caminaban en la calle junto a ella, decidió entrar a un café a tomar algo y terminar de pensar su extraña idea.

La mujer bebía un café caliente en silencio, mientras su cerebro seguía trabajando incansablemente. Tanto era lo que pensaba que en un instante le empezó a doler la cabeza. Mientras tanto su cerebro trabajaba afanosamente en seguir desarrollando su idea, sin dejar lugar a ninguna función cerebral superior aparte de la idea. La mujer bebía café casi automáticamente, y su cerebro seguía extendiendo y enmarañando cada vez más la idea, lo que hacía que el dolor de cabeza de la mujer fuera en aumento a cada segundo.

La idea parecía crecer exponencialmente en el cerebro de la mujer, llevando el dolor de cabeza a un nivel tal que la mujer se quejaba de dolor mientras bebía café; ello no parecía importarle al cerebro que seguía haciendo crecer la idea, haciendo que el cerebro se inflamara y empezara a aplastarse contra las paredes del cráneo. La mujer intentó distraerse para evitar pensar tanto, pero era inútil, pues su cerebro no parecía querer detenerse. De pronto la mujer dio un grito enorme, y su cabeza cayó sobre la mesa del café. Cuando el dependiente se acercó, notó que los ojos de la mujer no miraban a ninguna parte, que abundante sangre salía de sus ojos y oídos, y que ya no tenía signos vitales; la idea había crecido tanto y tan rápido, que había reventado el cerebro y la vida de la mujer.

miércoles, julio 24, 2019

Mirada

Un hombre de terno estaba parado a dos cuadras de la comisaría, en la esquina, mirando a todos quienes pasaban por el lugar. El hombre era macizo, de mediana estatura, pelo corto entrecano y mirada incisiva. Cada vez que pasaba alguien por el lugar fijaba su mirada en la mirada de quien pasara, poniendo nerviosos a casi todos los transeúntes; inclusive varios conductores que doblaban por dicha esquina se sentían intimidados al ver la mirada del hombre.

La mañana estaba extremadamente fría, pero ello no parecía alterar en nada al hombre quien no se movía del lugar en que estaba, y seguía persistentemente mirando a todos quienes pasaran a su lado. De pronto pasó por su lado una mujer joven que llevaba un coche cuna bien cubierto y de la mano a una pequeña de tres años; en cuanto la pequeña vio al hombre se acercó a él, le tomó la pierna del pantalón y empezó a tironearla para llamar su atención. La madre vio cómo la mirada del hombre se enfocaba en los ojos de la pequeña, quien de inmediato soltó el pantalón, momento que fue aprovechado por su madre para tironearla y alejarse del lugar lo antes posible, temiendo alguna mala intención del hombre de terno.

El hombre seguía parado en la esquina. En ese momento dos parejas de carabineros pasaron por el lugar, mirando al hombre quien les devolvió la mirada, impávido. Uno de los suboficiales quiso devolverse a encarar al hombre por la fría mirada que le dio, siendo detenido por un oficial que le indicó con un ademán que siguiera su marcha y no se metiera en problemas por una tontería como una mirada fría temprano en la mañana. Justo en ese instante un hombre pequeño pasó al lado del hombre de terno, quien de inmediato dirigió su mirada a los ojos de dicha persona.

Cerca de las nueve de la mañana el hombre seguía parado mirando a quien se cruzara con él. De improviso un oficial de carabineros de mirada perdida pasó por el lugar, quedando en el instante casi paralizado: el hombre de terno era idéntico a él, y el terno que usaba era la tenida con la que había llegado al trabajo esa mañana. El hombre de terno lo vio, sonrió, y lentamente avanzó para reubicarse en el cuerpo que había perdido al llegar a dos cuadras de la comisaría esa mañana, cuando un potente estruendo separó su cuerpo de su alma.

miércoles, julio 17, 2019

Ciclo

El sol entraba por las ventanas iluminando el lugar y proyectando decenas de sombras por doquier. El calor de los rayos del astro rey entibiaba el ambiente, dejando una temperatura similar tanto al interior del departamento como en el exterior. La rotación de la tierra hacía el efecto de un sol subiendo cada vez más sobre el horizonte, iluminando y entibiando el día en ese lado del planeta, haciendo que la vida se activara por todos lados. El día era simplemente maravilloso.

A las doce del día el sol llegó a su cenit, cayendo sus rayos verticalmente sobre la superficie de ese lado del planeta. Tal era la intensidad de los rayos que algunas plantas y flores empezaban a sufrir su efecto, abriendo sus pétalos y hojas al máximo para captar la mayor cantidad de luz posible y hacer perdurar con ello el ciclo de la vida. Por otra parte la humedad de la tierra empezaba a escapar al transformarse en vapor de agua, que con las horas aportarían a la formación de nubes que también perpetuaban el ciclo normal del agua. El planeta rebosaba vida, y todo seguía su curso lógico.

A las siete de la tarde el sol empezaba a ocultarse. Los rayos de luz empezaban a caer perpendicularmente sobre ese lado del planeta, siguiendo el ciclo normal del día y de la noche. Lentamente las plantas empezaban a prepararse para seguir el ciclo de la fotosíntesis, captando gases carbonados y liberando oxígeno al ambiente. La humedad volvía a la tierra y las plantas empezaban nuevamente a rehidratarse. Por su parte en las edificaciones la luminosidad empezaba lentamente a hacerse menor, proyectando sombras alargadas sobre los diferentes pisos y dándole un toque de melancolía al medio ambiente; en algo más de una hora llegaría la noche y la vida empezaría a descansar.

Diez de la noche, la oscuridad cubría con su manto ese lado del planeta mientras al otro lado la luz del sol empezaba a activar la vida. Hacía ya dos años que el ciclo del día y de la noche seguía ininterrumpidamente haciendo crecer más y más la vegetación, empezando a cubrir con una hermosa capa verde las construcciones humanas. Hacía dos años que nadie ni nada cortaba ese crecimiento. Hacía dos años que la vida humana en el planeta había acabado producto de una pandemia sin cura, y el único efecto del ser humano que quedaba en el planeta, aparte de las construcciones, era el haber servido como abono a la vegetación.

miércoles, julio 10, 2019

Encarnación







Marco Saldías era un hombre común con un secreto oculto en el subterráneo de su casa. Una tarde cualquiera muere de un infarto al corazón en su trabajo, luego de lo cual su alma pasa al más allá. Justo antes de iniciar el juicio de su alma convence a su guía que debe encarnar lo antes posible pues dejó temas pendientes ineludibles. Luego de conseguir un nuevo cuerpo debe convencer a su viuda que es él, para poder terminar con el secreto que guardaba en su subterráneo.

Esta es una novela corta, de corte esotérico, que busca entretener a los lectores. Que la disfruten.




miércoles, julio 03, 2019

Maldito

Maldito” murmuraba la mujer mientras avanzaba por la atestada avenida camino a casa, luego de una larga jornada laboral. Cuando llegó la hora de salida de inmediato recordó lo que le esperaba al volver a su hogar, por lo que de buenas a primeras su buen ánimo cambió, y su sonrisa fue reemplazada por una cara mezcla de enojo y amargura. No quería llegar a su hogar, pero obviamente sabía que no tenía otra opción, que no podía quedarse a dormir en el trabajo ni menos pedirle a alguna amiga que la acogiera. Al salir del trabajo debía volver a su realidad, pese a que la odiara.

Maldito” pensaba la mujer mientras seguía caminando. La ira iba subiendo a cada paso que daba, y no había modo de poder manejarla. Un par de veces casi cruzó la calle con el semáforo en rojo, concentrada en lo que le esperaba al llegar a casa; la rabia era incontrolable, y nada podía hacer para evitar vivirlo día tras día.

Maldito” repetía una y otra vez la mujer al llegar a su edificio. La joven vivía en el décimo piso, y para demorar un poco el inicio de su tortura subía por las escaleras pese a las várices y al cansancio. Muchas tardes debió detenerse un par de veces para descansar y hacerse de fuerzas para seguir subiendo; sin embargo, el solo pensar en lo que debía aguantar al llegar al hogar hacía que quisiera quedarse eternamente en la caja de escaleras.

Maldito” decía en voz baja la mujer mientras sacaba la llave de su cartera y abría la puerta de entrada del departamento. Al llegar a su hogar debía despedir a la señora encargada de cuidar al objeto de su odio; una gran y falsa sonrisa cubría su rostro mientras la señora le contaba lo que había pasado durante el día y quedaban de acuerdo para su llegada al día siguiente. Terminado el protocolo y luego del beso de despedida, la mujer quedaba a solas con el objeto de su odio.

Maldito” decía la mujer en voz alta, mientras su pequeño hijo de dos años le hacía fiestas para que ella le mostrara algo de cariño. Poco sabía el pequeño que había sido el inquisidor de su madre diez reencarnaciones atrás, que la había mandado a quemar por bruja, y que algo había fallado en el proceso por lo que la mujer vivió toda la quema sin poder morir tempranamente; tampoco sabía el pequeño que el castigo del más allá por haber sido efectivamente una bruja consagrada al mal era reencarnar con su ejecutor por el resto de la eternidad, sin ser capaz de olvidarlo jamás.