Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

viernes, octubre 30, 2020

Película

La mujer estaba sentada en el cine viendo por enésima vez la misma película. Hacía ya dos semanas que había ido a ver la cinta por primera vez, luego de lo cual quedó enamorada, por lo cual iba día tras día a verla una y otra vez. Era extraña para ella la fascinación que le había causado la película, pues ella no era una fanática del cine; sin embargo, había algo en la película que la llamaba y no la dejaba dejar de verla una y otra vez.

Esa tarde era la tercera vez que estaba viendo la película, aprovechando la función rotativa. La mujer se daba la maña para pasear por los pasillos sin salir del recinto hasta que faltaban pocos minutos para el inicio de la nueva función, instante en el cual volvía a ingresar a la sala.

La cinta era una película de época basada en hechos reales según rezaba la presentación. Era la historia de un esclavista que abusaba de todas sus esclavas, hasta que llegaba una de la cual se enamoraba, y por la cual decidía cambiar radicalmente su estilo de vida; obviamente ello no fue bien visto por sus vecinos, quienes terminaron asesinándolo, luego de la cual la esclava lograba su libertad pero quedaba sin motivos para vivir. La mujer se sentía identificada con la historia, y se imaginaba en el lugar, siendo la esclava que conquistaba al esclavista y lo hacía cambiar de estilo de vida.

La mujer estaba instalada lista para la tercera reproducción del día. En ese instante una mujer mayor se sentó a su lado y se puso a hablarle de todo, tal como si fuera una confidente en un café. La mujer se empezó a sentir un poco incómoda con la anciana, pero simplemente la dejó hablar. De pronto la anciana le dijo que era una bruja, que sabía que ella estaba enamorada de la película, que le había caído bien, y que con sus poderes la podía transportar al instante en que los hechos había ocurrido para que viviera la historia. La mujer se largó a reir, pero decidió seguirle el juego y decirle que sí, que la transportara a dicho lugar. La anciana entonces sacó una bolsita negra desde su cartera, puso el contenido en la palma de su mano, y sopló en el rostro de la joven.

Un par de minutos más tarde la joven despertaba de una suerte de pesadilla; aún no sabía qué le había soplado la mujer al rostro, pero rogaba por no haber sido secuestrada o algo peor. De pronto despertó en un campo de día, con una hacienda similar a la de la película a no más de cincuenta metros de distancia; al parecer la anciana era una bruja de verdad, y había cumplido su palabra. De pronto la joven intentó moverse, y se dio cuenta que estaba atada de manos. Al mirarse se dio cuenta que estaba ataviada con vestimentas de hombre, y atada a un árbol. A un par de metros de distancia estaba una mujer negra, llorando y rogando por su vida. De pronto un hombre malagestado golpeo con la culata de una escopeta su rostro, lo trató de traidor, y le dijo que lo torturarían todo el día por haberse metido con una negra asquerosa.

sábado, octubre 24, 2020

Anciano

El anciano miraba con dificultad la pantalla de su computador. El hombre había aprendido a su tercera edad acerca de los computadores, y pese a llevar varios años manipulando uno, sus conocimientos eran mínimos y no avanzaban nada. Su nieto mayor le había regalado uno para estar más en contacto con él y para que se comunicara con la familia; sin embargo el anciano apenas había entendido lo que era un correo electrónico y usaba esa vía para comunicarse sólo con su nieto, pues era la única dirección que tenía grabada en su agenda.

El anciano se levantó temprano esa mañana. Luego de bañarse, vestirse y desayunar quedó desocupado. Una hora más tarde estaba sentado frente al computador, leyendo las instrucciones que le había dejado su nieto para encenderlo y entrar a su correo electrónico. Una vez logró entrar, vio que en su bandeja de entrada había sólo un correo sin leer, y que no era de su nieto. El joven le había enseñado de unos correos de un nombre que no lograba recordar, que gente malvada utilizaba para robar; el anciano miró la pantalla y se decidió a abrir el correo. Mal que mal el anciano tenía una cuenta vista en el banco para recibir su exigua pensión, la que no estaba digitalizada, por lo que según él entendía nada le podía pasar. El anciano abrió el correo, se colocó sus lentes y leyó el contenido; al terminar el anciano se puso de pie y comenzó a ordenar unos papeles.

El anciano seguía ordenando documentos. Con un grueso plumón escribía en hojas tamaño carta instrucciones que luego adosaba a algunos documentos con un par de clips metálicos. El hombre luego sacó una vieja libreta de ahorros, la revisó, escribió dos cifras y dos nombres; finalmente tomó todos los documentos y los dejó ordenados encima de la mesa. El anciano miró el reloj algo nervioso; al ver la hora se dirigió raudo a buscar un monedero del cual sacó dos monedas, para luego ir a su dormitorio y cerrar la puerta por dentro.

El nieto del anciano estaba preocupado, pues hacía tres días que su abuelo no le contestaba los mail. El joven lo había llamado cerca de diez veces al teléfono de red fija, sin obtener respuesta. Esa tarde el joven fue al departamento del anciano y usando una copia de llaves que su mismo abuelo le había entregado, entró al lugar. De inmediato encontró en la mesa del comedor una cantidad de documentos con cifras e instrucciones de uso de dineros; un escalofrío lo recorrió cuando vio que uno de los itemes era el pago de servicios fúnebres. El joven entró al dormitorio; en la cama estaba el cuerpo sin vida del anciano con una sonrisa en el rostro, y una moneda cubriendo cada uno de sus ojos. Luego de llorar al ver a su querido abuelo muerto y de avisar por teléfono al resto de la familia, el joven notó que el computador estaba encendido y en modo hibernación. Al activarlo apareció en la pantalla un extraño mail que decía escuetamente: “Hoy a mediodía iré por ti para que viajes conmigo. No olvides llevar el pago. Caronte”

jueves, octubre 15, 2020

Culpa

 El viejo hombre recordaba su pasado con amargura. La culpa lo invadía a cada segundo, haciéndole la vida tortuosa y dolorosa. Cada cosa que había pasado en su existencia parecía ser responsabilidad suya, y ello lo tenía agobiado, sufriendo una pena que le impedía avanzar en su realidad. A veces veía el futuro como un pozo oscuro lleno de tormentos; otras veces no era capaz de ver su futuro.

El viejo hombre avanzaba por la calle con los ojos llorosos. Los recuerdos lo torturaban a cada momento, y su vida ya casi no parecía tener sentido. Su camino de vuelta a casa pasaba por un puente que cruzaba un canal con alto flujo de agua, y bastante peligroso por la turbiedad del fluido y lo pegajoso del lecho. Cuando el hombre cruzaba el puente a la mitad, se afirmó de la baranda y saltó al torrente sin que nadie la alcanzara a detener.

El viejo hombre era arrastrado por las aguas canal abajo. La fuerza del fluido lo hundía a cada rato, sin que él intentara nada por mantener su cabeza afuera. A los doscientos metros uno de sus pies se enganchó en una raíz en el lecho del canal, quedando atascado con la cabeza bajo el agua, un par de minutos después la falta de oxígeno le hizo perder la conciencia, y una extraña escena se empezó a desarrollar.

El viejo hombre veía su cuerpo inerte atascado en el lecho del canal. Su vida parecía estar abandonándolo a cada segundo; de pronto a su lado aparecieron imágenes de las personas de su pasado mirando su cuerpo con pena, y haciéndole saber que no era responsable sino sólo de las decisiones que le importaban a él. En ese instante el viejo hombre entendió que los muertos de su familia no estaban sobre sus hombros, sino en las almas de cada cual. Con pena vio cómo su cuerpo se ponía cada vez más fláccido, y cómo se acercaba a la muerte a cada segundo. De pronto un torbellino de las aguas bajaron y levantaron su cuerpo, desenganchándolo del fondo y permitiéndole avanzar. Cien metros más allá una enorme roca bloqueó el avance de su cuerpo, luego de lo cual su alma retornó a su lugar para que empezara a vivir la nueva oportunidad que él mismo se había regalado.

Cinco segundos después, el viejo hombre volvió a respirar luego de toser violentamente, quedando a la espera de la llegada de los equipos de rescate. Diez segundos después sus manos se resbalaron de la roca; cinco metros más allá su cabeza se estrelló contra una piedra mediana, haciendo que su alma se despegara irreversiblemente de su cuerpo. Ahora su alma cargaba sobre sus hombros la culpa de su última decisión.

miércoles, octubre 07, 2020

Perro

El perro callejero caminaba lentamente por la concurrida avenida. Contaba ya con siete años de vida, por lo que las calles no guardaban secretos para él. El perro sabía que los humanos, esa raza de animales de piel extraña y que caminaban en dos patas, podían ser muy cariñosos o muy malvados, por lo que siempre andaba atento por si alguno intentaba patearlo o lanzarle algún objeto para lastimarlo. De todos modos ya tenía afinado su instinto, por lo que no le costaba mucho saber qué humano lo acariciaría, quién lo alimentaría y quién lo lastimaría.

Luego de comer unos granos duros pero sabrosos que una humana sacó de una especie de bolsa de tela que llevaba en uno de sus hombros, y de beber de una pileta de agua creada por los humanos sin algún fin comprensible, el perro caminaba buscando caricias. El perro se acercaba a los humanos con la cabeza y las orejas gachas, y ya había conseguido que tres o cuatro humanos le entregaran cariño en su cabeza y cuerpo. Dentro de todo ese estaba siendo un buen día, y eso lo tenía feliz.

Mientras caminaba, el perro divisó a una persona que caminaba sola, sin otro humano acompañándolo. Llevaba un bolso en la espalda, que supuso podría tener algo de comida para él. Luego de verlo decidió que el humano no lo dañaría, por lo que se acercó a él directamente. El humano lo miró, se agachó levemente y acarició su cabeza, para luego seguir su marcha; el perro no quedó conforme, pues quería algo de la comida que el humano debería llevar en su bolsa. Disimuladamente el perro empezó a caminar al lado del humano, quien ni se inmutó.

El perro estaba algo frustrado, pero no cejó en su esfuerzo de conseguir algo de la comida que el humano debería llevar en su bolsa. De pronto el humano se detuvo, acercó la mano a su bolsillo y se dio cuenta que el perro estaba a su lado; de inmediato el hombre empezó a corretear al perro, quien no se movió de su lado. En ese instante el humano lanzó una patada al perro, quien alcanzó a esquivarla; el perro estaba desconcertado, era primera vez que su instinto fallaba. Sin más que hacer el perro se alejó del lugar y del humano, quien volvió a meter la mano a su bolsillo mientras veía al perro alejarse. El perro de pronto se detuvo y se dio vuelta a mirar: en ese instante un ruido ensordecedor y una bola de fuego salieron del humano, haciéndolo desaparecer, y con él a muchos de los humanos que estaban a su lado. El perro no entendía nada: en su especie no existían terroristas que buscaran matar a la mayor cantidad de perros posibles. Luego de ver la dantesca escena el perro siguió su marcha, no sin antes entender que su instinto no había fallado, que el humano no era malo con los animales sino que simplemente quiso alejarlo del lugar para que la bola de fuego no lo hiciese desaparecer.