Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, enero 27, 2010

Rito

La muchacha terminaba de preparar el rito. Después de un par de años de ardua preparación había conseguido todo lo que necesitaba para encomendar su alma a los seres del mal y convertirse en un ser inmortal. Todos los sufrimientos que había padecido por el hecho de ser, pensar y sentir diferente estaban por acabar de una sola vez. Estaba sólo a dos etapas de empezar una nueva vida, de esplendor, fuerza ilimitada, invulnerabilidad… y venganza.

Desde pequeña había sido una niña retraída, y algo alejada de lo que la sociedad define como normal para una niña. Nunca le gustaron las muñecas, y todas las que recibía de regalo terminaban guardadas en una caja de cartón que se hacía día a día más pequeña de tanto recibir nuevas huéspedes. Odiaba la ropa de colores y aquella llena de adornos: mientras más austera y opaca la tenida, más cómoda se sentía. No entendía la obsesión de las otras niñas de jugar a ser mamá. El único vínculo pseudomaternal que tenía era con su perro, un cachorro que le había regalado una tía, aburrida de comprar muñecas que nunca más veía. El perro la seguía a todos lados, y no cuestionaba su carácter antisocial.

Pero un día, ya adolescente, llegó a sus manos un libro que le cambió la vida. Sus compañeras de curso habían pasado toda una mañana cuchicheando, y a la hora de salida pudo más su curiosidad y preguntó qué había: una de las niñas le mostró un libro de magia, con el cual las adolescentes esperaban conseguir novios en base a conjuros. Luego de conseguir que se lo prestaran por esa tarde para hojearlo, descubrió algo mucho más interesante que los ridículos elixires de amor: oculto entre medio de risibles conjuros para un cuanto hay, encontró una fórmula para ser inmortal. Rápidamente fotocopió esas páginas, y se puso como fin llevar a cabo el embrujo. La tarea era bastante difícil, pues las cosas que pedía el libro eran bastante rebuscadas, en especial el componente principal: la sangre de quien más quería. Luego de dos años de esfuerzo consiguió todos los ingredientes, salvo el último.

La muchacha terminaba de prepara el rito. El último componente del embrujo ya estaba listo; su perro, el ser que más quería, no sufrió cuando lo degolló con el cuchillo ceremonial. Ahora sólo bastaba beber su sangre y recitar la oración para conjurar a los seres del mal y conseguir su inmortalidad. Luego de vaciar la copa de bronce sacó la copia del texto. En el instante que se disponía a iniciar la lectura, sintió cómo el aire entraba cada vez con más dificultad a sus pulmones, hasta el punto en que ya no pudo respirar y su vida se empezó a apagar lenta y dolorosamente. Nunca estuvo convencida de la alergia que tenía a los animales, pese a usar medicamentos desde que recibió de regalo a quien más quería en este mundo…

miércoles, enero 20, 2010

Niña

Mientras suena el lacónico sonsonete del lector de noticias en televisión, la pequeña niña intenta entender por qué ya nadie la quiere. Sentada en el suelo en el living acaricia el oso de peluche que tanto tiempo atrás le habían regalado, y no entiende lo que pasa en su vida. Ella se portaba bien, no lloraba, se comía toda la comida que le daban, jugaba con todos los niños en el prekinder, se dormía cuando le apagaban la luz, estaba aprendiendo a ir al baño… pero pese a todo su novel mente se daba cuenta de que ya no era querida en su casa.

Ese día su vida había cambiado por completo. La noche anterior su madre la llevó a su cama apurada, como si quisiera ir al baño después; la acostó y casi sin despedirse de ella salió rauda de la habitación. Al despertar sola por primera vez, sin que su madre la fuera a sacar de la cama, se dio cuenta que algo había ocurrido. Sin entender mucho recordó la ropa que su madre le puso el día anterior, y demorándose el doble más que con la ayuda de ella, logró vestirse.

Temerosamente abrió la puerta de su habitación y salió al pasillo del departamento, donde no se sentía ningún ruido. Se acercó al refrigerador de la cocina, usando todas sus fuerzas logró abrir la puerta, y sacó aquello que todas las mañanas su madre sacaba para empezar el día: la caja de leche. Luego de llenar hasta la mitad su vaso y beberla fría, se devolvió al dormitorio a buscar su oso. Era el día más extraño que podía estar viviendo, su madre ya no estaba, su padre tampoco, y sólo su oso le quedaba como compañía, hasta que se acabara la caja de leche y no supiera qué hacer para sobrevivir.

Mientras suena el lacónico sonsonete del lector de noticias en televisión, la pequeña niña intenta entender por qué ya nadie la quiere. Sola con su oso no logra comprender lo que dice el lector de noticias en televisión, que habla del macabro hallazgo del cadáver de un joven matrimonio en su auto, presuntamente a manos de un psicópata, y la desaparición de su pequeña hija. De pronto siente el sonido de la puerta del departamento al abrirse...

miércoles, enero 13, 2010

Viejo muchacho

Avanzando por la moderna avenida el viejo muchacho se despedía de lo que había llamado vida hasta ese entonces. Pasando apenas los veinticinco, su existencia había tenido de todo, y por ende ya estaba aburrido del pasar familiar que llevaba. Luego de pensarlo decidió que el mundo tenía mucho que ofrecer para esperar sentado a ver si algo le llegaba por inercia; de un día para otro vendió las cosas que lo ataban al departamento que compartía con dos amigos, tomó su guitarra y su computador portátil, montó en su motocicleta e inició un nuevo periplo por la tierra que lo había albergado.

Mientras viraba en la esquina de su cuadra hacia el poniente, rumbo a la carretera que lo alejaría de las mundanas ataduras que lo tenían anclado a la inercia de ver pasar los días uno tras otro en un trabajo adecuado para sobrevivir pero que le impedía vivir, dejaba volar su mente hacia el inexistente e impreciso futuro que lo esperaba, donde fuera que detuviera su motocicleta.

Avanzando por la moderna avenida el viejo muchacho ponía su mente en blanco para no desear ni antelar nada de lo que ocurriría en su nueva existencia. Pasando los veinticinco siglos de vida costaba vivir cosas nuevas y no aburrirse; en una de esas ahora sí llegaba el ya repetido fin del mundo y la cosa se pondría interesante…

miércoles, enero 06, 2010

Oro

En la tenue penumbra del amanecer una menuda silueta avanza iluminada por la luna. Su absoluta indiferencia al caminar por la vacía calle a esas horas de la madrugada daba a entender una suerte de desapego a la vida o a la integridad física. Ese barrio era el más conflictivo de la ciudad, y pese a ello nada parecía inmutar al dueño de la silueta. Ataviado con ropa y zapatos de marcas caras de última temporada, reloj multifuncional de oro, teléfono móvil que servía para casi cualquier cosa además de su función original (también con carcaza de oro), y con sendas cadenas de oro macizo, parecía estar tentando al destino con su caminata de madrugada en dicho lugar.

Un par de adolescentes que se prostituían por lo que fuera para conseguir dinero para droga se acercan sugerentes al menudo individuo para ofrecer sus servicios, sin que él siquiera las notara. Su marcha parecía estar guiada a distancia, pues nada parecía inmutarlo, ni siquiera los insultos de las adolescentes privadas de su adicción.

Al llegar a la esquina más oscura del barrio, dos hombres se acercan armados para asaltarlo; a esa hora y en ese barrio no se ocultaban las armas, así que el menudo individuo los vio aparecer mucho antes que llegaran donde él. Pese a las amenazas el menudo hombre no se inmutó, y siguió caminando. Uno de los ladrones lo tomó por el hombro, y fue lo último que hizo en vida; su compañero huyó aterrorizado no sin antes maldecir la suerte de su amigo y al menudo hombre.

En la tenue penumbra del amanecer una menuda silueta avanza iluminada por la noche. Aparte de todas las joyas con las que inició su caminata, ahora cargaba sobre sí un nuevo brazalete de oro macizo, que llevaba grabada por dentro la imagen del asaltante que lo tocó. Con los siglos, Midas había aprendido a controlar y modelar su extraño don…